/ martes 9 de julio de 2019

Asignaturas pendientes

En el terreno de la objetividad valga hacer un balance del primer año del triunfo electoral de Andrés Manuel López Obrador y dimensionar este hecho histórico desde varios enfoques. Aquí algunos.

Los anteriores gobiernos, panistas o priistas, tuvieron triunfos electorales bajo la sospecha del fraude a la par de una falsa retórica sobre un triunfo maquillado.

A contracorriente y con la inevitable resistencia, a siete meses del gobierno lopezobradorista se van cumpliendo de manera gradual los compromisos, mientras que, en los últimos sexenios, ningún presidente tuvo tal determinación en generar un verdadero cambio, exigencia de la ciudadanía. Ejemplifiquemos.

Se dio independencia a la Fiscalía General de la República, entró en funciones la Guardia Nacional, se aprobó una nueva reforma educativa, inició el rescate a Pemex, se combatió el huachicol, se abrieron Los Pinos a la ciudadanía, se puso a la venta el avión presidencial, sin dejar de lado los temas referenciales que son emblemáticos de la Cuarta Transformación: la austeridad republicana y el constante combate a la corrupción. Realidades inobjetables de este gobierno.

Hace un año, 30 millones de sufragios legitimaron el triunfo de López Obrador. A un año de distancia, siete de diez mexicanos aprueban la gestión del presidente y el 54 por ciento piensan que ha mejorado la economía, revela Mitofsky. Las estadísticas son un indicador sobre la legitimidad que aún goza Andrés Manuel. Sería un absurdo enaltecer triunfalismos utópicos sin observar las carencias e injusticias de nuestra realidad cotidiana. Falta mucho por consolidar. Sin embargo, se heredó un gobierno fracturado, erosionado o al bordo del colapso y en particular, una administración manchada por la corrupción.

En otras encuestas, 40 por ciento de los mexicanos opinan que los decepcionaría de López Obrador que “cause crisis económica”, 28 por ciento “se olvide de la gente” y 12 por ciento “permita la corrupción”.

Es comprensible que la ciudadanía exija resultados. El propio presidente ha reconocido que no se ha avanzado en el tema de la inseguridad, además, el crecimiento y la estabilidad económica, la certeza y consolidación en las inversiones, oportunidades para todos y reducción de la brecha de la desigualdad, siguen siendo asignaturas pendientes.

Sin lugar a dudas las críticas, señalamientos, cuestionamientos no cesarán de la noche a la mañana, pero para transformar el país que todos deseamos, llevará meses o años. No debemos olvidar que quienes gobernaron y sumieron esta nación en el abandono, la pobreza, la inseguridad, la desigualdad, no lo hicieron en meses o en años, sino en décadas. En los albores de este sexenio, aún falta mucha historia por escribir.

En el terreno de la objetividad valga hacer un balance del primer año del triunfo electoral de Andrés Manuel López Obrador y dimensionar este hecho histórico desde varios enfoques. Aquí algunos.

Los anteriores gobiernos, panistas o priistas, tuvieron triunfos electorales bajo la sospecha del fraude a la par de una falsa retórica sobre un triunfo maquillado.

A contracorriente y con la inevitable resistencia, a siete meses del gobierno lopezobradorista se van cumpliendo de manera gradual los compromisos, mientras que, en los últimos sexenios, ningún presidente tuvo tal determinación en generar un verdadero cambio, exigencia de la ciudadanía. Ejemplifiquemos.

Se dio independencia a la Fiscalía General de la República, entró en funciones la Guardia Nacional, se aprobó una nueva reforma educativa, inició el rescate a Pemex, se combatió el huachicol, se abrieron Los Pinos a la ciudadanía, se puso a la venta el avión presidencial, sin dejar de lado los temas referenciales que son emblemáticos de la Cuarta Transformación: la austeridad republicana y el constante combate a la corrupción. Realidades inobjetables de este gobierno.

Hace un año, 30 millones de sufragios legitimaron el triunfo de López Obrador. A un año de distancia, siete de diez mexicanos aprueban la gestión del presidente y el 54 por ciento piensan que ha mejorado la economía, revela Mitofsky. Las estadísticas son un indicador sobre la legitimidad que aún goza Andrés Manuel. Sería un absurdo enaltecer triunfalismos utópicos sin observar las carencias e injusticias de nuestra realidad cotidiana. Falta mucho por consolidar. Sin embargo, se heredó un gobierno fracturado, erosionado o al bordo del colapso y en particular, una administración manchada por la corrupción.

En otras encuestas, 40 por ciento de los mexicanos opinan que los decepcionaría de López Obrador que “cause crisis económica”, 28 por ciento “se olvide de la gente” y 12 por ciento “permita la corrupción”.

Es comprensible que la ciudadanía exija resultados. El propio presidente ha reconocido que no se ha avanzado en el tema de la inseguridad, además, el crecimiento y la estabilidad económica, la certeza y consolidación en las inversiones, oportunidades para todos y reducción de la brecha de la desigualdad, siguen siendo asignaturas pendientes.

Sin lugar a dudas las críticas, señalamientos, cuestionamientos no cesarán de la noche a la mañana, pero para transformar el país que todos deseamos, llevará meses o años. No debemos olvidar que quienes gobernaron y sumieron esta nación en el abandono, la pobreza, la inseguridad, la desigualdad, no lo hicieron en meses o en años, sino en décadas. En los albores de este sexenio, aún falta mucha historia por escribir.