/ miércoles 14 de abril de 2021

AMLO y LEA, profundas diferencias

Coronel en retiro del Estado Mayor Presidencial, abogado por la UNAM junto con su carrera militar, Jorge Nuño escribe los apuntes de su estrecha colaboración de cerca de 50 años con Luis Echeverría, que se mantiene cercano ya próximo el centenario de la vida del ex-presidente. Desfilarán en esas páginas los avatares nacionales e internacionales del sexenio 1970-76, pero también el análisis permanente, el interés activo de Luis Echeverría por el acontecer de la vida pública y la permanente latencia del Centro de Estudios del Tercer Mundo que el propio Nuño sostiene como instrumento de acción y juicio político. Las memorias del antiguo oficial del organismo castrense hoy desaparecido en el papel, serán sin duda una valiosa aportación a la justicia que la historia debe a Luis Echeverría, no obstante las distorsiones y los ataques de los que esa administración ha sido objeto por muchos años.

Un sesudo columnista político pretendía hace unos cuantos días establecer, a manera de crítica, similitudes entre el gobierno de Luis Echeverría y la administración actual con base en las relaciones con sectores empresariales. Nada más equivocado e injusto. Lejos de destruir, el gobierno de Echeverría construyó instituciones y organismos ciudadanos para el control de una gestión gubernamental y la vigorización de la democracia. Basta recordar algunas de ellas como el INFONAVIT, la Procuraduría del Consumidor, el FONACOT para el consumo de los trabadores, el Instituto Mexicano de Comercio Exterior o la secretaría de Turismo para afirmar que esa administración dio pasos firmes, hoy vigentes en la participación de la ciudadanía en el desarrollo del país y en la justicia social. En lo internacional, con una incansable actividad de relación con las grandes, medianas y pequeñas potencias, el gobierno de Echeverría mantuvo un diálogo constructivo, propositivo y digno entre los países en desarrollo y los altamente industrializados. Propuso y logró la aprobación de la Carta de los Derechos y Deberes de los Estados, reconocida por la ONU como la Carta Echeverría. Agrandó las dimensiones del territorio nacional con la Declaración del Mar Patrimonial, que a partir del territorial posibilita el aprovechamiento de los recursos de 200 millas de aguas bajo el control del país.

El gobierno de Luis Echeverría fue catalogado como populista de izquierda, pero aún cuando tuvo diferencias con el sector privado, dio un impulso importante a la inversión del capital con proyectos concretos en los que dio participación a la iniciativa privada como la creación del foco turístico de Cancún y otros que han adquirido prestigio internacional.

Sería prolijo detallar cada uno de los logros, pero también de los errores y fallas de la administración de Luis Echeverría, pero es de justicia, en los albores de su muerte, reconocer su aportación al desarrollo del país. Los apuntes de Jorge Nuño serán importantes para un juicio objetivo de la administración de Echeverría.

De su gobierno se recuerdan pasajes o episodios de discrepancias con algunos sectores del empresariado, particularmente la equivocada atribución a la presidencia del intento de secuestro y final asesinato del empresario regiomontano Eugenio Garza Sada. Prevalecía en el país un clima de enfrentamiento y malos entendidos entre grupos de empresarios y la administración, ambiente que no permitió valorar las confesiones de los propios ejecutores de la muerte de Garza Sada, que en justicia debían haber esfumado toda sospecha de responsabilidad oficial.

Se reprocha a Luis Echeverría acontecimientos de la economía del país como la devaluación del 31 de agosto de 1976, la primera en 22 años y la última en la que el gobierno tuvo la responsabilidad de anunciar las modificaciones en el tipo de cambio del peso frente al dólar. Pocos días después de ese acontecimiento, se dio a conocer la libre flotación de la moneda en el mercado internacional, dejándola a las fluctuaciones del mercado. La devaluación de 1976 se dio en medio de una serie de fenómenos internacionales, que en México se tradujo en una enorme fuga de capitales que prácticamente vaciaron las arcas del Banco de México. Sin embargo, a la devaluación de 1976 siguieron otras en gobiernos sucesivos de muchas mayores proporciones y consecuencias para la economía del país. Lejos de incrementar la fuerza del Estado, en la administración de Echeverría fueron creados los primeros fideicomisos, hoy en vías de extinción, que obligaron al gobierno a crear fondos para fines específicos como el de desastres naturales, que se mantuvieron por muchos años cumpliendo sus cometidos. El gobierno de Luis Echeverría mantuvo una deuda externa de alrededor de 20 mil millones de dólares y un crecimiento sostenido del 5 por ciento anual en el producto interno bruto en los seis años de gobierno. En lo político, el gobierno de Echeverría mantuvo un orden interno frente al crecimiento de la delincuencia y la presencia de guerrillas que no alcanzaron jamás las alarmantes proporciones de la actualidad.

Imposible, pues, establecer similitudes entre el gobierno de Luis Echeverría con una administración como la actual en la que tanto se destruye sin nada construir y en la que la división es la característica de una política que no logra transformación alguna de las tantas anunciadas desde su comienzo. La historia colocará a cada quien en el lugar que le corresponda.

sdelrio1934@gmail.com

Coronel en retiro del Estado Mayor Presidencial, abogado por la UNAM junto con su carrera militar, Jorge Nuño escribe los apuntes de su estrecha colaboración de cerca de 50 años con Luis Echeverría, que se mantiene cercano ya próximo el centenario de la vida del ex-presidente. Desfilarán en esas páginas los avatares nacionales e internacionales del sexenio 1970-76, pero también el análisis permanente, el interés activo de Luis Echeverría por el acontecer de la vida pública y la permanente latencia del Centro de Estudios del Tercer Mundo que el propio Nuño sostiene como instrumento de acción y juicio político. Las memorias del antiguo oficial del organismo castrense hoy desaparecido en el papel, serán sin duda una valiosa aportación a la justicia que la historia debe a Luis Echeverría, no obstante las distorsiones y los ataques de los que esa administración ha sido objeto por muchos años.

Un sesudo columnista político pretendía hace unos cuantos días establecer, a manera de crítica, similitudes entre el gobierno de Luis Echeverría y la administración actual con base en las relaciones con sectores empresariales. Nada más equivocado e injusto. Lejos de destruir, el gobierno de Echeverría construyó instituciones y organismos ciudadanos para el control de una gestión gubernamental y la vigorización de la democracia. Basta recordar algunas de ellas como el INFONAVIT, la Procuraduría del Consumidor, el FONACOT para el consumo de los trabadores, el Instituto Mexicano de Comercio Exterior o la secretaría de Turismo para afirmar que esa administración dio pasos firmes, hoy vigentes en la participación de la ciudadanía en el desarrollo del país y en la justicia social. En lo internacional, con una incansable actividad de relación con las grandes, medianas y pequeñas potencias, el gobierno de Echeverría mantuvo un diálogo constructivo, propositivo y digno entre los países en desarrollo y los altamente industrializados. Propuso y logró la aprobación de la Carta de los Derechos y Deberes de los Estados, reconocida por la ONU como la Carta Echeverría. Agrandó las dimensiones del territorio nacional con la Declaración del Mar Patrimonial, que a partir del territorial posibilita el aprovechamiento de los recursos de 200 millas de aguas bajo el control del país.

El gobierno de Luis Echeverría fue catalogado como populista de izquierda, pero aún cuando tuvo diferencias con el sector privado, dio un impulso importante a la inversión del capital con proyectos concretos en los que dio participación a la iniciativa privada como la creación del foco turístico de Cancún y otros que han adquirido prestigio internacional.

Sería prolijo detallar cada uno de los logros, pero también de los errores y fallas de la administración de Luis Echeverría, pero es de justicia, en los albores de su muerte, reconocer su aportación al desarrollo del país. Los apuntes de Jorge Nuño serán importantes para un juicio objetivo de la administración de Echeverría.

De su gobierno se recuerdan pasajes o episodios de discrepancias con algunos sectores del empresariado, particularmente la equivocada atribución a la presidencia del intento de secuestro y final asesinato del empresario regiomontano Eugenio Garza Sada. Prevalecía en el país un clima de enfrentamiento y malos entendidos entre grupos de empresarios y la administración, ambiente que no permitió valorar las confesiones de los propios ejecutores de la muerte de Garza Sada, que en justicia debían haber esfumado toda sospecha de responsabilidad oficial.

Se reprocha a Luis Echeverría acontecimientos de la economía del país como la devaluación del 31 de agosto de 1976, la primera en 22 años y la última en la que el gobierno tuvo la responsabilidad de anunciar las modificaciones en el tipo de cambio del peso frente al dólar. Pocos días después de ese acontecimiento, se dio a conocer la libre flotación de la moneda en el mercado internacional, dejándola a las fluctuaciones del mercado. La devaluación de 1976 se dio en medio de una serie de fenómenos internacionales, que en México se tradujo en una enorme fuga de capitales que prácticamente vaciaron las arcas del Banco de México. Sin embargo, a la devaluación de 1976 siguieron otras en gobiernos sucesivos de muchas mayores proporciones y consecuencias para la economía del país. Lejos de incrementar la fuerza del Estado, en la administración de Echeverría fueron creados los primeros fideicomisos, hoy en vías de extinción, que obligaron al gobierno a crear fondos para fines específicos como el de desastres naturales, que se mantuvieron por muchos años cumpliendo sus cometidos. El gobierno de Luis Echeverría mantuvo una deuda externa de alrededor de 20 mil millones de dólares y un crecimiento sostenido del 5 por ciento anual en el producto interno bruto en los seis años de gobierno. En lo político, el gobierno de Echeverría mantuvo un orden interno frente al crecimiento de la delincuencia y la presencia de guerrillas que no alcanzaron jamás las alarmantes proporciones de la actualidad.

Imposible, pues, establecer similitudes entre el gobierno de Luis Echeverría con una administración como la actual en la que tanto se destruye sin nada construir y en la que la división es la característica de una política que no logra transformación alguna de las tantas anunciadas desde su comienzo. La historia colocará a cada quien en el lugar que le corresponda.

sdelrio1934@gmail.com