/ miércoles 12 de agosto de 2020

Así es el Derecho | La educación, las emociones y el Covid-19

Por el riesgo de propagación mayor del Covid-19 las autoridades de Salud mantienen la emergencia sanitaria, circunstancia que ha afectado al sistema educativo. Por esa razón el Secretario de Educación, Esteban Moctezuma Barragán, anunció recientemente en rueda de prensa, que continuaba el programa “Aprende en casa”, basado en el libro de texto gratuito; las clases se imparten a través de televisión y plataformas digitales.

Dicho programa abarcará también el ciclo escolar 2020-2021 que empieza el cercano 24 de agosto, pues operará en todas las entidades federativas mientras no cambie a verde el color en el semáforo de riesgo epidémico. Hasta entonces se reanudará las clases presenciales.

En relación con este aspecto de la pedagogía, cabe destacar que la nueva Ley General de Educación, publicada en el Diario Oficial de la Federación el 30 de septiembre de 2019, para la cual se abrogó la Ley General de Infraestructura Física Educativa, aplicable en los niveles de educación básica, media superior y normal, es sumamente positiva porque aporta herramientas para el desarrollo exitoso del individuo, pues como se desprende de sus artículos tercero, sexto y décimo primero, se instituye la nueva escuela mexicana, cuyos objetivos primordiales son el desarrollo integral de los educandos, reorientar el Sistema Educativo Nacional, incidir en la cultura educativa mediante la corresponsabilidad e impulsar transformaciones sociales dentro de la escuela y en la comunidad.

Y precisamente con base en el resumen de esos artículos, sobre todo el tercero --que invita a todos a participar en la nueva escuela--, en el 24 y a tono con el 59, es dable proponer que para la consecución de los objetivos de la misma se incluya la inteligencia emocional como asignatura obligatoria en los planes de estudio. Capacitaría a las nuevas generaciones para mejorar la convivencia social y aun adquirir resiliencia al medio ambiente y conllevaría generar los programas adecuados para preparar a los profesores en materia de inteligencia emocional

El asunto es de relevancia en esta época, pues los cambios que ha generado la pandemia hacen necesario reconsiderar la forma en que se educará a niños, adolescentes y jóvenes en el país.

Sería muy positiva la incorporación de inteligencia emocional como asignatura, dado que se enseñarìa a los educandos a lidiar con sus emociones, sobre todo porque después del confinamiento, éstas y su manejo han cobrado nuevo sentido, incluso al tener que instruirse de manera ya no presencial y con apoyo en la tecnología.

En 1988 Daniel Goleman, antropólogo social, periodista, escritor y psicólogo estadounidense, creador del concepto, escribe: “…inteligencia (emocional) se refiere a la capacidad de reconocer nuestros sentimientos y los ajenos, de motivarnos y de manejar bien las emociones, en nosotros y en nuestras relaciones”. Vale el decir que “nos ayuda a entender de qué manera podemos influir de un modo adaptativo e inteligente tanto sobre nuestras emociones como en nuestra interpretación de los estados emocionales de los demás.”

Por consiguiente, la inteligencia emocional es una competencia que tienen o pueden desarrollar el individuo en general y el profesorado en particular, para crear resultados positivos para consigo mismos y los demás; se encuentra relacionada con la manera con que identificamos, utilizamos, entendemos y administramos nuestras emociones, de modo que represente salto significativo en los ámbitos de la comprensión de la conducta humana.

Actualmente el empleo de la inteligencia emocional cobra gran interés e importancia por las exigencias del entorno, por lo que de aceptarse la propuesta, el profesorado debería desarrollar aptitudes y actitudes para adaptarse mejor, más rápido a esa circunstancia, contar con competencia científico tecnológica, para el mejor desarrollo personal y profesional y, por ende, ser buen modelador de estudiantes.

La propuesta se ajusta a la idea de que hoy más que nunca es importante capacitar a los profesores para poder cumplir los objetivos de la nueva Ley de Educación y el artículo 3° constitucional, que consagra el derecho humano a la educación, del cual es rector el Estado, teniendo como contenido mínimo del derecho a la educación la provisión del entrenamiento intelectual necesario para dotar de autonomía a las personas y habilitarlas como miembros de una sociedad democrática.

Además, la nueva asignatura en la educación sería factor esencial para garantizar que haya sociedad justa, y para lograrla es necesario asegurar la igualdad de oportunidades para el goce de otros derechos fundamentales y de acceso a mayores bienes sociales.

Para alcanzar sociedad más justa es indispensable el desarrollo de una pluralidad de objetivos colectivos (científicos, culturales, sociales, económicos, ecológicos, etcétera), aspecto indisociable del Estado de bienestar, tal y como lo consagra la referida ley, y sí: la educación debe ser de calidad e integral en lo intelectual, lo físico y lo emocional, adaptada y adaptable a las circunstancias, como la nuestra actualmente.

Así es el Derecho.



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Por el riesgo de propagación mayor del Covid-19 las autoridades de Salud mantienen la emergencia sanitaria, circunstancia que ha afectado al sistema educativo. Por esa razón el Secretario de Educación, Esteban Moctezuma Barragán, anunció recientemente en rueda de prensa, que continuaba el programa “Aprende en casa”, basado en el libro de texto gratuito; las clases se imparten a través de televisión y plataformas digitales.

Dicho programa abarcará también el ciclo escolar 2020-2021 que empieza el cercano 24 de agosto, pues operará en todas las entidades federativas mientras no cambie a verde el color en el semáforo de riesgo epidémico. Hasta entonces se reanudará las clases presenciales.

En relación con este aspecto de la pedagogía, cabe destacar que la nueva Ley General de Educación, publicada en el Diario Oficial de la Federación el 30 de septiembre de 2019, para la cual se abrogó la Ley General de Infraestructura Física Educativa, aplicable en los niveles de educación básica, media superior y normal, es sumamente positiva porque aporta herramientas para el desarrollo exitoso del individuo, pues como se desprende de sus artículos tercero, sexto y décimo primero, se instituye la nueva escuela mexicana, cuyos objetivos primordiales son el desarrollo integral de los educandos, reorientar el Sistema Educativo Nacional, incidir en la cultura educativa mediante la corresponsabilidad e impulsar transformaciones sociales dentro de la escuela y en la comunidad.

Y precisamente con base en el resumen de esos artículos, sobre todo el tercero --que invita a todos a participar en la nueva escuela--, en el 24 y a tono con el 59, es dable proponer que para la consecución de los objetivos de la misma se incluya la inteligencia emocional como asignatura obligatoria en los planes de estudio. Capacitaría a las nuevas generaciones para mejorar la convivencia social y aun adquirir resiliencia al medio ambiente y conllevaría generar los programas adecuados para preparar a los profesores en materia de inteligencia emocional

El asunto es de relevancia en esta época, pues los cambios que ha generado la pandemia hacen necesario reconsiderar la forma en que se educará a niños, adolescentes y jóvenes en el país.

Sería muy positiva la incorporación de inteligencia emocional como asignatura, dado que se enseñarìa a los educandos a lidiar con sus emociones, sobre todo porque después del confinamiento, éstas y su manejo han cobrado nuevo sentido, incluso al tener que instruirse de manera ya no presencial y con apoyo en la tecnología.

En 1988 Daniel Goleman, antropólogo social, periodista, escritor y psicólogo estadounidense, creador del concepto, escribe: “…inteligencia (emocional) se refiere a la capacidad de reconocer nuestros sentimientos y los ajenos, de motivarnos y de manejar bien las emociones, en nosotros y en nuestras relaciones”. Vale el decir que “nos ayuda a entender de qué manera podemos influir de un modo adaptativo e inteligente tanto sobre nuestras emociones como en nuestra interpretación de los estados emocionales de los demás.”

Por consiguiente, la inteligencia emocional es una competencia que tienen o pueden desarrollar el individuo en general y el profesorado en particular, para crear resultados positivos para consigo mismos y los demás; se encuentra relacionada con la manera con que identificamos, utilizamos, entendemos y administramos nuestras emociones, de modo que represente salto significativo en los ámbitos de la comprensión de la conducta humana.

Actualmente el empleo de la inteligencia emocional cobra gran interés e importancia por las exigencias del entorno, por lo que de aceptarse la propuesta, el profesorado debería desarrollar aptitudes y actitudes para adaptarse mejor, más rápido a esa circunstancia, contar con competencia científico tecnológica, para el mejor desarrollo personal y profesional y, por ende, ser buen modelador de estudiantes.

La propuesta se ajusta a la idea de que hoy más que nunca es importante capacitar a los profesores para poder cumplir los objetivos de la nueva Ley de Educación y el artículo 3° constitucional, que consagra el derecho humano a la educación, del cual es rector el Estado, teniendo como contenido mínimo del derecho a la educación la provisión del entrenamiento intelectual necesario para dotar de autonomía a las personas y habilitarlas como miembros de una sociedad democrática.

Además, la nueva asignatura en la educación sería factor esencial para garantizar que haya sociedad justa, y para lograrla es necesario asegurar la igualdad de oportunidades para el goce de otros derechos fundamentales y de acceso a mayores bienes sociales.

Para alcanzar sociedad más justa es indispensable el desarrollo de una pluralidad de objetivos colectivos (científicos, culturales, sociales, económicos, ecológicos, etcétera), aspecto indisociable del Estado de bienestar, tal y como lo consagra la referida ley, y sí: la educación debe ser de calidad e integral en lo intelectual, lo físico y lo emocional, adaptada y adaptable a las circunstancias, como la nuestra actualmente.

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