/ miércoles 27 de septiembre de 2017

Así es el derecho | México sigue en pie

¿Cuál era la probabilidad de justamente a 32 años del terremoto de 1985 cuyo saldo fue más de 10 mil muertos, más de 50 mil familias sin hogar, más de 150 mil personas desempleadas y una pérdida económica estimada en cuatro mil millones de dólares y a solo un par de horas de un macro simulacro para acciones en casos similares, el mismo 19 de septiembre otro trágico fenómeno como ese volviera a sacudir nuestro país?

Si bien la doctora de EFE Vala Hjorleifsdottir, investigadora del Instituto de Geofísica de la UNAM, explica que la probabilidad de que sucediera un sismo en la misma fecha era de 5%, nadie se lo esperaba, aún y cuando siempre hemos estado conscientes de la gran sismicidad del territorio nacional, porque se encuentra sobre cinco placas tectónicas (de Norteamérica, de Cocos, del Pacífico, de Rivera y del Caribe).

Sí, nuestro país es altamente sísmico; tan solo en septiembre nos han tocado tres sumamente perceptibles: además del acontecido el 19 de septiembre, ocurrieron uno el 7 de septiembre, de 8.2 grados Richter, y otro de 6.1 grados el pasado 23.

El movimiento telúrico de 7.1 grados originado en Axochiapan, Morelos, a la fecha nos ha dejado la pérdida de más de 300 compañeros, vecinos, amigos o parientes; miles de viviendas dañadas, de las que muchas quedaron inhabitables; desplome de centros de trabajo, escuelas e iglesias en Guerrero, Morelos, Puebla, la Ciudad de México y el Estado de México.

Aún es incalculable el perjuicio en lo económico, y se suma al ocasionado por el sismo de 8.2 grados que el 7 de septiembre afectó principalmente los estados de Oaxaca y Chiapas. Pero en esos momentos de miedo, la angustia o las lágrimas, ninguno pensamos en las pérdidas que habrá.

Y como en el 85, ese su similar nos ha brindado un ejemplo de hermandad que hace pensar que más allá de continuar de pie, nuestro país podrá avanzar superando siempre cada uno de los obstáculos que se le presenten, ya sea un fenómeno natural o problema social.

Esa perspectiva tenemos al cabo de la emoción y la silenciosa gratitud que sentimos al ver a los miles de compatriotas vecinos y desconocidos voluntarios que con sus propias manos, palas y picos se lanzan a buscar a desconocidos como si fueran de su propia sangre. Sí, lo hacen porque los sepultados son sus hermanos mexicanos.

El mismo indescriptible estado de ánimo nos invade al ver tantas manos ofreciendo cobija o comida caliente; cuando presenciamos donativos anónimos y percibimos que la ayuda es tanta que parece rebasar la necesidad de ella, aunque ésta nunca cesa.

El conmovedor escenario da la certeza de que la unidad de la sociedad mexicana que hoy lucha por ayudar a su prójimo sin importar el dinero, el trabajo o las diferencias culturales, logrará que México se sobreponga a esta crisis y todas las que sucedan. Lo conseguiremos siempre y cuando logremos mantener esta actitud de esfuerzo, iniciativa, trabajo y solidaridad despertada por el sismo este 19 de septiembre en la sociedad.

Ese mismo espíritu de colaboración vimos en los empresarios mexicanos más ricos, como Carlos Slim Helú, pues su fundación, Telmex y Telcel abrieron una cuenta en Banco Inbursa, a la que por cada peso que se dona, ellas aportan cinco; o Germán Larrea, presidente de Grupo México y Cinemex, donde dan tres pesos por cada uno donado en las taquillas del cine o en dulcería. Todos han sido esfuerzos loables para contribuir con la sociedad para superar esta crisis. Además, exitosas empresas nacionales e internacionales como H&M, Wal-Mart, Bimbo y Fundación GIN, se las han ingeniado para colaborar con la comunidad.

Es importante destacar cómo a la hermandad nacional se suma la solidaridad internacional, pues países como Japón, Ecuador, Guatemala, Panamá, Venezuela, Estados Unidos y Alemania, entre otros, nos han brindado gran apoyo.

Una vez terminado el rescate se deberán reconstruir viviendas, escuelas, fuentes de empleo –sobre todo-, para lo que además de las donaciones, es imperativo que los recursos del Fondo de Desastres Naturales (Fonden) se pongan a disposición de las víctimas del siniestro, aunque podrían ser insuficientes y tardarían meses en llegar, toda vez que durante este año el presupuesto de esa institución fue de seis mil 35 millones de pesos y ya fueron aplicados, incluso con dinero adicional, durante el primer semestre de este año.

Cabe mencionar que para el siguiente ejercicio fiscal, sus fondos serán únicamente seis mil 644 millones de pesos.

Siendo así, es importantísimo pensar en hacer un llamado a los empresarios más célebres del país, independientemente de su ramo, y a las diversas instituciones bancarias, para que abran créditos a bajo interés anual, a lo mucho el 6%, porque es necesario que nuestra economía se mantenga activa, que la gente, además de una vivienda, pueda obtener trabajo, logre seguir produciendo y consumiendo. Nuestro país es muy rico, pero solo apoyándonos mutuamente podremos superar a la perfección esta dura prueba y las que vengan.

México está vivo y se mantiene en pie, y aún cuando el camino se vislumbra largo y sinuoso, queda claro que tenemos el espíritu y la fuerza necesaria para salir adelante. Debemos ver que esta crisis representa gran oportunidad para construir un mejor país.

Así es el Derecho.

¿Cuál era la probabilidad de justamente a 32 años del terremoto de 1985 cuyo saldo fue más de 10 mil muertos, más de 50 mil familias sin hogar, más de 150 mil personas desempleadas y una pérdida económica estimada en cuatro mil millones de dólares y a solo un par de horas de un macro simulacro para acciones en casos similares, el mismo 19 de septiembre otro trágico fenómeno como ese volviera a sacudir nuestro país?

Si bien la doctora de EFE Vala Hjorleifsdottir, investigadora del Instituto de Geofísica de la UNAM, explica que la probabilidad de que sucediera un sismo en la misma fecha era de 5%, nadie se lo esperaba, aún y cuando siempre hemos estado conscientes de la gran sismicidad del territorio nacional, porque se encuentra sobre cinco placas tectónicas (de Norteamérica, de Cocos, del Pacífico, de Rivera y del Caribe).

Sí, nuestro país es altamente sísmico; tan solo en septiembre nos han tocado tres sumamente perceptibles: además del acontecido el 19 de septiembre, ocurrieron uno el 7 de septiembre, de 8.2 grados Richter, y otro de 6.1 grados el pasado 23.

El movimiento telúrico de 7.1 grados originado en Axochiapan, Morelos, a la fecha nos ha dejado la pérdida de más de 300 compañeros, vecinos, amigos o parientes; miles de viviendas dañadas, de las que muchas quedaron inhabitables; desplome de centros de trabajo, escuelas e iglesias en Guerrero, Morelos, Puebla, la Ciudad de México y el Estado de México.

Aún es incalculable el perjuicio en lo económico, y se suma al ocasionado por el sismo de 8.2 grados que el 7 de septiembre afectó principalmente los estados de Oaxaca y Chiapas. Pero en esos momentos de miedo, la angustia o las lágrimas, ninguno pensamos en las pérdidas que habrá.

Y como en el 85, ese su similar nos ha brindado un ejemplo de hermandad que hace pensar que más allá de continuar de pie, nuestro país podrá avanzar superando siempre cada uno de los obstáculos que se le presenten, ya sea un fenómeno natural o problema social.

Esa perspectiva tenemos al cabo de la emoción y la silenciosa gratitud que sentimos al ver a los miles de compatriotas vecinos y desconocidos voluntarios que con sus propias manos, palas y picos se lanzan a buscar a desconocidos como si fueran de su propia sangre. Sí, lo hacen porque los sepultados son sus hermanos mexicanos.

El mismo indescriptible estado de ánimo nos invade al ver tantas manos ofreciendo cobija o comida caliente; cuando presenciamos donativos anónimos y percibimos que la ayuda es tanta que parece rebasar la necesidad de ella, aunque ésta nunca cesa.

El conmovedor escenario da la certeza de que la unidad de la sociedad mexicana que hoy lucha por ayudar a su prójimo sin importar el dinero, el trabajo o las diferencias culturales, logrará que México se sobreponga a esta crisis y todas las que sucedan. Lo conseguiremos siempre y cuando logremos mantener esta actitud de esfuerzo, iniciativa, trabajo y solidaridad despertada por el sismo este 19 de septiembre en la sociedad.

Ese mismo espíritu de colaboración vimos en los empresarios mexicanos más ricos, como Carlos Slim Helú, pues su fundación, Telmex y Telcel abrieron una cuenta en Banco Inbursa, a la que por cada peso que se dona, ellas aportan cinco; o Germán Larrea, presidente de Grupo México y Cinemex, donde dan tres pesos por cada uno donado en las taquillas del cine o en dulcería. Todos han sido esfuerzos loables para contribuir con la sociedad para superar esta crisis. Además, exitosas empresas nacionales e internacionales como H&M, Wal-Mart, Bimbo y Fundación GIN, se las han ingeniado para colaborar con la comunidad.

Es importante destacar cómo a la hermandad nacional se suma la solidaridad internacional, pues países como Japón, Ecuador, Guatemala, Panamá, Venezuela, Estados Unidos y Alemania, entre otros, nos han brindado gran apoyo.

Una vez terminado el rescate se deberán reconstruir viviendas, escuelas, fuentes de empleo –sobre todo-, para lo que además de las donaciones, es imperativo que los recursos del Fondo de Desastres Naturales (Fonden) se pongan a disposición de las víctimas del siniestro, aunque podrían ser insuficientes y tardarían meses en llegar, toda vez que durante este año el presupuesto de esa institución fue de seis mil 35 millones de pesos y ya fueron aplicados, incluso con dinero adicional, durante el primer semestre de este año.

Cabe mencionar que para el siguiente ejercicio fiscal, sus fondos serán únicamente seis mil 644 millones de pesos.

Siendo así, es importantísimo pensar en hacer un llamado a los empresarios más célebres del país, independientemente de su ramo, y a las diversas instituciones bancarias, para que abran créditos a bajo interés anual, a lo mucho el 6%, porque es necesario que nuestra economía se mantenga activa, que la gente, además de una vivienda, pueda obtener trabajo, logre seguir produciendo y consumiendo. Nuestro país es muy rico, pero solo apoyándonos mutuamente podremos superar a la perfección esta dura prueba y las que vengan.

México está vivo y se mantiene en pie, y aún cuando el camino se vislumbra largo y sinuoso, queda claro que tenemos el espíritu y la fuerza necesaria para salir adelante. Debemos ver que esta crisis representa gran oportunidad para construir un mejor país.

Así es el Derecho.