/ martes 25 de septiembre de 2018

Apapachadora reforma calificada de punitiva

Algo que a la colectividad nacional le debiera resultar alarmante y motivo de múltiples manifestaciones de repudio es el declarado propósito del presidente electo de abrogar la Reforma Educativa. Como todo proyecto contiene algunas fallas y puede ser mejorada, pero proclamar como imperativo: “No va a quedar ni una coma de la Reforma Educativa” resulta en verdad aberrante y pone de relieve los aviesos intereses electorales que impulsaron el hacer campaña política contra la reforma educativa.

Enarbolando esa bandera el candidato presidencial de Morena conseguía el apoyo en múltiples planos de los liderazgos sindicales del conjunto de la CNTE y de una parte del SNTE. Son esos liderazgos los que resultan esencialmente perjudicados con la reforma porque son ellos los que pierden un abusivo control que, por irresponsable y punible lenidad de sucesivos regímenes sexenales, venían ejerciendo sobre recursos financieros, materiales, de nómina laboral y en general de política educativa, para destinarlos a su muy gremial y personal beneficio. Se trató de una espuria alianza en búsqueda de egoístas ganancias electorales, sin reparar en el grave daño que se imponía a niños y jóvenes sometidos al deplorable nivel de la calidad educativa que prevalece en los espacios de mayor radicalismo opositor contra la reforma en cuestión.

Son múltiples los argumentos falaces que se han utilizado contra esta reforma. Uno en el que sus opositores han incurrido con mayor frecuencia es el de calificarla como punitiva. El 22 de agosto en foro organizado por Banorte, el anunciado como titular de la SEP en el gabinete AMLO, declaró que los maestros no se oponen a ser evaluados, sino que quieren ser capacitados antes de presentar exámenes.

La realidad es que ese no oponerse es absolutamente falso en el caso de la CNTE, la cual ha recurrido hasta a acciones violentas e ilícitas en su afán de oponerse a cualquier tipo de evaluación. Muchos de ellos han obtenido su plaza no por méritos académicos sino por sumisiones sindicales y considerando los escasos días de clase y su deficiente capacidad de enseñanza, se han opuesto radicalmente también a la evaluación de sus alumnos.

Por lo que respecta a la afirmación de que quieren ser capacitados antes de presentar exámenes, habría que aclarar que hay ya muchos maestros que son muy aptos y que no necesitan capacitarse. Por eso se hacen los primeros exámenes, para evitar que se vean obligados a capacitarse quienes no lo necesitan. Para aquellos que reprueban en esa primera ocasión está previsto en la actual Reforma que se les prepare para ponerlos en aptitud de desempeñar su función. Si vuelven a reprobar los exámenes, se les consiente y se les vuelven a dar las oportunidades de preparación para presentarse a un tercer examen.

En caso de que reprueben por tercera vez, de acuerdo con la consentidora Reforma, no se les despide. Sólo se les conserva su puesto, asignándoles una tarea administrativa con el fin de preservar la misión de que los niños puedan recibir una educación de la mejor calidad posible. Eso a lo que AMLO y sus seguidores de Morena han descalificado como una falsa reforma de carácter punitivo. ¿A alguien le puede parecer sensato o razonable calificar tal apapachamiento de esa manera?

amartinezv@derecho.unam.mx@AlejoMVendrell


Algo que a la colectividad nacional le debiera resultar alarmante y motivo de múltiples manifestaciones de repudio es el declarado propósito del presidente electo de abrogar la Reforma Educativa. Como todo proyecto contiene algunas fallas y puede ser mejorada, pero proclamar como imperativo: “No va a quedar ni una coma de la Reforma Educativa” resulta en verdad aberrante y pone de relieve los aviesos intereses electorales que impulsaron el hacer campaña política contra la reforma educativa.

Enarbolando esa bandera el candidato presidencial de Morena conseguía el apoyo en múltiples planos de los liderazgos sindicales del conjunto de la CNTE y de una parte del SNTE. Son esos liderazgos los que resultan esencialmente perjudicados con la reforma porque son ellos los que pierden un abusivo control que, por irresponsable y punible lenidad de sucesivos regímenes sexenales, venían ejerciendo sobre recursos financieros, materiales, de nómina laboral y en general de política educativa, para destinarlos a su muy gremial y personal beneficio. Se trató de una espuria alianza en búsqueda de egoístas ganancias electorales, sin reparar en el grave daño que se imponía a niños y jóvenes sometidos al deplorable nivel de la calidad educativa que prevalece en los espacios de mayor radicalismo opositor contra la reforma en cuestión.

Son múltiples los argumentos falaces que se han utilizado contra esta reforma. Uno en el que sus opositores han incurrido con mayor frecuencia es el de calificarla como punitiva. El 22 de agosto en foro organizado por Banorte, el anunciado como titular de la SEP en el gabinete AMLO, declaró que los maestros no se oponen a ser evaluados, sino que quieren ser capacitados antes de presentar exámenes.

La realidad es que ese no oponerse es absolutamente falso en el caso de la CNTE, la cual ha recurrido hasta a acciones violentas e ilícitas en su afán de oponerse a cualquier tipo de evaluación. Muchos de ellos han obtenido su plaza no por méritos académicos sino por sumisiones sindicales y considerando los escasos días de clase y su deficiente capacidad de enseñanza, se han opuesto radicalmente también a la evaluación de sus alumnos.

Por lo que respecta a la afirmación de que quieren ser capacitados antes de presentar exámenes, habría que aclarar que hay ya muchos maestros que son muy aptos y que no necesitan capacitarse. Por eso se hacen los primeros exámenes, para evitar que se vean obligados a capacitarse quienes no lo necesitan. Para aquellos que reprueban en esa primera ocasión está previsto en la actual Reforma que se les prepare para ponerlos en aptitud de desempeñar su función. Si vuelven a reprobar los exámenes, se les consiente y se les vuelven a dar las oportunidades de preparación para presentarse a un tercer examen.

En caso de que reprueben por tercera vez, de acuerdo con la consentidora Reforma, no se les despide. Sólo se les conserva su puesto, asignándoles una tarea administrativa con el fin de preservar la misión de que los niños puedan recibir una educación de la mejor calidad posible. Eso a lo que AMLO y sus seguidores de Morena han descalificado como una falsa reforma de carácter punitivo. ¿A alguien le puede parecer sensato o razonable calificar tal apapachamiento de esa manera?

amartinezv@derecho.unam.mx@AlejoMVendrell