/ sábado 25 de enero de 2020

Alto poder

* Los dos AMLO: el de la protesta y el del gobierno

* Antes exigía ser escuchado, ahora se niega a recibirlos

* Una larga historia de la movilización social en el país

Se encuentra ya en la Ciudad de México la “Caminata por la verdad, la paz y la justicia” que encabezan Javier Sicilia e integrantes de la familia LeBaron, acompañados por decenas de organizaciones civiles y colectivos de víctimas.

Hasta el momento, no serán recibidos en Palacio Nacional como lo han solicitado los líderes del movimiento, porque AMLO argumentó que no se prestará al “show”, el cual sólo serviría a sus adversarios y en nada contribuiría al diálogo. Lo cierto es que López Obrador no coincide con la ideología católica de Sicilia.

Tal y como ha ocurrido desde el gobierno de Ernesto Zedillo, un grupo de personas se congrega, marcha por algunos estados y llega a la capital del país, con la esperanza de ser escuchados por el Presidente en turno. Lamentablemente sólo consiguen reflectores y unos cuantos titulares.

Se recordará que el 29 de noviembre de 1994, en plena efervescencia zapatista, el entonces candidato del PRD al gobierno de Tabasco (sí, el mismo López Obrador) inició el llamado “éxodo por la democracia” para exigir al gobierno entrante, de Zedillo, la anulación de las elecciones celebradas nueve días antes y que habían dado como ganador a Roberto Madrazo.

El mismo día, pero de 1997, millones de mexicanos en todo el país salieron a la calle a exigir al gabinete zedillista poner un alto a la inseguridad y garantizar una justicia pronta, expedita e incorruptible. Quizá esa fue la primera ocasión en que la ciudadanía tomó la calle de manera voluntaria y pacífica. Pero nunca fueron recibidos por ninguna autoridad.

Durante su campaña por la Presidencia de la República, Vicente Fox se pasó de bocón y dijo que solucionaría todos los conflictos en el país, incluido el zapatismo que, dijo, quedaría resuelto en “15 minutos”. Pasaron seis años y todo quedó igual o peor.

Para retar a Vicente Fox, el grupo insurrecto realizó una marcha con hombres encapuchados, armados y resguardada por civiles de todo el mundo, que salió el 27 de febrero de 2001 de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, recorrió 12 estados, arribó al entonces Distrito Federal el 11 de marzo y tomó la tribuna de la Cámara de Diputados el 29 de marzo de ese mismo año. Nada ocurrió después, los indígenas volvieron a su tierra y fracasó la iniciativa presidencial que pretendía resolver todo en un cuarto de hora.

CON EL PANISMO AUMENTÓ LA INCONFORMIDAD


El 27 de junio de 2004, las malas acciones de gobierno del foxismo se acumularon y ocasionaron que millones de mexicanos tomaran las calles en completo silencio. Exigían, de nueva cuenta, frenar la violencia que bañaba de sangre todo el país. La tumultuosa manifestación, no tuvo eco y nunca fueron recibidos por la Presidencia.

López Obrador, entonces Jefe de Gobierno del Distrito Federal, llamó la atención esa ocasión porque descalificó el movimiento civil con el adjetivo de “marcha pirruris” porque, dijo, estaba organizado desde organizaciones de la derecha.

El espurio Felipe Calderón fue recibido desde el 1 de diciembre de 2006 no sólo con movilizaciones violentas, sino que a lo largo de su gobierno en repetidas ocasiones salieron a exigirle que regresara al Ejército a sus cuarteles, frenara la inseguridad y acabara con la corrupción de sus colaboradores corruptos. Nada pudo cumplir, se alejó del pueblo, en sus actos de campaña estuvo siempre resguardado por el ahora extinto Estado Mayor Presidencial.

Durante el gobierno calderonista, la que más llamó más la atención fue la llamada “Marcha Blanca”, la noche del 30 de agosto y que congregó a cientos de miles de personas en la plancha del Zócalo. Como ocurrió en las ocasiones anteriores, nadie fue recibido por ninguna autoridad.

Por los pésimos gobiernos panistas, los mexicanos aprendieron a reunirse, a tomar las calles, a exigir a sus gobernantes mejores resultados, porque la violencia e impunidad crecieron exponencialmente durante la “decena trágica”.

Con el regreso del priismo al poder, el 1 de diciembre de 2012, hubo quien afirmó que volvería el viejo régimen tricolor, la “dictadura perfecta”, empero no fue así, porque los mexicanos ya no eran los mismos. Además, la población encontró en las redes sociales una manera de expresarse y de convocar a protestas para demostrar el rechazo a los malos gobiernos, como ocurrió durante la Primavera Árabe, el Movimiento de los Indignados en España, en Wall Street y en tantos otros lugares del mundo.

LA TRAGEDIA DE LOS 43 QUE MANCHÓ A PEÑA NIETO


El mismo día en que Enrique Peña Nieto asumió el poder, en las calles del país habían lopezobradoristas exigiendo el recuento de votos; organizaciones civiles demandando la aparición de cientos de desaparecidos durante el gobierno calderonista, pedían el esclarecimiento de miles de asesinatos.

También protestaban los maestros quienes pretendían evitar que la mal llamada reforma educativa fuera aprobada porque significaba un cambio administrativo más que de política en la educación. Los profesores fueron derrotados por la mayoría priista y panista que avaló la iniciativa en unas cuantas horas.

Las movilizaciones más representativas, que incluso ocurrieron lo mismo en la calle que en el Auditorio Nacional, en España que en Naciones Unidad, en un concierto o durante la entrega del Premio Nobel de la Paz, fueron con motivo de la desaparición de los 43 estudiantes de la Normal Rural “Raúl Isidro Burgos” de Ayotzinapa, Guerrero, ocurrida el 26 de septiembre de 2014 en Iguala.

Esa tragedia trascendió al país y alertó a los ciudadanos del mundo lo que en realidad estaba ocurriendo en México. El gabinete de Peña Nieto simuló en varias ocasiones reuniones con los padres de las víctimas, sólo con la intención de “tomarse la foto” para presumir avances en una investigación que nunca se pudo sostener, porque estuvo llena de incongruencias.

Esta será la primera marcha que demandará a López Obrador acabar con la violencia en el país. La manera en cómo escuche y los resultados que presente, será la única forma de cambiar la historia de las movilizaciones sociales, que en muchas ocasiones él mismo promovió desde la resistencia, la desobediencia y la rebeldía de quien se sabe traicionado, herido y abandonado por un sistema añejo, corrupto y obsoleto.

Además, están las calles padres de familia con niños enfermos de cáncer que no son atendidos, expolicías federales que no quieren sumarse a la Guardia Nacional, exburócratas despedidos, campesinos, transportistas y muchas otras personas inconformes.

Y hasta la próxima semana, en este mismo espacio.

manuelmejidot@gmail.com

* Los dos AMLO: el de la protesta y el del gobierno

* Antes exigía ser escuchado, ahora se niega a recibirlos

* Una larga historia de la movilización social en el país

Se encuentra ya en la Ciudad de México la “Caminata por la verdad, la paz y la justicia” que encabezan Javier Sicilia e integrantes de la familia LeBaron, acompañados por decenas de organizaciones civiles y colectivos de víctimas.

Hasta el momento, no serán recibidos en Palacio Nacional como lo han solicitado los líderes del movimiento, porque AMLO argumentó que no se prestará al “show”, el cual sólo serviría a sus adversarios y en nada contribuiría al diálogo. Lo cierto es que López Obrador no coincide con la ideología católica de Sicilia.

Tal y como ha ocurrido desde el gobierno de Ernesto Zedillo, un grupo de personas se congrega, marcha por algunos estados y llega a la capital del país, con la esperanza de ser escuchados por el Presidente en turno. Lamentablemente sólo consiguen reflectores y unos cuantos titulares.

Se recordará que el 29 de noviembre de 1994, en plena efervescencia zapatista, el entonces candidato del PRD al gobierno de Tabasco (sí, el mismo López Obrador) inició el llamado “éxodo por la democracia” para exigir al gobierno entrante, de Zedillo, la anulación de las elecciones celebradas nueve días antes y que habían dado como ganador a Roberto Madrazo.

El mismo día, pero de 1997, millones de mexicanos en todo el país salieron a la calle a exigir al gabinete zedillista poner un alto a la inseguridad y garantizar una justicia pronta, expedita e incorruptible. Quizá esa fue la primera ocasión en que la ciudadanía tomó la calle de manera voluntaria y pacífica. Pero nunca fueron recibidos por ninguna autoridad.

Durante su campaña por la Presidencia de la República, Vicente Fox se pasó de bocón y dijo que solucionaría todos los conflictos en el país, incluido el zapatismo que, dijo, quedaría resuelto en “15 minutos”. Pasaron seis años y todo quedó igual o peor.

Para retar a Vicente Fox, el grupo insurrecto realizó una marcha con hombres encapuchados, armados y resguardada por civiles de todo el mundo, que salió el 27 de febrero de 2001 de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, recorrió 12 estados, arribó al entonces Distrito Federal el 11 de marzo y tomó la tribuna de la Cámara de Diputados el 29 de marzo de ese mismo año. Nada ocurrió después, los indígenas volvieron a su tierra y fracasó la iniciativa presidencial que pretendía resolver todo en un cuarto de hora.

CON EL PANISMO AUMENTÓ LA INCONFORMIDAD


El 27 de junio de 2004, las malas acciones de gobierno del foxismo se acumularon y ocasionaron que millones de mexicanos tomaran las calles en completo silencio. Exigían, de nueva cuenta, frenar la violencia que bañaba de sangre todo el país. La tumultuosa manifestación, no tuvo eco y nunca fueron recibidos por la Presidencia.

López Obrador, entonces Jefe de Gobierno del Distrito Federal, llamó la atención esa ocasión porque descalificó el movimiento civil con el adjetivo de “marcha pirruris” porque, dijo, estaba organizado desde organizaciones de la derecha.

El espurio Felipe Calderón fue recibido desde el 1 de diciembre de 2006 no sólo con movilizaciones violentas, sino que a lo largo de su gobierno en repetidas ocasiones salieron a exigirle que regresara al Ejército a sus cuarteles, frenara la inseguridad y acabara con la corrupción de sus colaboradores corruptos. Nada pudo cumplir, se alejó del pueblo, en sus actos de campaña estuvo siempre resguardado por el ahora extinto Estado Mayor Presidencial.

Durante el gobierno calderonista, la que más llamó más la atención fue la llamada “Marcha Blanca”, la noche del 30 de agosto y que congregó a cientos de miles de personas en la plancha del Zócalo. Como ocurrió en las ocasiones anteriores, nadie fue recibido por ninguna autoridad.

Por los pésimos gobiernos panistas, los mexicanos aprendieron a reunirse, a tomar las calles, a exigir a sus gobernantes mejores resultados, porque la violencia e impunidad crecieron exponencialmente durante la “decena trágica”.

Con el regreso del priismo al poder, el 1 de diciembre de 2012, hubo quien afirmó que volvería el viejo régimen tricolor, la “dictadura perfecta”, empero no fue así, porque los mexicanos ya no eran los mismos. Además, la población encontró en las redes sociales una manera de expresarse y de convocar a protestas para demostrar el rechazo a los malos gobiernos, como ocurrió durante la Primavera Árabe, el Movimiento de los Indignados en España, en Wall Street y en tantos otros lugares del mundo.

LA TRAGEDIA DE LOS 43 QUE MANCHÓ A PEÑA NIETO


El mismo día en que Enrique Peña Nieto asumió el poder, en las calles del país habían lopezobradoristas exigiendo el recuento de votos; organizaciones civiles demandando la aparición de cientos de desaparecidos durante el gobierno calderonista, pedían el esclarecimiento de miles de asesinatos.

También protestaban los maestros quienes pretendían evitar que la mal llamada reforma educativa fuera aprobada porque significaba un cambio administrativo más que de política en la educación. Los profesores fueron derrotados por la mayoría priista y panista que avaló la iniciativa en unas cuantas horas.

Las movilizaciones más representativas, que incluso ocurrieron lo mismo en la calle que en el Auditorio Nacional, en España que en Naciones Unidad, en un concierto o durante la entrega del Premio Nobel de la Paz, fueron con motivo de la desaparición de los 43 estudiantes de la Normal Rural “Raúl Isidro Burgos” de Ayotzinapa, Guerrero, ocurrida el 26 de septiembre de 2014 en Iguala.

Esa tragedia trascendió al país y alertó a los ciudadanos del mundo lo que en realidad estaba ocurriendo en México. El gabinete de Peña Nieto simuló en varias ocasiones reuniones con los padres de las víctimas, sólo con la intención de “tomarse la foto” para presumir avances en una investigación que nunca se pudo sostener, porque estuvo llena de incongruencias.

Esta será la primera marcha que demandará a López Obrador acabar con la violencia en el país. La manera en cómo escuche y los resultados que presente, será la única forma de cambiar la historia de las movilizaciones sociales, que en muchas ocasiones él mismo promovió desde la resistencia, la desobediencia y la rebeldía de quien se sabe traicionado, herido y abandonado por un sistema añejo, corrupto y obsoleto.

Además, están las calles padres de familia con niños enfermos de cáncer que no son atendidos, expolicías federales que no quieren sumarse a la Guardia Nacional, exburócratas despedidos, campesinos, transportistas y muchas otras personas inconformes.

Y hasta la próxima semana, en este mismo espacio.

manuelmejidot@gmail.com

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