/ lunes 15 de abril de 2019

AMLO: Sin crecimiento no hay paz y tranquilidad

“Si no hay crecimiento económico no hay empleos, y si no hay empleos no hay bienestar, y si no hay bienestar no puede haber paz y tranquilidad”, aseveró el presidente Andrés Manuel López Obrador el pasado viernes 11 de abril en su conferencia de prensa matutina.

Con ello remató su reflexión sobre la consecuencia del bajo crecimiento promedio registrado durante las últimas décadas: dos por ciento.

El primer mandatario tiene razón, el crecimiento económico debe ser el objetivo central, de lo contrario no se podrá revertir la precarización social, laboral y productiva desde 1982, cuando la crisis y el estancamiento se volvió parte estructural de la historia económica del país.

Coincidiendo en la relevancia del crecimiento para alcanzar bienestar, paz y tranquilidad, es momento de considerar cómo revertir la tendencia actual de la economía.

El resultado publicado por el INEGI la semana pasada de la actividad industrial fue contundente: el cuarto mes de caída consecutiva. Si este comportamiento se mantiene dos meses más se podrá hablar de una recesión en la industria,algo que nadie desea y que se debe evitar.

En febrero la industria retrocedió (-) 0.9 por ciento, en comparación con igual mes de 2018. Con ello el promedio de los primeros tres meses de la actual administración es (-) 1.5 por ciento, el segundo más bajo desde 1995.

La ausencia de una política industrial sigue cobrando una elevada factura a México y con ello al crecimiento. Para modificar este comportamiento se debe aplicar un programa contingente que tenga a la inversión productiva como su elemento central.

Si bien en enero el INEGI reportó una recuperación de la inversión, las cifras aún son modestas y podrían ser poco sostenibles. Para el primer mes del año, la tasa de crecimiento anual de la inversión fue de 1.1 por ciento, una cifra positiva después de las caídas de noviembre (-2.2 por ciento) y diciembre (-6.3 por ciento).

La noticia que se resaltó fue que en enero la inversión tuvo un crecimiento de ocho por ciento respecto a diciembre. Pero el aumento en relación con el primer mes de 2018 fue modesto ¿qué significa lo anterior?, básicamente que se recuperó parte del terreno perdido, pero que es prematuro asegurar que vienen tiempos mejores.

Las cifras del gobierno llaman a la cautela. El comportamiento de la inversión física del sector público fue negativo en febrero, una contracción de (-) 26.1 por ciento.

Si se agrega que la información oportuna del INEGI de la balanza comercial de febrero señala que la importación de bienes de capital (inversión en maquinaria y equipo importado) bajó (-) cinco por ciento, se puede adelantar que la inversión volverá a terreno negativo.

Las cifras de registro de empleo en el IMSS se encuentran en línea con lo anterior: la tasa de crecimiento en marzo pasado fue de 2.8 por ciento, con lo cual se acentúo la moderación en la creación de empleo que comenzó desde el segundo trimestre de 2018.

Se ha comentado en otras ocasiones, sin inversión no hay crecimiento, y como bien señala el Presidente: sin crecimiento no hay empleo, bienestar, paz y tranquilidad.

Por ello, será necesario que la actual administración siga el precepto que señala el titular del Poder Ejecutivo: obsesión por el crecimiento económico. La pregunta es ¿quién se encargará de convertirlo en realidad?

“Si no hay crecimiento económico no hay empleos, y si no hay empleos no hay bienestar, y si no hay bienestar no puede haber paz y tranquilidad”, aseveró el presidente Andrés Manuel López Obrador el pasado viernes 11 de abril en su conferencia de prensa matutina.

Con ello remató su reflexión sobre la consecuencia del bajo crecimiento promedio registrado durante las últimas décadas: dos por ciento.

El primer mandatario tiene razón, el crecimiento económico debe ser el objetivo central, de lo contrario no se podrá revertir la precarización social, laboral y productiva desde 1982, cuando la crisis y el estancamiento se volvió parte estructural de la historia económica del país.

Coincidiendo en la relevancia del crecimiento para alcanzar bienestar, paz y tranquilidad, es momento de considerar cómo revertir la tendencia actual de la economía.

El resultado publicado por el INEGI la semana pasada de la actividad industrial fue contundente: el cuarto mes de caída consecutiva. Si este comportamiento se mantiene dos meses más se podrá hablar de una recesión en la industria,algo que nadie desea y que se debe evitar.

En febrero la industria retrocedió (-) 0.9 por ciento, en comparación con igual mes de 2018. Con ello el promedio de los primeros tres meses de la actual administración es (-) 1.5 por ciento, el segundo más bajo desde 1995.

La ausencia de una política industrial sigue cobrando una elevada factura a México y con ello al crecimiento. Para modificar este comportamiento se debe aplicar un programa contingente que tenga a la inversión productiva como su elemento central.

Si bien en enero el INEGI reportó una recuperación de la inversión, las cifras aún son modestas y podrían ser poco sostenibles. Para el primer mes del año, la tasa de crecimiento anual de la inversión fue de 1.1 por ciento, una cifra positiva después de las caídas de noviembre (-2.2 por ciento) y diciembre (-6.3 por ciento).

La noticia que se resaltó fue que en enero la inversión tuvo un crecimiento de ocho por ciento respecto a diciembre. Pero el aumento en relación con el primer mes de 2018 fue modesto ¿qué significa lo anterior?, básicamente que se recuperó parte del terreno perdido, pero que es prematuro asegurar que vienen tiempos mejores.

Las cifras del gobierno llaman a la cautela. El comportamiento de la inversión física del sector público fue negativo en febrero, una contracción de (-) 26.1 por ciento.

Si se agrega que la información oportuna del INEGI de la balanza comercial de febrero señala que la importación de bienes de capital (inversión en maquinaria y equipo importado) bajó (-) cinco por ciento, se puede adelantar que la inversión volverá a terreno negativo.

Las cifras de registro de empleo en el IMSS se encuentran en línea con lo anterior: la tasa de crecimiento en marzo pasado fue de 2.8 por ciento, con lo cual se acentúo la moderación en la creación de empleo que comenzó desde el segundo trimestre de 2018.

Se ha comentado en otras ocasiones, sin inversión no hay crecimiento, y como bien señala el Presidente: sin crecimiento no hay empleo, bienestar, paz y tranquilidad.

Por ello, será necesario que la actual administración siga el precepto que señala el titular del Poder Ejecutivo: obsesión por el crecimiento económico. La pregunta es ¿quién se encargará de convertirlo en realidad?