/ jueves 22 de noviembre de 2018

Amnistía para la pacificación

Al presentar la estrategia de seguridad nacional el futuro secretario de Seguridad Pública dijo que el combate armado a los grupos de narcotraficantes ha tenido como consecuencia una serie de “masacres” —aunque los dos grupos o bandos estaban y están perfectamente armados, salvo emboscadas— razón por la que el nuevo gobierno optará por el desarme y entrega voluntaria de los delincuentes a cambio de concederles amnistía, o sea, perdón basado en el olvido -amnesia- de los delitos en que han incurrido.

La verdad es que la autoridad súbitamente se quedará sin memoria de una cadena interminable de crímenes. Ahora bien, como ya lo he sostenido en este espacio periodístico, y al margen del asombro o sorpresa que pueda causar la noticia, el hecho es que la delincuencia llamada organizada es un grupo de enorme poder, de poder negativo, pero poder al fin y al cabo. Ferdinand Lassalle, el notable abogado y político socialista alemán diría que constituyen un factor real de poder. En tal virtud el gobernante, si es realista, los debe tener en cuenta. ¿Para perseguirlos, eliminarlos, procesarlos y sancionarlos? Conforme a Derecho sí, aunque esto en México no ha dado resultados favorables ya que la violencia no disminuye.

El realismo político, por lo tanto, y sin excluir la relevancia y necesidad del Estado de derecho, ha de considerar a ese conjunto de individuos como un factor o elemento que siendo sin duda negativo influye de manera determinante en la vida social. ¿Qué generan? Miedo, inseguridad, violencia y constante derramamiento de sangre. Sin embargo no se los ha podido eliminar. ¿Qué hacer, entonces? Guste o no gobernar con ellos, pues lamentable y trágicamente están allí. Son, repito, un factor o causa negativa y real, insertos en el seno de la sociedad que se gobierna.

Lo evidente es que la teoría política, y por ende la práctica de ella, no los puede omitir. Lassalle, por cierto, dice que una constitución es “la suma de los factores reales de poder que rigen en un país”. Y añade: “Se cogen esos factores reales de poder, se extienden en una hoja de papel, se les da expresión escrita, y a partir de este momento, incorporados a un papel, ya no son simples factores reales de poder, sino que se han erigido en derecho, en instituciones jurídicas”. Y luego continúa: “los problemas constitucionales no son, primariamente, problemas de derecho, sino de poder… las constituciones escritas no tienen valor ni son duraderas más que cuando dan expresión fiel a los factores de poder imperantes en la realidad social” (en ¿Qué es una Constitución?, Editorial Ariel, Barcelona-Caracas-México, 1976, traducción de Wecenslao Roces).

En consecuencia es innegable que el crimen que se llama organizado es un factor real de poder en México, partiendo de la base de que poder es “tener expedita la facultad o potencia de hacer algo” (en la especie delitos), “tener dominio o imperio para ejecutar algo” (en la especie delitos), según y conforme la Real Academia de la Lengua Española.

Asombra desde luego la sorpresiva decisión que va a tomar el próximo gobierno con la “entrega voluntaria de los criminales, a cambio de darles amnistías”. Sin la menor duda. Pero con base en lo que he transcrito tal medida implica que el crimen organizado, insisto, es un factor real de poder habida cuenta de que en la dirección del país es necesario y conveniente acordar y conciliar con él para mantener y conservar la paz. Es la política que viene. Ya veremos cómo nos va.

@RaulCarranca

www.facebook.com/despacho.raulcarranca

Al presentar la estrategia de seguridad nacional el futuro secretario de Seguridad Pública dijo que el combate armado a los grupos de narcotraficantes ha tenido como consecuencia una serie de “masacres” —aunque los dos grupos o bandos estaban y están perfectamente armados, salvo emboscadas— razón por la que el nuevo gobierno optará por el desarme y entrega voluntaria de los delincuentes a cambio de concederles amnistía, o sea, perdón basado en el olvido -amnesia- de los delitos en que han incurrido.

La verdad es que la autoridad súbitamente se quedará sin memoria de una cadena interminable de crímenes. Ahora bien, como ya lo he sostenido en este espacio periodístico, y al margen del asombro o sorpresa que pueda causar la noticia, el hecho es que la delincuencia llamada organizada es un grupo de enorme poder, de poder negativo, pero poder al fin y al cabo. Ferdinand Lassalle, el notable abogado y político socialista alemán diría que constituyen un factor real de poder. En tal virtud el gobernante, si es realista, los debe tener en cuenta. ¿Para perseguirlos, eliminarlos, procesarlos y sancionarlos? Conforme a Derecho sí, aunque esto en México no ha dado resultados favorables ya que la violencia no disminuye.

El realismo político, por lo tanto, y sin excluir la relevancia y necesidad del Estado de derecho, ha de considerar a ese conjunto de individuos como un factor o elemento que siendo sin duda negativo influye de manera determinante en la vida social. ¿Qué generan? Miedo, inseguridad, violencia y constante derramamiento de sangre. Sin embargo no se los ha podido eliminar. ¿Qué hacer, entonces? Guste o no gobernar con ellos, pues lamentable y trágicamente están allí. Son, repito, un factor o causa negativa y real, insertos en el seno de la sociedad que se gobierna.

Lo evidente es que la teoría política, y por ende la práctica de ella, no los puede omitir. Lassalle, por cierto, dice que una constitución es “la suma de los factores reales de poder que rigen en un país”. Y añade: “Se cogen esos factores reales de poder, se extienden en una hoja de papel, se les da expresión escrita, y a partir de este momento, incorporados a un papel, ya no son simples factores reales de poder, sino que se han erigido en derecho, en instituciones jurídicas”. Y luego continúa: “los problemas constitucionales no son, primariamente, problemas de derecho, sino de poder… las constituciones escritas no tienen valor ni son duraderas más que cuando dan expresión fiel a los factores de poder imperantes en la realidad social” (en ¿Qué es una Constitución?, Editorial Ariel, Barcelona-Caracas-México, 1976, traducción de Wecenslao Roces).

En consecuencia es innegable que el crimen que se llama organizado es un factor real de poder en México, partiendo de la base de que poder es “tener expedita la facultad o potencia de hacer algo” (en la especie delitos), “tener dominio o imperio para ejecutar algo” (en la especie delitos), según y conforme la Real Academia de la Lengua Española.

Asombra desde luego la sorpresiva decisión que va a tomar el próximo gobierno con la “entrega voluntaria de los criminales, a cambio de darles amnistías”. Sin la menor duda. Pero con base en lo que he transcrito tal medida implica que el crimen organizado, insisto, es un factor real de poder habida cuenta de que en la dirección del país es necesario y conveniente acordar y conciliar con él para mantener y conservar la paz. Es la política que viene. Ya veremos cómo nos va.

@RaulCarranca

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