/ domingo 12 de febrero de 2023

Arte y academia | Cuando la obra plástica de Leonardo Nierman quedó históricamente aprobada por Carlos Pellicer

Leonardo Nierman, ahora con 90 años, y 70, de aportar a la cultura nacional e internacional sus desde entonces valiosas y admiradas obras pictóricas y escultóricas; llamó la atención –en diversas ocasiones--, de una de las mentes más importantes de nuestra vida tanto académica como literaria: la de nuestro insigne poeta tabasqueño, Carlos Pellicer Cámara; y, de tal manera, se manifestó este interés, que expresó opiniones justamente libres y compaginadas con la vida pública y las expandió no sólo en forma periodística, sino incluso con exclusividad autoral mediante un libro especial, en el cual se editaron las imágenes nacidas de los pinceles y los cinceles de nuestro personaje que hoy nos ocupa: el Maestro Leonardo Nierman.

Pero, empecemos. Para el pintor, escultor, tapicista y músico mexicano Leonardo Nierman, no han sido primordiales las entrevistas, la propaganda, la publicidad ni mucho menos la inmortalidad. No obstante el concepto de este último vocablo, ha llegado a su vida de una manera sencilla, generosa, dulce, profunda, honorable, intensa y puntual. Tal y como es él en la vida real. Al Maestro, lo he entrevistado por lo menos, un centenar de veces y sin desear connotarse como una persona altamente disciplinada, finalmente lo es. Diariamente y de acuerdo a mis muy personales observaciones, él se procura –dentro de su muy acompañada vida familiar--, una hora o más de ejercicios aeróbicos, aseo con agua tibia, un sano desayuno y una sección de lectura acompañada con música grabada por las mejores orquestas del mundo y, una vez tranquilo y relajado, el jardín de su casa estudio, se transforma en el espacio ideal para "pintaaaaar”.

Y vaya maravilla, el artista, en ese preciso momento, parece como si se fusionara molecularmente a sus cuadros. No omitiré decir que el lenguaje sintético o decodificado, que el artista libera en una creación plástica abstracta, ha resultado un evento difícil de relatar. Porque, quizá, en semejante circunstancia, Leonardo está viajando, simplemente, como una hoja al viento y, sin pretensiones de liberar proyecto intelectual o filosófico alguno. No obstante, para los afortunados que lo hemos visto desarrollar su tarea artística, el conjunto nos sugiere algo así como la descripción de un romance a todo color, pero, quizá también, y bajo esa misma gradación de gamas atrapadas con pinceles, el Maestro se está fugando hacia dimensiones estruendosas, amén de salvajemente hermosas, en las cuales un buque fantasma, se debate torturado, sobre el oleaje de un mar de lava ardiente.

Ahora comprendemos por qué alguna vez, Carlos Pellicer, transformando en poesía semejantes imágenes, unió su arte al de Nierman, en un histórico libro de colección, que relata tan sorprendente experiencia temática, pues el literato tabasqueño, definió algunas obras pictóricas del Maestro, como el choque de dos cuerpos intergalácticos; el sutil nacimiento de una estrella que se anuncia con bengalas rojas, doradas, amarillas, azules y violetas; la despedida de un Sol situado a años luz de la noche de los tiempos o, simplemente, la mágica lectura de un primer beso de amor, entre dos adolescentes.

Y lo que sucede, es que el Maestro Nierman, es un personaje único, de los siglos XX y XXI: no sólo como creador, sino como un ser humano de excelencia. Distintivo que compartimos todos: familiares, amigos de siempre o simplemente sus ayudantes, su “staff”. Igualmente, ama a los animales y, sus no pocos perros, reciben también la inmensa fortuna de su gran corazón. En ciudad Universitaria, e incentivado por Diego Rivera, existe un mural figurativo que el artista realizó siendo estudiante de esa comunidad y después dentro de un movimiento de Ruptura en el que se protestó contra la consigna de “No hay más ruta que la nuestra”. Y aquel muy joven Leonardo Nierman, se colocó en la posición perfecta: “El muralismo, es el resultado de la libre expresión. Y, los creadores de nuevas tendencias, están demostrando también su libertad expresiva. Luego entonces, todo el arte es y debe gozar de libertad, soberanía y autonomía”.

Mientras que los muy apasionados, ajenos a este pensamiento, digno del gran Sabio Salomón, gritaban: “Abajo la cortina de nopal”. Así y con todo, manteniéndose independiente y lejos de grupos, defendió mediante una extensísima obra de pintura y escultura, exhibida durante décadas en galerías, museos, y centros culturales del mundo, justamente ese su personal concepto: el de la libre expresión plástica y por ende, definitivamente tan propia como creativa.

En materia de escultura, su amor a la vida y su ferviente pacifismo, lo ha enarbolado con arte de acero inoxidable, en acabado espejo. Con el cual, promueve valores fundamentales de amor, convivencia, respeto, tolerancia y solidaridad humanas y que ha enclavado multilateralmente en espacios públicos y avenidas de Europa y Estados Unidos. Y bueno sería interminable continuar recordando anécdotas de tan amado artista y amigo. Aún cuando se me antoja agregar, que uno de tantos días que concerté una cita en su domicilio, me tenía apartado un gran plato de nueces de castilla sin coberturas, a las que el mismo maestro, agregó varias cucharadas de miel de colmena: ¡Qué detalle y qué delicia… Gracias¡…

Lo único malo, es que cuando los periodistas le insistimos, que continúe deleitándonos con su amado violín, el que mantiene guardado en su estuche desde hace varias décadas, después de un concierto como solista, en la Sala Principal, de El Palacio de Bellas Artes, nos contesta con su suavidad acostumbrada y anteponiendo sus francos y bellos ojos azules, que él es lo suficientemente autocrítico y responsable, para no emitir “vibratos limitados e indignos, en un instrumento tan respetable y de una aristocracia musical tan inalcanzable”… ¡Qué maravilla de artista y de caballero!... Reflexionamos sus entrevistadores… Así que por lo pronto me despido con un gran beso.

Leonardo Nierman, ahora con 90 años, y 70, de aportar a la cultura nacional e internacional sus desde entonces valiosas y admiradas obras pictóricas y escultóricas; llamó la atención –en diversas ocasiones--, de una de las mentes más importantes de nuestra vida tanto académica como literaria: la de nuestro insigne poeta tabasqueño, Carlos Pellicer Cámara; y, de tal manera, se manifestó este interés, que expresó opiniones justamente libres y compaginadas con la vida pública y las expandió no sólo en forma periodística, sino incluso con exclusividad autoral mediante un libro especial, en el cual se editaron las imágenes nacidas de los pinceles y los cinceles de nuestro personaje que hoy nos ocupa: el Maestro Leonardo Nierman.

Pero, empecemos. Para el pintor, escultor, tapicista y músico mexicano Leonardo Nierman, no han sido primordiales las entrevistas, la propaganda, la publicidad ni mucho menos la inmortalidad. No obstante el concepto de este último vocablo, ha llegado a su vida de una manera sencilla, generosa, dulce, profunda, honorable, intensa y puntual. Tal y como es él en la vida real. Al Maestro, lo he entrevistado por lo menos, un centenar de veces y sin desear connotarse como una persona altamente disciplinada, finalmente lo es. Diariamente y de acuerdo a mis muy personales observaciones, él se procura –dentro de su muy acompañada vida familiar--, una hora o más de ejercicios aeróbicos, aseo con agua tibia, un sano desayuno y una sección de lectura acompañada con música grabada por las mejores orquestas del mundo y, una vez tranquilo y relajado, el jardín de su casa estudio, se transforma en el espacio ideal para "pintaaaaar”.

Y vaya maravilla, el artista, en ese preciso momento, parece como si se fusionara molecularmente a sus cuadros. No omitiré decir que el lenguaje sintético o decodificado, que el artista libera en una creación plástica abstracta, ha resultado un evento difícil de relatar. Porque, quizá, en semejante circunstancia, Leonardo está viajando, simplemente, como una hoja al viento y, sin pretensiones de liberar proyecto intelectual o filosófico alguno. No obstante, para los afortunados que lo hemos visto desarrollar su tarea artística, el conjunto nos sugiere algo así como la descripción de un romance a todo color, pero, quizá también, y bajo esa misma gradación de gamas atrapadas con pinceles, el Maestro se está fugando hacia dimensiones estruendosas, amén de salvajemente hermosas, en las cuales un buque fantasma, se debate torturado, sobre el oleaje de un mar de lava ardiente.

Ahora comprendemos por qué alguna vez, Carlos Pellicer, transformando en poesía semejantes imágenes, unió su arte al de Nierman, en un histórico libro de colección, que relata tan sorprendente experiencia temática, pues el literato tabasqueño, definió algunas obras pictóricas del Maestro, como el choque de dos cuerpos intergalácticos; el sutil nacimiento de una estrella que se anuncia con bengalas rojas, doradas, amarillas, azules y violetas; la despedida de un Sol situado a años luz de la noche de los tiempos o, simplemente, la mágica lectura de un primer beso de amor, entre dos adolescentes.

Y lo que sucede, es que el Maestro Nierman, es un personaje único, de los siglos XX y XXI: no sólo como creador, sino como un ser humano de excelencia. Distintivo que compartimos todos: familiares, amigos de siempre o simplemente sus ayudantes, su “staff”. Igualmente, ama a los animales y, sus no pocos perros, reciben también la inmensa fortuna de su gran corazón. En ciudad Universitaria, e incentivado por Diego Rivera, existe un mural figurativo que el artista realizó siendo estudiante de esa comunidad y después dentro de un movimiento de Ruptura en el que se protestó contra la consigna de “No hay más ruta que la nuestra”. Y aquel muy joven Leonardo Nierman, se colocó en la posición perfecta: “El muralismo, es el resultado de la libre expresión. Y, los creadores de nuevas tendencias, están demostrando también su libertad expresiva. Luego entonces, todo el arte es y debe gozar de libertad, soberanía y autonomía”.

Mientras que los muy apasionados, ajenos a este pensamiento, digno del gran Sabio Salomón, gritaban: “Abajo la cortina de nopal”. Así y con todo, manteniéndose independiente y lejos de grupos, defendió mediante una extensísima obra de pintura y escultura, exhibida durante décadas en galerías, museos, y centros culturales del mundo, justamente ese su personal concepto: el de la libre expresión plástica y por ende, definitivamente tan propia como creativa.

En materia de escultura, su amor a la vida y su ferviente pacifismo, lo ha enarbolado con arte de acero inoxidable, en acabado espejo. Con el cual, promueve valores fundamentales de amor, convivencia, respeto, tolerancia y solidaridad humanas y que ha enclavado multilateralmente en espacios públicos y avenidas de Europa y Estados Unidos. Y bueno sería interminable continuar recordando anécdotas de tan amado artista y amigo. Aún cuando se me antoja agregar, que uno de tantos días que concerté una cita en su domicilio, me tenía apartado un gran plato de nueces de castilla sin coberturas, a las que el mismo maestro, agregó varias cucharadas de miel de colmena: ¡Qué detalle y qué delicia… Gracias¡…

Lo único malo, es que cuando los periodistas le insistimos, que continúe deleitándonos con su amado violín, el que mantiene guardado en su estuche desde hace varias décadas, después de un concierto como solista, en la Sala Principal, de El Palacio de Bellas Artes, nos contesta con su suavidad acostumbrada y anteponiendo sus francos y bellos ojos azules, que él es lo suficientemente autocrítico y responsable, para no emitir “vibratos limitados e indignos, en un instrumento tan respetable y de una aristocracia musical tan inalcanzable”… ¡Qué maravilla de artista y de caballero!... Reflexionamos sus entrevistadores… Así que por lo pronto me despido con un gran beso.