/ sábado 7 de diciembre de 2019

Alto poder

* Muerte en Coahuila, baile en el Zócalo

* En duda si abrazos detienen los balazos

* A mayor violencia, más descontento

El pasado 30 de diciembre la ciudadanía se conmocionó ante la noticia de que un grupo armado había irrumpido de manera violenta en Villa Unión, Coahuila, dejando un saldo preliminar de 21 muertos, además de incendiar varios inmuebles, incluida la alcaldía.

En medio de la tragedia, los pobladores reportaron la desaparición de cinco personas, entre ellas tres niños, quienes fueron utilizados por los delincuentes como guías en las brechas de la región, para asegurar su huida.

Al día siguiente, ya 1 de diciembre, Andrés Manuel López Obrador celebraba su primer año de gobierno con una verbena en el Zócalo capitalino, donde aprovechó para dar un mensaje en el que aseguró haber cumplido la mayoría de sus compromisos.

La mañana del lunes, en el escritorio del Presidente de la República estaban las cifras con el número de homicidios ocurridos un día antes. De inmediato las difundieron y se observó que el día anterior había sido el más violento de sus primeros 12 meses de gobierno.

El martes, al ser cuestionado sobre el tema, AMLO argumentó que el incremento de casos se debió al enfrentamiento de Villa Unión. Empero, ese ataque ocurrió el sábado, no el domingo 1 de diciembre, lo cual resta 21 muertos a los 127 reportados en las gráficas que le fueron entregadas al Presidente por su gabinete de seguridad, y se elimina como el día más violento.

Se trató de un error que no debió ocurrir, porque con datos falsos la oposición incrementó las descalificaciones en contra de López Obrador y su estrategia de seguridad.

Alfonso Durazo, secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, pidió esperar a que termine el año para conocer cuál fue el día más violento y si este 2019 debe considerarse el más sanguinario. Como si el resultado fuera más halagador que vergonzoso.

MÁS DE 200 MUJERES ASESINADAS EN TIJUANA

Las tragedias continuaron, en todo el país porque el miércoles de esta semana, solamente en Tijuana, Baja California, se llegó a la trágica suma de 204 mujeres asesinadas en lo que va del año. El total de homicidios en la ciudad fronteriza llegó a los dos mil 50.

En sus acciones y discurso, López Obrador ha insistido en que no responderá con balas las agresiones de los delincuentes, porque confía en la readaptación de aquellos que durante años han asesinado, robado, violado o secuestrado. Ha reiterado su confianza en recuperar la seguridad del país con el apoyo del pueblo.

Los datos señalan que el pueblo está en constante peligro, temeroso de salir a la calle y ya no regresar a casa, porque el Estado fue incapaz de garantizar su seguridad, una de las principales razones de existir de los gobiernos.

Olga Sánchez Cordero, secretaria de Gobernación, quien siempre ha dado muestras de congruencia, señaló que el tema de la inseguridad es compartido con las autoridades federales, estatales y municipales. Además pidió “no achacar” todas las culpas al Presidente.

Si bien es cierto que tanto las policías municipales como las estatales están corrompidas, debe reconocerse que la desaparición de la Policía Federal resultó un fracaso porque no se contaba con un calendario para que la Guardia Nacional asumiera sus funciones y, sobre todo, reemplazara a los marinos y militares de labores que les son ajenas constitucionalmente.

Algunas organizaciones civiles, han advertido sobre la necesidad de diseñar un esquema que, a corto plazo, fortalezca a las fuerzas armadas en labores de seguridad y que analice el pronto retiro de militares de las calles.

De acuerdo con René A. Jiménez Ornelas, del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM “la violencia que sufre actualmente la población mexicana se traduce en un problema de seguridad pública, tanto por las dimensiones que ha adquirido la muerte por dichas causas, como por los efectos materiales y emocionales que ocasiona y cuyo origen se encuentra en factores históricos, demográficos, psicológicos, económicos, biológicos, sociales, entre otros.”

URGENTE UNA ESTRATEGIA CONTRA INSEGURIDAD

Jiménez Ornelas coincide con López Obrador, en el sentido de la necesidad y urgencia de recomponer el tejido social del país, lo cual es cierto, empero ese asunto lleva tiempo, quizá en algunas décadas y después de generaciones completas se logré esa reestructuración. De momento, lo prioritarios es encontrar con una estrategia que frene el baño de sangre en el país.

Para la catedrática de la UNAM Alba Luz Robles Mendoza “el incremento de la criminalidad, la aparición de nuevas formas de delincuencia más violenta, la inseguridad en las calles, la impunidad del delito y la deficiente participación de las corporaciones policiales han acrecentado la inconformidad de la sociedad hasta el punto de que el tema de la inseguridad pública delictiva es uno de los temas principales de debate social.”

Con el pasar de los días, los criminales se vuelven más sanguinarios, difunden videos de sus asesinatos o mensajes con amenazas a través de redes sociales, para que tengan un mayor impacto y, sobre todo, intimiden aún más a la población más vulnerable.

Aunque el Presidente de la República se ha comprometido a erradicar la corrupción en todos sus niveles, aún se conocen casos como el del juez Federico Mosco quien liberó a Juan Carlos García, exesposo de Abril a quien intentó asesinar a martillazos en enero, estuvo preso pero salió libre meses después, gracias a que le fue modificado el delito de feminicidio por el de “violencia doméstica”.

Abril fue asesinada y el principal sospechoso es su expareja quien se encuentra libre.

Sobran los casos como ese para demostrar que la corrupción permea en todos los niveles y provocan el enojo popular que cada día retira más el apoyo al Presidente, quien pese a todo mantiene su popularidad en niveles elevados.

Transcurrió el primer año de gobierno y el pueblo comenzará a exigir a López Obrador pruebas tangibles de sus promesas de campaña y políticas de gobierno.

Y hasta la próxima semana, en este mismo espacio.

manuelmejidot@gmail.com


* Muerte en Coahuila, baile en el Zócalo

* En duda si abrazos detienen los balazos

* A mayor violencia, más descontento

El pasado 30 de diciembre la ciudadanía se conmocionó ante la noticia de que un grupo armado había irrumpido de manera violenta en Villa Unión, Coahuila, dejando un saldo preliminar de 21 muertos, además de incendiar varios inmuebles, incluida la alcaldía.

En medio de la tragedia, los pobladores reportaron la desaparición de cinco personas, entre ellas tres niños, quienes fueron utilizados por los delincuentes como guías en las brechas de la región, para asegurar su huida.

Al día siguiente, ya 1 de diciembre, Andrés Manuel López Obrador celebraba su primer año de gobierno con una verbena en el Zócalo capitalino, donde aprovechó para dar un mensaje en el que aseguró haber cumplido la mayoría de sus compromisos.

La mañana del lunes, en el escritorio del Presidente de la República estaban las cifras con el número de homicidios ocurridos un día antes. De inmediato las difundieron y se observó que el día anterior había sido el más violento de sus primeros 12 meses de gobierno.

El martes, al ser cuestionado sobre el tema, AMLO argumentó que el incremento de casos se debió al enfrentamiento de Villa Unión. Empero, ese ataque ocurrió el sábado, no el domingo 1 de diciembre, lo cual resta 21 muertos a los 127 reportados en las gráficas que le fueron entregadas al Presidente por su gabinete de seguridad, y se elimina como el día más violento.

Se trató de un error que no debió ocurrir, porque con datos falsos la oposición incrementó las descalificaciones en contra de López Obrador y su estrategia de seguridad.

Alfonso Durazo, secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, pidió esperar a que termine el año para conocer cuál fue el día más violento y si este 2019 debe considerarse el más sanguinario. Como si el resultado fuera más halagador que vergonzoso.

MÁS DE 200 MUJERES ASESINADAS EN TIJUANA

Las tragedias continuaron, en todo el país porque el miércoles de esta semana, solamente en Tijuana, Baja California, se llegó a la trágica suma de 204 mujeres asesinadas en lo que va del año. El total de homicidios en la ciudad fronteriza llegó a los dos mil 50.

En sus acciones y discurso, López Obrador ha insistido en que no responderá con balas las agresiones de los delincuentes, porque confía en la readaptación de aquellos que durante años han asesinado, robado, violado o secuestrado. Ha reiterado su confianza en recuperar la seguridad del país con el apoyo del pueblo.

Los datos señalan que el pueblo está en constante peligro, temeroso de salir a la calle y ya no regresar a casa, porque el Estado fue incapaz de garantizar su seguridad, una de las principales razones de existir de los gobiernos.

Olga Sánchez Cordero, secretaria de Gobernación, quien siempre ha dado muestras de congruencia, señaló que el tema de la inseguridad es compartido con las autoridades federales, estatales y municipales. Además pidió “no achacar” todas las culpas al Presidente.

Si bien es cierto que tanto las policías municipales como las estatales están corrompidas, debe reconocerse que la desaparición de la Policía Federal resultó un fracaso porque no se contaba con un calendario para que la Guardia Nacional asumiera sus funciones y, sobre todo, reemplazara a los marinos y militares de labores que les son ajenas constitucionalmente.

Algunas organizaciones civiles, han advertido sobre la necesidad de diseñar un esquema que, a corto plazo, fortalezca a las fuerzas armadas en labores de seguridad y que analice el pronto retiro de militares de las calles.

De acuerdo con René A. Jiménez Ornelas, del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM “la violencia que sufre actualmente la población mexicana se traduce en un problema de seguridad pública, tanto por las dimensiones que ha adquirido la muerte por dichas causas, como por los efectos materiales y emocionales que ocasiona y cuyo origen se encuentra en factores históricos, demográficos, psicológicos, económicos, biológicos, sociales, entre otros.”

URGENTE UNA ESTRATEGIA CONTRA INSEGURIDAD

Jiménez Ornelas coincide con López Obrador, en el sentido de la necesidad y urgencia de recomponer el tejido social del país, lo cual es cierto, empero ese asunto lleva tiempo, quizá en algunas décadas y después de generaciones completas se logré esa reestructuración. De momento, lo prioritarios es encontrar con una estrategia que frene el baño de sangre en el país.

Para la catedrática de la UNAM Alba Luz Robles Mendoza “el incremento de la criminalidad, la aparición de nuevas formas de delincuencia más violenta, la inseguridad en las calles, la impunidad del delito y la deficiente participación de las corporaciones policiales han acrecentado la inconformidad de la sociedad hasta el punto de que el tema de la inseguridad pública delictiva es uno de los temas principales de debate social.”

Con el pasar de los días, los criminales se vuelven más sanguinarios, difunden videos de sus asesinatos o mensajes con amenazas a través de redes sociales, para que tengan un mayor impacto y, sobre todo, intimiden aún más a la población más vulnerable.

Aunque el Presidente de la República se ha comprometido a erradicar la corrupción en todos sus niveles, aún se conocen casos como el del juez Federico Mosco quien liberó a Juan Carlos García, exesposo de Abril a quien intentó asesinar a martillazos en enero, estuvo preso pero salió libre meses después, gracias a que le fue modificado el delito de feminicidio por el de “violencia doméstica”.

Abril fue asesinada y el principal sospechoso es su expareja quien se encuentra libre.

Sobran los casos como ese para demostrar que la corrupción permea en todos los niveles y provocan el enojo popular que cada día retira más el apoyo al Presidente, quien pese a todo mantiene su popularidad en niveles elevados.

Transcurrió el primer año de gobierno y el pueblo comenzará a exigir a López Obrador pruebas tangibles de sus promesas de campaña y políticas de gobierno.

Y hasta la próxima semana, en este mismo espacio.

manuelmejidot@gmail.com