/ lunes 22 de octubre de 2018

Arte y academia | Las fotografías artísticas de Claudia Nierman

Por: Ana María Longi

"Son insoportablemente fascinantes": Opinó David Haucke, crítico irlandés; quien al visitar recientemente a la fotógrafa, en su estudio de Polanco, propuso a la artista, iniciar una gira por algunas instituciones culturales de Alemania, Francia, Italia, Holanda y Japón.

Y claro, la sorpresa para Claudia fue mayúscula, ya que coincidentemente, terminó una serie especial de imágenes, con las que como siempre eleva y elevará, el estatus de alta calidad, que ante Europa y otros países gozan nuestros artistas mexicanos.

No obstante - y aunque muy alejada de semejantes especialidades-, yo también sentí hoy el antojo de hablar un poco de Claudia. Pero no desde mi muy modesto espacio de periodista preguntona, sino dentro de mi igualmente breve estatura de observadora de imágenes o composiciones visuales. Así, que esforcémonos: Claudia vive en uno de los mundos creativos más complicados de nuestro Sistema Solar. Y cuando la veo trabajar concentradamente en su estudio, lo primero que salta a la vista es su ya muy maduro y largo recorrido sensible por los caminos del blanco y negro fotográfico. De esta manera sus atmósferas, resultan extremadamente exactas. Perfectas. Porque sus modelos femeninos y masculinos, que son casi siempre transportados en una silenciosa y erótica semioscuridad; serán también arrancados de su complicada intimidad, cuando Claudia resuelve que ha llegado el momento de aplicar su imparable y apenas perceptible ¡clic! producido con algunas de sus muy específicas y tecnológicas cámaras fotográficas.

Pero, ¡ah caray! Antes de que ese ¡clic! se produzca, ocurrirán, igualmente, muchísimas circunstancias -muy a la Claudia Nierman- y con carácter preparatorio. Entre ellas, la creación -tan personal como caprichosa..., de una especie de guion cinematográfico saturado de iluminaciones compositivas que a manera de histriones, son dispuestas para los artistas no sólo en cielos rasos, muros y pisos, sino incluso en los propios tobillos y cintura de cada actor; ya que un baño de luz demasiado acentuado en la mejilla y en los oscuros ojos del amante, será proyectado de una manera distinta sobre la suave, espigada, desnuda y delicada espalda de una mujer enamorada, a quien Claudia sólo le permitirá mostrar su larga y bruna cabellera que acaricia, en su totalidad, el agradable espacio recubierto con suave, sedosa y muy blanca piel.

Otras veces, sus misteriosas mezclas, resolverán, admirablemente, la plenitud de un íntimo instante de pasión solitaria en la vida de una mujer, en el simple espacio de una fotografía y en la que la protagonista, no mostrará más ornamento que el de un velo que cubrirá su desnudez a manera de incomprensible telaraña. Un beso... Y hasta la próxima charla.

Por: Ana María Longi

"Son insoportablemente fascinantes": Opinó David Haucke, crítico irlandés; quien al visitar recientemente a la fotógrafa, en su estudio de Polanco, propuso a la artista, iniciar una gira por algunas instituciones culturales de Alemania, Francia, Italia, Holanda y Japón.

Y claro, la sorpresa para Claudia fue mayúscula, ya que coincidentemente, terminó una serie especial de imágenes, con las que como siempre eleva y elevará, el estatus de alta calidad, que ante Europa y otros países gozan nuestros artistas mexicanos.

No obstante - y aunque muy alejada de semejantes especialidades-, yo también sentí hoy el antojo de hablar un poco de Claudia. Pero no desde mi muy modesto espacio de periodista preguntona, sino dentro de mi igualmente breve estatura de observadora de imágenes o composiciones visuales. Así, que esforcémonos: Claudia vive en uno de los mundos creativos más complicados de nuestro Sistema Solar. Y cuando la veo trabajar concentradamente en su estudio, lo primero que salta a la vista es su ya muy maduro y largo recorrido sensible por los caminos del blanco y negro fotográfico. De esta manera sus atmósferas, resultan extremadamente exactas. Perfectas. Porque sus modelos femeninos y masculinos, que son casi siempre transportados en una silenciosa y erótica semioscuridad; serán también arrancados de su complicada intimidad, cuando Claudia resuelve que ha llegado el momento de aplicar su imparable y apenas perceptible ¡clic! producido con algunas de sus muy específicas y tecnológicas cámaras fotográficas.

Pero, ¡ah caray! Antes de que ese ¡clic! se produzca, ocurrirán, igualmente, muchísimas circunstancias -muy a la Claudia Nierman- y con carácter preparatorio. Entre ellas, la creación -tan personal como caprichosa..., de una especie de guion cinematográfico saturado de iluminaciones compositivas que a manera de histriones, son dispuestas para los artistas no sólo en cielos rasos, muros y pisos, sino incluso en los propios tobillos y cintura de cada actor; ya que un baño de luz demasiado acentuado en la mejilla y en los oscuros ojos del amante, será proyectado de una manera distinta sobre la suave, espigada, desnuda y delicada espalda de una mujer enamorada, a quien Claudia sólo le permitirá mostrar su larga y bruna cabellera que acaricia, en su totalidad, el agradable espacio recubierto con suave, sedosa y muy blanca piel.

Otras veces, sus misteriosas mezclas, resolverán, admirablemente, la plenitud de un íntimo instante de pasión solitaria en la vida de una mujer, en el simple espacio de una fotografía y en la que la protagonista, no mostrará más ornamento que el de un velo que cubrirá su desnudez a manera de incomprensible telaraña. Un beso... Y hasta la próxima charla.