/ lunes 23 de enero de 2023

Analista Económico | Economía mexicana: tres señales del desafío

El resultado preliminar de crecimiento económico publicado por el INEGI para el mes de diciembre señala claramente que la tregua terminó y que los resultados atípicos observados entre agosto y noviembre comenzarán a ceder ante menores exportaciones de manufacturas y ante la debilidad estructural del mercado interno y la construcción.

El reporte del INEGI lo pone en claro: una proyección preliminar de crecimiento para diciembre de 2.7% que contrasta con los resultados previos que superaron el 4%.

El menor desempeño llegó por el sector industrial: únicamente avanzó 1.2% en tanto que los servicios aumentaron 2.8%. Si bien las cifras definitivas podrían modificarse en algunas décimas, hay dos aspectos esenciales que no cambiarán.

El primero se refiere a la tendencia del ciclo económico que se puede estimar en función del último resultado del Indicador Global de Actividad Económica (IGAE): tanto la economía en general como los sectores industrial y de servicios exhiben una tendencia a la baja que no se revertirá en tanto no se eleve la inversión productiva en el sector de la construcción.

Por ello se prevé que los resultados de crecimiento durante el primer trimestre del 2023 se serán más al 2% y que para el segundo trimestre oscilarán alrededor del 1%.

El segundo aspecto por considerar es la realidad incubada en el sector industrial: más allá de las promesas y esperanzas que despierta el “nearshoring”, en el corto plazo se vive un debilitamiento en el sector industrial, una dinámica que se encuentra en línea con lo que ocurre en Estados Unidos, particularmente en las manufacturas.

La evolución de la manufactura y de la construcción estadounidense han entrado en una clara fase de contracción, un factor que inhibirá las exportaciones industriales de México. Con ello se perderá uno de los fundamentos del crecimiento económico nacional de los dos últimos años.

Lo descrito no es una sorpresa porque la información del INEGI es consistente con las señales que el sector de las manufacturas global generó desde septiembre pasado: Estados Unidos, China, la Unión Europea, Gran Bretaña y Japón, por citar algunas de las economías más relevantes, han visto que su sector manufacturero ha entrado en una zona de contracción, un hecho que afectará a México durante el 2023.

Lo descrito se da en un contexto de cambio estructural en materia de precios: la moderación del incremento en la inflación no significa que el sistema productivo en México volverá al nivel de precios existente antes de la pandemia: empresas, hogares y gobierno enfrentarán precios más elevados y, en consecuencia, más restrictivos.

La limitación llega tanto por la disminución del poder adquisitivo, por el aumento en las tasas de interés, la especulación financiera y la competencia desleal que ello provoca: mientras en México, Estados Unidos y la Unión Europea se aplican incrementos en los réditos para controlar la inflación; en China, Turquía, Japón, Indonesia y Rusia se disminuyen las tasas o, por lo menos, se mantienen estables.

Lo anterior genera una distorsión en el costro y riesgo financiero que abre el camino a la especulación del tipo de cambio: la caída del dólar muestra la apuesta en los mercados financieros por fortalecer las ganancias en bonos y activos. No obstante, si ello no es sostenible, el costo será un “rebote” que afectará a las monedas de los mercados emergentes: un mensaje para el peso mexicano.

El resultado preliminar de crecimiento económico publicado por el INEGI para el mes de diciembre señala claramente que la tregua terminó y que los resultados atípicos observados entre agosto y noviembre comenzarán a ceder ante menores exportaciones de manufacturas y ante la debilidad estructural del mercado interno y la construcción.

El reporte del INEGI lo pone en claro: una proyección preliminar de crecimiento para diciembre de 2.7% que contrasta con los resultados previos que superaron el 4%.

El menor desempeño llegó por el sector industrial: únicamente avanzó 1.2% en tanto que los servicios aumentaron 2.8%. Si bien las cifras definitivas podrían modificarse en algunas décimas, hay dos aspectos esenciales que no cambiarán.

El primero se refiere a la tendencia del ciclo económico que se puede estimar en función del último resultado del Indicador Global de Actividad Económica (IGAE): tanto la economía en general como los sectores industrial y de servicios exhiben una tendencia a la baja que no se revertirá en tanto no se eleve la inversión productiva en el sector de la construcción.

Por ello se prevé que los resultados de crecimiento durante el primer trimestre del 2023 se serán más al 2% y que para el segundo trimestre oscilarán alrededor del 1%.

El segundo aspecto por considerar es la realidad incubada en el sector industrial: más allá de las promesas y esperanzas que despierta el “nearshoring”, en el corto plazo se vive un debilitamiento en el sector industrial, una dinámica que se encuentra en línea con lo que ocurre en Estados Unidos, particularmente en las manufacturas.

La evolución de la manufactura y de la construcción estadounidense han entrado en una clara fase de contracción, un factor que inhibirá las exportaciones industriales de México. Con ello se perderá uno de los fundamentos del crecimiento económico nacional de los dos últimos años.

Lo descrito no es una sorpresa porque la información del INEGI es consistente con las señales que el sector de las manufacturas global generó desde septiembre pasado: Estados Unidos, China, la Unión Europea, Gran Bretaña y Japón, por citar algunas de las economías más relevantes, han visto que su sector manufacturero ha entrado en una zona de contracción, un hecho que afectará a México durante el 2023.

Lo descrito se da en un contexto de cambio estructural en materia de precios: la moderación del incremento en la inflación no significa que el sistema productivo en México volverá al nivel de precios existente antes de la pandemia: empresas, hogares y gobierno enfrentarán precios más elevados y, en consecuencia, más restrictivos.

La limitación llega tanto por la disminución del poder adquisitivo, por el aumento en las tasas de interés, la especulación financiera y la competencia desleal que ello provoca: mientras en México, Estados Unidos y la Unión Europea se aplican incrementos en los réditos para controlar la inflación; en China, Turquía, Japón, Indonesia y Rusia se disminuyen las tasas o, por lo menos, se mantienen estables.

Lo anterior genera una distorsión en el costro y riesgo financiero que abre el camino a la especulación del tipo de cambio: la caída del dólar muestra la apuesta en los mercados financieros por fortalecer las ganancias en bonos y activos. No obstante, si ello no es sostenible, el costo será un “rebote” que afectará a las monedas de los mercados emergentes: un mensaje para el peso mexicano.