/ sábado 26 de enero de 2019

Arte y academia

La voz de Plácido Domingo ha trascendido al mundo

Ana María Longi

Innegable. A través de su triunfadora carrera, el gran cantante de ópera madrileño, Plácido Domingo Embil; ha logrado que los mexicanos nos sintamos legítimamente orgullosos de sus imparables éxitos.

¿Por qué? Porque habiendo nacido en 1941, en España, y siendo el compañero inseparable de sus padres en todos los foros de Latinoamérica, el muy joven Plácido de 9 años de edad, se quedó a vivir en nuestro país, justamente con sus progenitores, artistas de Zarzuela, para enseguida, educarse de manera particular, dentro del histórico Conservatorio Nacional de Música, el tesoro que hasta la fecha cultiva admirablemente su garganta.

Así, Plácido Domingo, quien cuenta con una espléndida presencia de 78 años de edad, (festejados el 21 del actual); y más de 50 de trayectoria, inauguró -hace apenas tres meses de 2018-, el Auditorio al Aire Libre, del citado Conservatorio, nada menos que con su nombre. Sellándose con ello, el gran amor que siente hacia nuestra Cultura, y que él se ha encargado de enriquecerla lo mismo con repertorios de Carmen, Sansón y Dalilah, Werther, Don Carlo, Otello, Tosca, entre otras; que con composiciones tan amadas como Júrame, de María Greever o Granada, de Agustín Lara.

Con sus tesituras de tenor y de barítono, Plácido Domingo, ha demostrado que un gran número de canciones mexicanas, fueron hechas con un alto grado de dificultad musical, y que se les puede considerar de la más alta calidad compositiva, como Ojos tapatíos, Alevántate, El día que me quieras, o, Nunca, nunca, nunca, sólo por nombrar algunas de las miles que existen. Empero, regresando al pequeño Plácido, señalemos que el tan genial como bohemio niño, se educó musicalmente, asistiendo a las funciones en las que actuaban sus padres. Haciéndonos recordar la rueda de prensa, en la que aseveró, sonriente, que a los 5 años salió de uno de los teatros tarareando el intermedio de El caserío que acababa de escuchar. Por ello, mientras cursaba sus estudios primarios empezó a estudiar solfeo con el maestro Manuel Barajas y subió varias veces a interpretar papeles infantiles en algunas obras.

Aunque su voz todavía no estaba formada, comenzó a cantar zarzuelas, protagonizando incluso la versión cinematográfica de algunas óperas como La traviata, Otello, o Carmen. En el teatro de la Maestranza, presentó en 1992, la versión de Un ballo in maschera, de Verdi. Y participó también, en los Juegos Olímpicos de Barcelona. Ahora bien: ¿En qué radica realmente el éxito de Plácido Domingo en las salas de concierto? Bueno, atendiendo conceptos de especialistas, el tenor tiene el don de otorgar gran realismo a sus interpretaciones, a las que añade, además, gran belleza y colorido. Razón por la cual ha actuado en casi todas las casas de ópera del mundo, y ha interpretado unos 85 personajes distintos, tanto en italiano y francés como en alemán y español, dirigido por importantes genios operísticos, como Herbert von Karajan. Un beso... Y hasta la próxima charla


La voz de Plácido Domingo ha trascendido al mundo

Ana María Longi

Innegable. A través de su triunfadora carrera, el gran cantante de ópera madrileño, Plácido Domingo Embil; ha logrado que los mexicanos nos sintamos legítimamente orgullosos de sus imparables éxitos.

¿Por qué? Porque habiendo nacido en 1941, en España, y siendo el compañero inseparable de sus padres en todos los foros de Latinoamérica, el muy joven Plácido de 9 años de edad, se quedó a vivir en nuestro país, justamente con sus progenitores, artistas de Zarzuela, para enseguida, educarse de manera particular, dentro del histórico Conservatorio Nacional de Música, el tesoro que hasta la fecha cultiva admirablemente su garganta.

Así, Plácido Domingo, quien cuenta con una espléndida presencia de 78 años de edad, (festejados el 21 del actual); y más de 50 de trayectoria, inauguró -hace apenas tres meses de 2018-, el Auditorio al Aire Libre, del citado Conservatorio, nada menos que con su nombre. Sellándose con ello, el gran amor que siente hacia nuestra Cultura, y que él se ha encargado de enriquecerla lo mismo con repertorios de Carmen, Sansón y Dalilah, Werther, Don Carlo, Otello, Tosca, entre otras; que con composiciones tan amadas como Júrame, de María Greever o Granada, de Agustín Lara.

Con sus tesituras de tenor y de barítono, Plácido Domingo, ha demostrado que un gran número de canciones mexicanas, fueron hechas con un alto grado de dificultad musical, y que se les puede considerar de la más alta calidad compositiva, como Ojos tapatíos, Alevántate, El día que me quieras, o, Nunca, nunca, nunca, sólo por nombrar algunas de las miles que existen. Empero, regresando al pequeño Plácido, señalemos que el tan genial como bohemio niño, se educó musicalmente, asistiendo a las funciones en las que actuaban sus padres. Haciéndonos recordar la rueda de prensa, en la que aseveró, sonriente, que a los 5 años salió de uno de los teatros tarareando el intermedio de El caserío que acababa de escuchar. Por ello, mientras cursaba sus estudios primarios empezó a estudiar solfeo con el maestro Manuel Barajas y subió varias veces a interpretar papeles infantiles en algunas obras.

Aunque su voz todavía no estaba formada, comenzó a cantar zarzuelas, protagonizando incluso la versión cinematográfica de algunas óperas como La traviata, Otello, o Carmen. En el teatro de la Maestranza, presentó en 1992, la versión de Un ballo in maschera, de Verdi. Y participó también, en los Juegos Olímpicos de Barcelona. Ahora bien: ¿En qué radica realmente el éxito de Plácido Domingo en las salas de concierto? Bueno, atendiendo conceptos de especialistas, el tenor tiene el don de otorgar gran realismo a sus interpretaciones, a las que añade, además, gran belleza y colorido. Razón por la cual ha actuado en casi todas las casas de ópera del mundo, y ha interpretado unos 85 personajes distintos, tanto en italiano y francés como en alemán y español, dirigido por importantes genios operísticos, como Herbert von Karajan. Un beso... Y hasta la próxima charla


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