“La tercera es la vencida”… Así fue –en el caso de Andrés Manuel López Obrador la perseverancia en los procesos electorales y su ambición por llegar a la Presidencia de la Nación, lo llevaron a competir en tres ocasiones para lograr su objetivo-; y hoy, por segunda vez en lo que va del siglo XXI, la capital de la República Mexicana al parecer ha perdido la oportunidad de construir un aeropuerto internacional competitivo a nivel mundial... Esperemos una tercera oportunidad luego de que pasen estos seis años venideros, para ver si, como a AMLO, se nos hace…
Conocemos a Andrés Manuel y sabemos su forma de actuar; en el 2006, sin mayor prueba, logró captar la idea de un gran fraude electoral para justificar su derrota en esa elección que, según él, tenía ganada y fue por sus propios errores que la perdió; sin embargo, es indudable su capacidad de convicción y verbo para lograr sus objetivos en materia política.
Lo ha hecho nuevamente: orgullosamente argumenta que la decisión de cancelar el aeropuerto de Texcoco deriva de un ejercicio de democrático participativo en el que fue el pueblo quien decidió... Falso! Rotundamente falso, lo que vimos de ninguna manera fue una auténtica consulta popular, y no fue la ciudadanía quien tuvo la última palabra, la decisión estaba tomada –desde la campaña electoral-, y solo intentó justificarla por medio de su partido –MORENA-, al organizar un sondeo evidentemente simulado e ilegal, el engaño es una forma de abusar del poder.
Lo cierto es que la cancelación del proyecto para el nuevo Aeropuerto Internacional de la CDMX, que aun se edifica en el vaso del lago de Texcoco, redunda en un retraso de años para el desarrollo del país, según lo ha reconocido la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA); parece que este segundo fracaso en el intento de un gran proyecto aeroportuario en la zona metropolitana de la Ciudad de México es políticamente imposible.
Muy probablemente de este hecho vendrán demandas nacionales e internacionales por la cancelación de contratos puesto que no es tan fácil que los contratistas que ya estaban en Texcoco simplemente, se irán a Santa Lucía: se trata de proyectos completamente diferentes -en Santa Lucía ni siquiera existe un proyecto-, y hablamos de obras igualmente inequiparables por su magnitud.
Y en cuestión de errores y mentiras, el presidente electo intentó “sacar un haz bajo la manga” al amparo de un documento del gobierno francés que otorgaba viabilidad a Santa Lucía, hecho que la embajada de Francia desmintió de inmediato aludiendo que no era verdad que el gobierno de su país hubiese intervenido u opinado en el tema y que sólo había sido intermediario con la empresa Navblue, misma que a su vez dijo que se trató de un estudio preliminar, elaborado en base a la información proporcionada por Riobóo.
Lo interesante hoy es descubrir las señales: es factible que “la consulta” es la forma en que el presidente electo dice a “la mafia política y a los dueños del dinero” –como él los llama-, que ha iniciado una nueva forma de hacer política disfrazada de paz y amor al auspicio de la sociedad, tratándose en realidad de una política de guerrilla; con ello AMLO da evidencias de quien manda y lanza mensaje a los empresarios respecto a que no le da miedo irse en su contra, aun perdiendo mucho dinero en multas.
Quizá comenzamos a ver nuevamente al López Obrador de siempre, al que pierde la calma y se enoja en lugar del ocurrente y amoroso que ganó la elección, ese que prefiere abrazos a balazos; hoy, se ha volcado incluso contra la prensa y la sociedad comienza a quebrar la “luna de miel” de la transición, lanzando inicialmente un llamado a manifestarse el próximo domingo 11 en contra de la decisión del nuevo aeropuerto… Esto sí es democracia, veamos…
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