/ miércoles 4 de julio de 2018

Así es el derecho | Atentos a “No les voy a fallar”

Tras meses de campaña plagada de propuestas, descalificaciones, críticas, ironía y hasta enfrentamientos entre el electorado, se llevaron a cabo las elecciones; pasarán a la historia como las más grandes de las que se tenga memoria, tanto por el número de ciudadanos que participaron y los más de tres mil cuatrocientos cargos sometidos a la voluntad popular.

Es de reconocer sin reservas la civilidad mostrada por la ciudadanía, los contendientes Andrés Manuel López Obrador, Ricardo Anaya y José Antonio Meade, y las autoridades e instituciones representadas por el presidente Enrique Peña Nieto, durante y al cabo de esa fiesta cívica memorable.

Por primera vez en la vida democrática del país un candidato, ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR, ha logrado obtener la mayoría absoluta de los votos. Lo consiguió por su historia como líder social y su firme determinación de llegar a la titularidad del Ejecutivo Federal. Tras dieciocho años empeñados en el camino para llegar a esa dignidad, obtuvo el cincuenta y tres por ciento de los sufragios para la Presidencia en treinta y una de las entidades de la República, que lo convierten en el candidato con mayor aceptación en la historia patria.

Dado que la aceptación por parte de la mayoría absoluta de los ciudadanos es el criterio más importante para medir la legitimidad del triunfador en elecciones, sin duda estamos frente al candidato –AMLO- con la mayor que alguno haya logrado en la vida política y social del país.

Sin embargo habremos de esperar a ver la eficacia y estabilidad de su mandato, así como el respeto que durante el mismo se otorgue a los derechos humanos en todos los procedimientos e instituciones, para saber si esa legitimidad se traducirá en la ansiada gobernabilidad, entendida ésta como mayor grado de cooperación e interacción entre el Estado y su ciudadanía; deseo que, por el bien de todos, sea lo primero y que ya en funciones, cada día recuerde el mensaje que dio el pasado domingo a la nación: “No les voy a fallar”.

Esa promesa y la legitimidad con que lo invistió la voluntad popular, permiten esperar gobernabilidad, la que sólo es posible cuando las instituciones de gobierno actúan eficazmente dentro de su espacio y de acuerdo a las expectativas de la ciudadanía que le dio legitimidad.

Esta condición, el apoyo del pueblo, permite el libre ejercicio de la voluntad política del Poder Ejecutivo, lo que se traduce en gobernabilidad, la que tiene dos factores: la legitimidad, que es la aceptación de un gobierno por parte de la mayoría de los ciudadanos, y la eficacia y el buen desempeño del gobierno. AMLO ya tiene el primero; deberá trabajar arduo para conjuntar ambos y traer al país el desarrollo, la igualdad y la justicia que se desean. Faltan meses para que asuma formalmente el cargo y las expectativas ya son enormes.

Lo logrado por Andrés Manuel López Obrador y su equipo de campaña no es poca cosa: más de veinticuatro millones de votos; su contendiente más cercano quedó a más de diez millones de sufragios y treinta puntos porcentuales de diferencia. Superó con mucho al candidato con que se dio la alternancia al país en el año dos mil al interrumpir setenta años de gobierno unipartidista.

Sin embargo del respaldo de más de la mitad de los sufragantes, el Presidente electo tiene en principio la titánica labor de ganar la confianza de quienes apoyaban a sus oponentes y la de los que se abstuvieron, así como contrarrestar la polarización social que enturbió la fiesta democrática nacional, la cual, debemos reconocer aunque nos duela, obedece a los evidentes contrastes sociales agudizados por algunas políticas de gobierno y la casi inexistencia de empatía y condolencia entre los mexicanos. La mejor forma de contrarrestarla será trabajando para llevar al país por el rumbo que sembró esperanza en sus seguidores e incredulidad en sus contendientes.

Nuestro México es rico en recursos naturales, de población numerosa y talentosa, fuerte diseño institucional para fortalecer el Estado de Derecho, y Constitución que parece poema de derechos humanos y principios que servirán al futuro gobierno para lograr sus objetivos y hacer el mejor de los papeles en beneficio de los ciudadanos.

El país tiene todo lo necesario para salir adelante, pero es indispensable la interacción, la cooperación de la nación, es decir todos los mexicanos, para conseguir prosperidad, seguridad, estabilidad y crecimiento en el país, trabajar fieles a la idea de que México es navío en el que navegamos todos, AMLO, quien ofreció “no les voy a fallar”, es el timonel elegido y para llevarlo a buen puerto debemos poner nuestro granito de arena y privilegiar la civilidad.

Así es el Derecho

Tras meses de campaña plagada de propuestas, descalificaciones, críticas, ironía y hasta enfrentamientos entre el electorado, se llevaron a cabo las elecciones; pasarán a la historia como las más grandes de las que se tenga memoria, tanto por el número de ciudadanos que participaron y los más de tres mil cuatrocientos cargos sometidos a la voluntad popular.

Es de reconocer sin reservas la civilidad mostrada por la ciudadanía, los contendientes Andrés Manuel López Obrador, Ricardo Anaya y José Antonio Meade, y las autoridades e instituciones representadas por el presidente Enrique Peña Nieto, durante y al cabo de esa fiesta cívica memorable.

Por primera vez en la vida democrática del país un candidato, ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR, ha logrado obtener la mayoría absoluta de los votos. Lo consiguió por su historia como líder social y su firme determinación de llegar a la titularidad del Ejecutivo Federal. Tras dieciocho años empeñados en el camino para llegar a esa dignidad, obtuvo el cincuenta y tres por ciento de los sufragios para la Presidencia en treinta y una de las entidades de la República, que lo convierten en el candidato con mayor aceptación en la historia patria.

Dado que la aceptación por parte de la mayoría absoluta de los ciudadanos es el criterio más importante para medir la legitimidad del triunfador en elecciones, sin duda estamos frente al candidato –AMLO- con la mayor que alguno haya logrado en la vida política y social del país.

Sin embargo habremos de esperar a ver la eficacia y estabilidad de su mandato, así como el respeto que durante el mismo se otorgue a los derechos humanos en todos los procedimientos e instituciones, para saber si esa legitimidad se traducirá en la ansiada gobernabilidad, entendida ésta como mayor grado de cooperación e interacción entre el Estado y su ciudadanía; deseo que, por el bien de todos, sea lo primero y que ya en funciones, cada día recuerde el mensaje que dio el pasado domingo a la nación: “No les voy a fallar”.

Esa promesa y la legitimidad con que lo invistió la voluntad popular, permiten esperar gobernabilidad, la que sólo es posible cuando las instituciones de gobierno actúan eficazmente dentro de su espacio y de acuerdo a las expectativas de la ciudadanía que le dio legitimidad.

Esta condición, el apoyo del pueblo, permite el libre ejercicio de la voluntad política del Poder Ejecutivo, lo que se traduce en gobernabilidad, la que tiene dos factores: la legitimidad, que es la aceptación de un gobierno por parte de la mayoría de los ciudadanos, y la eficacia y el buen desempeño del gobierno. AMLO ya tiene el primero; deberá trabajar arduo para conjuntar ambos y traer al país el desarrollo, la igualdad y la justicia que se desean. Faltan meses para que asuma formalmente el cargo y las expectativas ya son enormes.

Lo logrado por Andrés Manuel López Obrador y su equipo de campaña no es poca cosa: más de veinticuatro millones de votos; su contendiente más cercano quedó a más de diez millones de sufragios y treinta puntos porcentuales de diferencia. Superó con mucho al candidato con que se dio la alternancia al país en el año dos mil al interrumpir setenta años de gobierno unipartidista.

Sin embargo del respaldo de más de la mitad de los sufragantes, el Presidente electo tiene en principio la titánica labor de ganar la confianza de quienes apoyaban a sus oponentes y la de los que se abstuvieron, así como contrarrestar la polarización social que enturbió la fiesta democrática nacional, la cual, debemos reconocer aunque nos duela, obedece a los evidentes contrastes sociales agudizados por algunas políticas de gobierno y la casi inexistencia de empatía y condolencia entre los mexicanos. La mejor forma de contrarrestarla será trabajando para llevar al país por el rumbo que sembró esperanza en sus seguidores e incredulidad en sus contendientes.

Nuestro México es rico en recursos naturales, de población numerosa y talentosa, fuerte diseño institucional para fortalecer el Estado de Derecho, y Constitución que parece poema de derechos humanos y principios que servirán al futuro gobierno para lograr sus objetivos y hacer el mejor de los papeles en beneficio de los ciudadanos.

El país tiene todo lo necesario para salir adelante, pero es indispensable la interacción, la cooperación de la nación, es decir todos los mexicanos, para conseguir prosperidad, seguridad, estabilidad y crecimiento en el país, trabajar fieles a la idea de que México es navío en el que navegamos todos, AMLO, quien ofreció “no les voy a fallar”, es el timonel elegido y para llevarlo a buen puerto debemos poner nuestro granito de arena y privilegiar la civilidad.

Así es el Derecho