/ miércoles 16 de junio de 2021

¿Aspiracionistas?

¡Aspiracionistas los herederos del tlatoani! Recién llegó su papi a Palacio y se transformaron en empresarios: una fábrica de chocolates, una de cerveza, una esposa de lujo –con casa en gringolia y, a lo que se ve, harto billete-, un nieto nacido del otro lado del Río Bravo; colegio de fifís para el menor, atención en hospitales, también de fifís, amistades del jet set y demás frivolidades que según el preciso, caracterizan a la despreciable Clase Media –y nos referimos a la Media Alta-. Bien dicen que nadie ve la paja en el ojo propio.

Nos tocó la regañina al esforzado sector, al que calificaría de “especie en extinción”, en vista de las circunstancias pandémicas –y anteriores-, que dieron al traste con la economía. Pérdida de empleos, de pequeños y medianos negocios, de clientela y, para colmo de males, la inflación que reduce la capacidad de consumo (De productos de primera necesidad, que no superfluos).

AMLO está enojado por el descalabro electoral en la CDMX y a la búsqueda de culpables no halló a otros que a quienes intentan sacar la cabeza fuera del agua.

Congruente con su pasado cultural y estudiantil, criticó a los que hacen doctorados, van a universidades, leen periódicos y se informan, aunque piensa que somos el segmento “influenciable”, por esos medios que tuvieron “un manejo informativo pernicioso, tendencioso, calumnioso, inmoral y además tóxico” Le faltó diabólico, adjetivo más afín a su papel de mesías.

La virtud sería pasar a engrosar al sector que recibe sus dádivas, vota por él y le aplaude las estulticias diarias, que los clasemedieros, hartos de demagogia populista barata, ya no escuchan.

Ha habido epítetos, de diversos calibres, tan reiterativos y falaces como sus ataques a cualquiera que se oponga a sus designios.

Está consciente de que empezó su declive. Que las fuerzas desbocadas de los “aspiracionistas” a sucederlo se desatan y limitan su radio de acción. El segundo trienio, de cualquier Presidente, trae consigo su debilitamiento y, para quien considera que solo él puede salvar a este pueblo, tiene que ser doblemente frustrante.

Para acabarla de fastidiar se atraviesa la Línea 12 en sus designios. Así quiera, como es su demencial costumbre, buscar culpables de la caída del Metro, los responsables están directamente relacionados con su trayectoria.

El reportaje del New York Times es la primera puñalada entre quienes destacaban para el 2024. Si fue o no filtración de las investigaciones de la tragedia, lo parecería. Señala a Marcelo Ebrard, por sus prisas para entregar la obra antes de que terminara su gestión y a Carlos Slim por las deficiencias en la construcción.

La Sheinbaum quiso curarse en salud y lo único que hizo fue declararse gestora de la publicación, al anunciar que “nada había tenido que ver”. A explicación no pedida, acusación manifiesta.

De una u otra forma, el drama la toca por la falta de mantenimiento, aunque podría salirse con la suya, como lo hizo en la Delegación Tlálpan con el horror del Colegio Rébsamen, en el que murieron tantos niños en el temblor de 2017, por adherirle a la construcción original un penthouse, que la demarcación autorizó. Se lavó las manos cínicamente, con el respaldo de un López Obrador que la cobijó y solapó.

Empezó la sucesión, con el fragor de los ataques a la Clase Media y la investigación de lo sucedido en la Línea 12: malos augurios para la 4T y, sobre todo, para el tlatoani.

catalinanq@hotmail.com

@catalinanq

¡Aspiracionistas los herederos del tlatoani! Recién llegó su papi a Palacio y se transformaron en empresarios: una fábrica de chocolates, una de cerveza, una esposa de lujo –con casa en gringolia y, a lo que se ve, harto billete-, un nieto nacido del otro lado del Río Bravo; colegio de fifís para el menor, atención en hospitales, también de fifís, amistades del jet set y demás frivolidades que según el preciso, caracterizan a la despreciable Clase Media –y nos referimos a la Media Alta-. Bien dicen que nadie ve la paja en el ojo propio.

Nos tocó la regañina al esforzado sector, al que calificaría de “especie en extinción”, en vista de las circunstancias pandémicas –y anteriores-, que dieron al traste con la economía. Pérdida de empleos, de pequeños y medianos negocios, de clientela y, para colmo de males, la inflación que reduce la capacidad de consumo (De productos de primera necesidad, que no superfluos).

AMLO está enojado por el descalabro electoral en la CDMX y a la búsqueda de culpables no halló a otros que a quienes intentan sacar la cabeza fuera del agua.

Congruente con su pasado cultural y estudiantil, criticó a los que hacen doctorados, van a universidades, leen periódicos y se informan, aunque piensa que somos el segmento “influenciable”, por esos medios que tuvieron “un manejo informativo pernicioso, tendencioso, calumnioso, inmoral y además tóxico” Le faltó diabólico, adjetivo más afín a su papel de mesías.

La virtud sería pasar a engrosar al sector que recibe sus dádivas, vota por él y le aplaude las estulticias diarias, que los clasemedieros, hartos de demagogia populista barata, ya no escuchan.

Ha habido epítetos, de diversos calibres, tan reiterativos y falaces como sus ataques a cualquiera que se oponga a sus designios.

Está consciente de que empezó su declive. Que las fuerzas desbocadas de los “aspiracionistas” a sucederlo se desatan y limitan su radio de acción. El segundo trienio, de cualquier Presidente, trae consigo su debilitamiento y, para quien considera que solo él puede salvar a este pueblo, tiene que ser doblemente frustrante.

Para acabarla de fastidiar se atraviesa la Línea 12 en sus designios. Así quiera, como es su demencial costumbre, buscar culpables de la caída del Metro, los responsables están directamente relacionados con su trayectoria.

El reportaje del New York Times es la primera puñalada entre quienes destacaban para el 2024. Si fue o no filtración de las investigaciones de la tragedia, lo parecería. Señala a Marcelo Ebrard, por sus prisas para entregar la obra antes de que terminara su gestión y a Carlos Slim por las deficiencias en la construcción.

La Sheinbaum quiso curarse en salud y lo único que hizo fue declararse gestora de la publicación, al anunciar que “nada había tenido que ver”. A explicación no pedida, acusación manifiesta.

De una u otra forma, el drama la toca por la falta de mantenimiento, aunque podría salirse con la suya, como lo hizo en la Delegación Tlálpan con el horror del Colegio Rébsamen, en el que murieron tantos niños en el temblor de 2017, por adherirle a la construcción original un penthouse, que la demarcación autorizó. Se lavó las manos cínicamente, con el respaldo de un López Obrador que la cobijó y solapó.

Empezó la sucesión, con el fragor de los ataques a la Clase Media y la investigación de lo sucedido en la Línea 12: malos augurios para la 4T y, sobre todo, para el tlatoani.

catalinanq@hotmail.com

@catalinanq