/ domingo 15 de enero de 2023

Arte y academia | Cuando México aplaudió en los años 80 al poeta nigeriano Oyuselum Amayu

Los grupos informativos de los años 80, los recordamos muy bien. Puesto que, en aquella ocasión, la joven poesía internacional, se organizó de maravilla para recorrer países de América Latina, con traductores que se encargaron de resolver las decenas de diferencias idiomáticas que se conjugaron a través de las numerosas presentaciones que se celebraron exitosamente.

Razones por las cuales, la jefatura de la Sección Cultural que represento, fue específica: “Ana, llegó a México una delegación de poetas procedentes de Nigeria, Vietnam, Haití, Perú, Bolivia, Turquía, San Salvador, y de muchos otros países. Ojalá y logres encontrar a un buen número de ellos y entrevistarlos para armar una serie especial, para nuestro Suplemento”. ¡Caray! La orden requería de muchísimos elementos logísticos, como el de buscar no sólo a sus representantes, sino incluso a los imprescindibles bilingües; reunidos entonces todos ellos, en el conocido Hotel María Isabel, donde los medios, empezamos a exponer las variadas temáticas que pretendíamos plantearles: Cultura, sociedad, economía, conflictos, ecología, historia, tradiciones, medio ambiente y mucho más, enfocado todo ello a la poesía. Todo un reto creativo e informativo.

Así, que como la profesión lo exige, yo le eché ganas. Y poco a poco fui enviando mis contenidos. Hasta que me tocó vincularme con un escritor y poeta, proveniente de Nigeria, a quien con confianza, le pedí que me permitiera recibirlo en mi casa y acompañada de mi infaltable ambiente familiar, y provista, desde luego con bocadillos y la presencia de un carro de alquiler de toda mi confianza, que lo conduciría a su hospedaje.

Luego entonces, Oyuselum Amayu, fue el poeta nigeriano que estrenó nuestra casa a manera de sala de redacción. Oyuselum, era un poeta muy joven: Alto, fornido, oscuro, y con un rostro dotado de armoniosas facciones. Entonces, yo contaba con una sala amplia e iluminada, dotada de escritorio, muchos libros y una fuerte máquina de escritura mecanográfica con un cercano teléfono particular, para enterarme rápido y directamente, de cuantas noticias “bellasartinas” y demás, me pudiesen resultar útiles. Y, bueno, así fue como Oyuselum llegó: Agradable, sonriente, y, con lo mejor de lo mejor, que todo lo solucionó, con un idioma extra dentro de su cerebro: El idioma español, ¡bravo!...

Oyuselum, empezó por comentar acerca de la humedad de su país: así como la de su cacao, caucho y maní; de su petróleo y de su ganadería, de un historial muy triste de guerras sangrientas, y que todos lucharon y luchaban para alejar parara siempre. Además de sus más de 120 millones de habitantes a lo largo de sus 924 mil kilómetros cuadrados. ¿Y qué tipo de poesía les resultaba entonces de todo eso?...le pregunté entonces con sincero interés. Y Oyuselum respondió con sinceridad entristecida…”Una poesía muy especial. Porque la población ya no quiere más rebeliones fatricidas. Personas que naceen, viven y mueren en la calle. Humildes maltratados por poderosos. Madres en crianza ostensiblemente afectadas por la deshidratación. Mujeres agotadas a sus escasos 30 años de edad. Viudas y huérfanos constantes. La poesía señora periodista, puede quizá describir el dolor de una madre, tratando de aliviar a su vaca mortalmente infectada, mediante cantos implorantes y humo negro, para espantar no sólo a los insectos que la atacan, sino incluso al sonriente señor de los ojos malos… Esto es porque la vaca, es su único patrimonio y Ramina no quiere que Marka muera y se suspenda el sagrado alimento. No obstante Marka a pesar de las lágrimas, rezos y amor vertidos por su ama, perece en brazos de Ramina y por consecuencia el alimento de leche con miel para los niños, muere también junto con ella, y quizá para siempre…

Y así, de acuerdo a las explicaciones recibidas por aquel poeta, la poesía asciende también como el resultado del medio ambiente, tradiciones y tejidos culturales a los que pertenecemos. La poesía sale de repente y sin avisarnos, de un sitio oculto. Y al desplazarse, su vuelo se torna libre, sensual, ansioso, pasional y sobre todo desesperado. Simplemente porque no espera. No espera ni lo bello ni lo perfecto. A veces tartamudea. Se atora. No habla bien; ni canta los versos con métrica y filosofía. En ratos también es torpe pero ambiciosa; porque lucha por alcanzar a los dioses, a pesar de que se arrastra dolorosamente por el suelo. Sin embargo es terca, pues habla, habla y habla, y se pone a decir, a decir y a decir, si alcanzar mayor gloria, que las 50 o 200 palabras con las que pretende explicar inaudita y deficientemente, las tempestades que la azotan, o los torbellinos rojos y azules que la demandan.

“No te preocupes poesía---nos explicó entonces Oyuselum ---, me encanta que hables y hables sin descanso, para que con tus voces, tus escrituras y tus repeticiones, se enciendan todos los magnetismos, percusiones y resonancias, que activan todos los lápices de tus escribientes. Sí. La de todos esos insensatos, que transcurren los días, los meses y los años, hablando, hablando y hablando; leyendo, leyendo y leyendo y diciendo, diciendo y diciendo, sólo para pretender encontrarte en la eterna imposibilidad de la noche”… Así que gracias Oyuselum Amayu, por intentar ayudarme a explicar, lo que nos parece inexplicable. Y a recordar en este instante, que transcurrí alguna vez, una de las más agradables experiencias doméstico-periodísticas y nigerianas, sin salir de la sala de mi casa. Me despido con un beso.

Los grupos informativos de los años 80, los recordamos muy bien. Puesto que, en aquella ocasión, la joven poesía internacional, se organizó de maravilla para recorrer países de América Latina, con traductores que se encargaron de resolver las decenas de diferencias idiomáticas que se conjugaron a través de las numerosas presentaciones que se celebraron exitosamente.

Razones por las cuales, la jefatura de la Sección Cultural que represento, fue específica: “Ana, llegó a México una delegación de poetas procedentes de Nigeria, Vietnam, Haití, Perú, Bolivia, Turquía, San Salvador, y de muchos otros países. Ojalá y logres encontrar a un buen número de ellos y entrevistarlos para armar una serie especial, para nuestro Suplemento”. ¡Caray! La orden requería de muchísimos elementos logísticos, como el de buscar no sólo a sus representantes, sino incluso a los imprescindibles bilingües; reunidos entonces todos ellos, en el conocido Hotel María Isabel, donde los medios, empezamos a exponer las variadas temáticas que pretendíamos plantearles: Cultura, sociedad, economía, conflictos, ecología, historia, tradiciones, medio ambiente y mucho más, enfocado todo ello a la poesía. Todo un reto creativo e informativo.

Así, que como la profesión lo exige, yo le eché ganas. Y poco a poco fui enviando mis contenidos. Hasta que me tocó vincularme con un escritor y poeta, proveniente de Nigeria, a quien con confianza, le pedí que me permitiera recibirlo en mi casa y acompañada de mi infaltable ambiente familiar, y provista, desde luego con bocadillos y la presencia de un carro de alquiler de toda mi confianza, que lo conduciría a su hospedaje.

Luego entonces, Oyuselum Amayu, fue el poeta nigeriano que estrenó nuestra casa a manera de sala de redacción. Oyuselum, era un poeta muy joven: Alto, fornido, oscuro, y con un rostro dotado de armoniosas facciones. Entonces, yo contaba con una sala amplia e iluminada, dotada de escritorio, muchos libros y una fuerte máquina de escritura mecanográfica con un cercano teléfono particular, para enterarme rápido y directamente, de cuantas noticias “bellasartinas” y demás, me pudiesen resultar útiles. Y, bueno, así fue como Oyuselum llegó: Agradable, sonriente, y, con lo mejor de lo mejor, que todo lo solucionó, con un idioma extra dentro de su cerebro: El idioma español, ¡bravo!...

Oyuselum, empezó por comentar acerca de la humedad de su país: así como la de su cacao, caucho y maní; de su petróleo y de su ganadería, de un historial muy triste de guerras sangrientas, y que todos lucharon y luchaban para alejar parara siempre. Además de sus más de 120 millones de habitantes a lo largo de sus 924 mil kilómetros cuadrados. ¿Y qué tipo de poesía les resultaba entonces de todo eso?...le pregunté entonces con sincero interés. Y Oyuselum respondió con sinceridad entristecida…”Una poesía muy especial. Porque la población ya no quiere más rebeliones fatricidas. Personas que naceen, viven y mueren en la calle. Humildes maltratados por poderosos. Madres en crianza ostensiblemente afectadas por la deshidratación. Mujeres agotadas a sus escasos 30 años de edad. Viudas y huérfanos constantes. La poesía señora periodista, puede quizá describir el dolor de una madre, tratando de aliviar a su vaca mortalmente infectada, mediante cantos implorantes y humo negro, para espantar no sólo a los insectos que la atacan, sino incluso al sonriente señor de los ojos malos… Esto es porque la vaca, es su único patrimonio y Ramina no quiere que Marka muera y se suspenda el sagrado alimento. No obstante Marka a pesar de las lágrimas, rezos y amor vertidos por su ama, perece en brazos de Ramina y por consecuencia el alimento de leche con miel para los niños, muere también junto con ella, y quizá para siempre…

Y así, de acuerdo a las explicaciones recibidas por aquel poeta, la poesía asciende también como el resultado del medio ambiente, tradiciones y tejidos culturales a los que pertenecemos. La poesía sale de repente y sin avisarnos, de un sitio oculto. Y al desplazarse, su vuelo se torna libre, sensual, ansioso, pasional y sobre todo desesperado. Simplemente porque no espera. No espera ni lo bello ni lo perfecto. A veces tartamudea. Se atora. No habla bien; ni canta los versos con métrica y filosofía. En ratos también es torpe pero ambiciosa; porque lucha por alcanzar a los dioses, a pesar de que se arrastra dolorosamente por el suelo. Sin embargo es terca, pues habla, habla y habla, y se pone a decir, a decir y a decir, si alcanzar mayor gloria, que las 50 o 200 palabras con las que pretende explicar inaudita y deficientemente, las tempestades que la azotan, o los torbellinos rojos y azules que la demandan.

“No te preocupes poesía---nos explicó entonces Oyuselum ---, me encanta que hables y hables sin descanso, para que con tus voces, tus escrituras y tus repeticiones, se enciendan todos los magnetismos, percusiones y resonancias, que activan todos los lápices de tus escribientes. Sí. La de todos esos insensatos, que transcurren los días, los meses y los años, hablando, hablando y hablando; leyendo, leyendo y leyendo y diciendo, diciendo y diciendo, sólo para pretender encontrarte en la eterna imposibilidad de la noche”… Así que gracias Oyuselum Amayu, por intentar ayudarme a explicar, lo que nos parece inexplicable. Y a recordar en este instante, que transcurrí alguna vez, una de las más agradables experiencias doméstico-periodísticas y nigerianas, sin salir de la sala de mi casa. Me despido con un beso.