/ sábado 1 de diciembre de 2018

Alto poder

Los pilares del gobierno que hoy inicia tienen su origen en el PRI que durante 40 años dominó el escenario político nacional.

En realidad es difícil encontrar políticos o administradores públicos que no hayan militado en el tricolor, un partido que se supo renovar, porque empezó siendo el Partido Nacional Revolucionario, luego el Revolucionario Mexicano y, finalmente, se estacionó con la siglas del Revolucionario Institucional.

Posiblemente este sea el momento de acabar su hegemonía política.

A cualquier político que se le escarbe un poco, tendrá un rescoldo del priismo, de poca o mocha calidad, pero al fin y al cabo, sigue teniendo gran influencia porque hasta hace un par de sexenios todos tuvieron origen priista.

En el tricolor siempre existieron abusos de poder, excesos, despilfarro, corrupción y otros males sobre los que se fundó el México del siglo XX, también debe reconocerse que estableció los principios de desarrollo y nacionalismo que eliminaron los gobiernos de Miguel de la Madrid, Carlos Salinas y Ernesto Zedillo, lo que provocó la debacle ideológica del partido.

Una muestra de que un político sin pasado priista es incapaz de gobernar, la tenemos en Vicente Fox y Felipe Calderón. El primero, respondió a los intereses de empresario y dejó el gobierno en manos de su esposa, Marta Sahagún. El segundo, sólo ambicionó el abuso del poder, por lo que aceptó un fraude electoral con tal de llegar a Los Pinos, donde sacó a los militares a la calle para apagar el clamor popular en su contra.

El regreso del PRI a la Presidencia en el 2012 resultó un fracaso por el vacío de poder, el abuso de la corrupción y ahora deja un Estado fallido, incapaz de dar empleo a millones de mexicanos, de resguardar la vida de los ciudadanos y que no supo recuperar el liderazgo político que siempre ostentó el priismo.

SIN PRIISTAS EN LAS PRINCIPALES SECRETARÍAS

Andrés Manuel López Obrador, a partir de hoy Presidente Constitucional de México, fue severamente criticado por su pasado priista y por llamar a exfuncionarios de ese partido a formar parte de la llamada Cuarta Transformación.

Después de la Presidencia el segundo cargo en importancia es la Secretaría de Gobernación, donde estará la exministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Olga Sánchez Cordero, una mujer sin pasado partidista, pero que conoce al pie de la letra la Constitución, sin permitirse ninguna desviación, especialmente con una administración que ha ofrecido renovar completamente al país.

En orden de relevancia le sigue la Secretaría de Hacienda, a donde Andrés Manuel designó a Carlos Urzúa, un matemático, doctorado en Economía por la Universidad de Wisconsin es investigador de tiempo completo en la Academia Mexicana de Ciencias, sin militancia partidista.

El Presidente sentó las bases de lo que será su gobierno en expertos. Sin embargo, para asuntos de negociaciones con el exterior nombró como Secretario de Relaciones Exteriores a Marcelo Ebrard, quien fue formado por sus maestros Manuel Camacho Solís y Carlos Salinas de Gortari

Ebrard tiene un largo y retorcido colmillo por haber participado en seis partidos políticos, PRI, PVEM, PCD, PRD, Morena y también legisló de manera independiente. Como se puede comprobar, el canciller cuenta con una variada experiencia.

El titular de la SER se apoyará en otro expriista, formado en la diplomacia de la vieja. Se trata de Humberto Hernández Hadad, quien será subsecretario de Relaciones Exteriores.

Otro punto rector importante de un gobierno es la educación, que Andrés Manuel puso en manos de Esteban Moctezuma Barragán, un expriista que fue secretario de Gobernación y de Desarrollo Social durante el sexenio de Ernesto Zedillo. Tiene una buena currícula académica.

La seguridad es un tema prioritario para los gobiernos de todos los niveles, porque si Felipe Calderón dejó un país bañado en sangre, con más de 160 mil muertos, Enrique Peña Nieto alcanzó en su gestión casi los 200 mil.

Como primera acción de gobierno, López Obrador separó la seguridad pública de la Secretaría de Gobernación y nombró como titular de la nueva dependencia a Alfonso Durazo, otro expriista, quien se formó al lado de Luis Donaldo Colosio, y dio su mal paso colaborando un par de años con Vicente Fox.


DE LA MADRID, SALINAS Y COLOSIO ESTARÁN EN EL GABINETE

Durante el largo periodo de transición (de cinco meses) Durazo recorrió varios estados del país para recoger el dolor y la desesperación de los parientes de las víctimas de la llamada “guerra sucia”. No visitó estados como Tamaulipas, donde la violencia es una realidad y merece atención especial. Sin embargo sí estuvo en Guerrero, Veracruz, Michoacán, Chihuahua y otras entidades.

Una acción sumamente importante es garantizar la seguridad alimentaria mexicana, al través de un organismo dependiente de la Sagarpa. Ahí nombró a Ignacio Ovalle, quien fuera secretario particular del presidente Luis Echeverría, cuando no llegaba ni a los 30 años de edad.

Indudablemente una de las mayores críticas en contra de López Obrador y su gabinete fue la designación de Manuel Bartlett como director de la Comisión Federal de Electricidad. Pero se requiere un hombre de mano muy firme, como Bartlett, en esa dependencia para limpiar de todos los abusos y esclarecer el destino de cientos de millones de pesos que nadie sabe dónde fueron a parar.

En la Secretaría de Comunicaciones y Transportes se ubicó a Javier Jiménez Espriú, quien fue Subsecretario de Comunicaciones y Desarrollo Tecnológico durante el nefasto gobierno de Miguel de la Madrid y subdirector Comercial de Petróleos Mexicanos con Carlos Salinas de Gortari.

Con esos cargos es suficiente priismo como para para un tren.

Como director general del ISSSTE, un pilar sólido del Estado mexicano, AMLO nombró a Luis Antonio Ramírez Pineda, hijo y heredero político de Heladio Ramírez, un priista de pura cepa, exgobernador de Oaxaca y exlíder del sector campesino del tricolor.

Pero también panistas, como Gerardo Martínez Cázares y la diputada Gabriela Cuevas (de una negra experiencia como delegada en Miguel Hidalgo) quien pagó la fianza de Andrés Manuel para que no fuera a prisión durante su ilegal desafuero cuando fue jefe de Gobierno del Distrito Federal.

Hoy se puso en marcha la Cuarta Transformación, con el impulso de viejos lobos de mar y reglas muy claras para combatir la corrupción y la inseguridad.

Y hasta la próxima semana, en este mismo espacio.


manuelmejidot@gmail.com

Los pilares del gobierno que hoy inicia tienen su origen en el PRI que durante 40 años dominó el escenario político nacional.

En realidad es difícil encontrar políticos o administradores públicos que no hayan militado en el tricolor, un partido que se supo renovar, porque empezó siendo el Partido Nacional Revolucionario, luego el Revolucionario Mexicano y, finalmente, se estacionó con la siglas del Revolucionario Institucional.

Posiblemente este sea el momento de acabar su hegemonía política.

A cualquier político que se le escarbe un poco, tendrá un rescoldo del priismo, de poca o mocha calidad, pero al fin y al cabo, sigue teniendo gran influencia porque hasta hace un par de sexenios todos tuvieron origen priista.

En el tricolor siempre existieron abusos de poder, excesos, despilfarro, corrupción y otros males sobre los que se fundó el México del siglo XX, también debe reconocerse que estableció los principios de desarrollo y nacionalismo que eliminaron los gobiernos de Miguel de la Madrid, Carlos Salinas y Ernesto Zedillo, lo que provocó la debacle ideológica del partido.

Una muestra de que un político sin pasado priista es incapaz de gobernar, la tenemos en Vicente Fox y Felipe Calderón. El primero, respondió a los intereses de empresario y dejó el gobierno en manos de su esposa, Marta Sahagún. El segundo, sólo ambicionó el abuso del poder, por lo que aceptó un fraude electoral con tal de llegar a Los Pinos, donde sacó a los militares a la calle para apagar el clamor popular en su contra.

El regreso del PRI a la Presidencia en el 2012 resultó un fracaso por el vacío de poder, el abuso de la corrupción y ahora deja un Estado fallido, incapaz de dar empleo a millones de mexicanos, de resguardar la vida de los ciudadanos y que no supo recuperar el liderazgo político que siempre ostentó el priismo.

SIN PRIISTAS EN LAS PRINCIPALES SECRETARÍAS

Andrés Manuel López Obrador, a partir de hoy Presidente Constitucional de México, fue severamente criticado por su pasado priista y por llamar a exfuncionarios de ese partido a formar parte de la llamada Cuarta Transformación.

Después de la Presidencia el segundo cargo en importancia es la Secretaría de Gobernación, donde estará la exministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Olga Sánchez Cordero, una mujer sin pasado partidista, pero que conoce al pie de la letra la Constitución, sin permitirse ninguna desviación, especialmente con una administración que ha ofrecido renovar completamente al país.

En orden de relevancia le sigue la Secretaría de Hacienda, a donde Andrés Manuel designó a Carlos Urzúa, un matemático, doctorado en Economía por la Universidad de Wisconsin es investigador de tiempo completo en la Academia Mexicana de Ciencias, sin militancia partidista.

El Presidente sentó las bases de lo que será su gobierno en expertos. Sin embargo, para asuntos de negociaciones con el exterior nombró como Secretario de Relaciones Exteriores a Marcelo Ebrard, quien fue formado por sus maestros Manuel Camacho Solís y Carlos Salinas de Gortari

Ebrard tiene un largo y retorcido colmillo por haber participado en seis partidos políticos, PRI, PVEM, PCD, PRD, Morena y también legisló de manera independiente. Como se puede comprobar, el canciller cuenta con una variada experiencia.

El titular de la SER se apoyará en otro expriista, formado en la diplomacia de la vieja. Se trata de Humberto Hernández Hadad, quien será subsecretario de Relaciones Exteriores.

Otro punto rector importante de un gobierno es la educación, que Andrés Manuel puso en manos de Esteban Moctezuma Barragán, un expriista que fue secretario de Gobernación y de Desarrollo Social durante el sexenio de Ernesto Zedillo. Tiene una buena currícula académica.

La seguridad es un tema prioritario para los gobiernos de todos los niveles, porque si Felipe Calderón dejó un país bañado en sangre, con más de 160 mil muertos, Enrique Peña Nieto alcanzó en su gestión casi los 200 mil.

Como primera acción de gobierno, López Obrador separó la seguridad pública de la Secretaría de Gobernación y nombró como titular de la nueva dependencia a Alfonso Durazo, otro expriista, quien se formó al lado de Luis Donaldo Colosio, y dio su mal paso colaborando un par de años con Vicente Fox.


DE LA MADRID, SALINAS Y COLOSIO ESTARÁN EN EL GABINETE

Durante el largo periodo de transición (de cinco meses) Durazo recorrió varios estados del país para recoger el dolor y la desesperación de los parientes de las víctimas de la llamada “guerra sucia”. No visitó estados como Tamaulipas, donde la violencia es una realidad y merece atención especial. Sin embargo sí estuvo en Guerrero, Veracruz, Michoacán, Chihuahua y otras entidades.

Una acción sumamente importante es garantizar la seguridad alimentaria mexicana, al través de un organismo dependiente de la Sagarpa. Ahí nombró a Ignacio Ovalle, quien fuera secretario particular del presidente Luis Echeverría, cuando no llegaba ni a los 30 años de edad.

Indudablemente una de las mayores críticas en contra de López Obrador y su gabinete fue la designación de Manuel Bartlett como director de la Comisión Federal de Electricidad. Pero se requiere un hombre de mano muy firme, como Bartlett, en esa dependencia para limpiar de todos los abusos y esclarecer el destino de cientos de millones de pesos que nadie sabe dónde fueron a parar.

En la Secretaría de Comunicaciones y Transportes se ubicó a Javier Jiménez Espriú, quien fue Subsecretario de Comunicaciones y Desarrollo Tecnológico durante el nefasto gobierno de Miguel de la Madrid y subdirector Comercial de Petróleos Mexicanos con Carlos Salinas de Gortari.

Con esos cargos es suficiente priismo como para para un tren.

Como director general del ISSSTE, un pilar sólido del Estado mexicano, AMLO nombró a Luis Antonio Ramírez Pineda, hijo y heredero político de Heladio Ramírez, un priista de pura cepa, exgobernador de Oaxaca y exlíder del sector campesino del tricolor.

Pero también panistas, como Gerardo Martínez Cázares y la diputada Gabriela Cuevas (de una negra experiencia como delegada en Miguel Hidalgo) quien pagó la fianza de Andrés Manuel para que no fuera a prisión durante su ilegal desafuero cuando fue jefe de Gobierno del Distrito Federal.

Hoy se puso en marcha la Cuarta Transformación, con el impulso de viejos lobos de mar y reglas muy claras para combatir la corrupción y la inseguridad.

Y hasta la próxima semana, en este mismo espacio.


manuelmejidot@gmail.com

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