/ lunes 21 de mayo de 2018

Anónimos

Samuel Edward Finer, era un profesor de Ciencias Políticas e Historia en Inglaterra. Su primer libro --Introducción a la Administración Pública-- lo publicó en 1950. Siguió El Imperio Anónimo, un estudio revelador del poder económico y político que blandían las grandes empresas industriales, comerciales y financieras a través de la cámara de los Comunes. Finer relacionó el nombre de cada uno de los honorables miembros con las curules financiadas por las más influyentes empresas de la Gran Bretaña. Sorprendido de su hallazgo, Finer exclamó: ¡este ya no es el gobierno de su Majestad Británica! Es, es… ¡el Imperio Anónimo! La alta sociedad británica entera se escandalizó. Se puso en marcha de inmediato una reforma electoral y política. No obstante su poderío económico y comercial, las utilidades ya no fueron escandalosas. Disminuyeron. Y se democratizaron la Cámara de los Lores y la Cámara de los Comunes. Poco tiempo después Finer publicó The Man on Horseback: El hombre a caballo, el papel de los militares en la política. En 1975 salió Política de Adversarios y Reforma Política. Y siguió escribiendo su última y magnífica obra: Historia del Gobierno desde los tiempos más remotos. Los tres volúmenes llegaron a las librerías en 1997.

Correctamente pueden denominarse INSTITUCIONES aquéllos modos de hacer las cosas que prueban ser útiles para resolver conflictos, auxiliar a las personas en peligro por enfermedad o accidentes, fortalecer la capacidad de los gobiernos para dar seguridades sociales a sus ciudadanos y a los servidores del estado que constituyen la administración pública, la cual habrá de regirse por leyes generadas por el Parlamento o los Congresos Nacionales, locales o los cabildos municipales. Después de la primera institución política que se creó en Inglaterra con base en la Carta Magna, que fue el Parlamento constituido por los más poderosos señores feudales, el Monarca inglés se sometió a la supervisión de la institución legislativa genérica y de elaboración de normas concernientes al ejercicio político, entendido por político el propósito fundamental, permanente de redistribuir valores para la sociedad entera, entendido como valor el objeto de cualquier necesidad, actitud deseo o propósito de quienes son ciudadanos de una República o de un Reino con un Poder legislativo cuyas normas efectúen la redistribución legal y efectiva de los valores sociales. La Gran Carta, la Magna Charta fue promulgada después de tensas y complicadas reuniones en Runnymede, la ciénaga maloliente y plagada de mosquitos a donde fue llevado el Monarca John Lackland para parlamentar y ponerse de acuerdo con los señores feudales. Después de luchas y discusiones entre los nobles y el Rey, la Carta Magna fue sancionada por el Parlamento en Londres el 15 de junio de 1215. Quedaron protegidos legalmente los nobles normandos de la opresión anglosajona.

Quede claro: las instituciones no son dogmas, órdenes de vigencia eterna como las de la Iglesia Católica Romana o las Griegas Ortodoxas, El Corán o el Antiguo Testamento. Las instituciones para no ser enviadas al diablo, deben modificarse y hacerse eficaces, prácticas, aplicables con pertinencia y rapidez para que las sociedades avancen, prosperen y los diferentes estratos sociales o grupos de poder no obstante sus enorme influencia, respeten a la población en general, es decir: a los que no tienen linaje y a los esforzados trabajadores, artesanos y a los trabajadores versados en las mil y una especialidades industriales, escolares, científicas, sociales, educativas. Evitemos la soberbia y pedantería de pretendidos eruditos. Las instituciones son, reitero, simples y llanas formas de hacer las cosas. Si ya no funcionan, como dijo ya saben quien, al diablo con ellas. Y a legislar con imaginación y propósitos de servicio ciudadano.

Samuel Edward Finer, era un profesor de Ciencias Políticas e Historia en Inglaterra. Su primer libro --Introducción a la Administración Pública-- lo publicó en 1950. Siguió El Imperio Anónimo, un estudio revelador del poder económico y político que blandían las grandes empresas industriales, comerciales y financieras a través de la cámara de los Comunes. Finer relacionó el nombre de cada uno de los honorables miembros con las curules financiadas por las más influyentes empresas de la Gran Bretaña. Sorprendido de su hallazgo, Finer exclamó: ¡este ya no es el gobierno de su Majestad Británica! Es, es… ¡el Imperio Anónimo! La alta sociedad británica entera se escandalizó. Se puso en marcha de inmediato una reforma electoral y política. No obstante su poderío económico y comercial, las utilidades ya no fueron escandalosas. Disminuyeron. Y se democratizaron la Cámara de los Lores y la Cámara de los Comunes. Poco tiempo después Finer publicó The Man on Horseback: El hombre a caballo, el papel de los militares en la política. En 1975 salió Política de Adversarios y Reforma Política. Y siguió escribiendo su última y magnífica obra: Historia del Gobierno desde los tiempos más remotos. Los tres volúmenes llegaron a las librerías en 1997.

Correctamente pueden denominarse INSTITUCIONES aquéllos modos de hacer las cosas que prueban ser útiles para resolver conflictos, auxiliar a las personas en peligro por enfermedad o accidentes, fortalecer la capacidad de los gobiernos para dar seguridades sociales a sus ciudadanos y a los servidores del estado que constituyen la administración pública, la cual habrá de regirse por leyes generadas por el Parlamento o los Congresos Nacionales, locales o los cabildos municipales. Después de la primera institución política que se creó en Inglaterra con base en la Carta Magna, que fue el Parlamento constituido por los más poderosos señores feudales, el Monarca inglés se sometió a la supervisión de la institución legislativa genérica y de elaboración de normas concernientes al ejercicio político, entendido por político el propósito fundamental, permanente de redistribuir valores para la sociedad entera, entendido como valor el objeto de cualquier necesidad, actitud deseo o propósito de quienes son ciudadanos de una República o de un Reino con un Poder legislativo cuyas normas efectúen la redistribución legal y efectiva de los valores sociales. La Gran Carta, la Magna Charta fue promulgada después de tensas y complicadas reuniones en Runnymede, la ciénaga maloliente y plagada de mosquitos a donde fue llevado el Monarca John Lackland para parlamentar y ponerse de acuerdo con los señores feudales. Después de luchas y discusiones entre los nobles y el Rey, la Carta Magna fue sancionada por el Parlamento en Londres el 15 de junio de 1215. Quedaron protegidos legalmente los nobles normandos de la opresión anglosajona.

Quede claro: las instituciones no son dogmas, órdenes de vigencia eterna como las de la Iglesia Católica Romana o las Griegas Ortodoxas, El Corán o el Antiguo Testamento. Las instituciones para no ser enviadas al diablo, deben modificarse y hacerse eficaces, prácticas, aplicables con pertinencia y rapidez para que las sociedades avancen, prosperen y los diferentes estratos sociales o grupos de poder no obstante sus enorme influencia, respeten a la población en general, es decir: a los que no tienen linaje y a los esforzados trabajadores, artesanos y a los trabajadores versados en las mil y una especialidades industriales, escolares, científicas, sociales, educativas. Evitemos la soberbia y pedantería de pretendidos eruditos. Las instituciones son, reitero, simples y llanas formas de hacer las cosas. Si ya no funcionan, como dijo ya saben quien, al diablo con ellas. Y a legislar con imaginación y propósitos de servicio ciudadano.

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