/ martes 30 de octubre de 2018

Atención médica, odio y mentiras

Hasta hace poco parecía que las elecciones intermedias podrían definirse mayormente por un debate sobre la atención médica. Sin embargo, en los últimos días, los encabezados han estado dominados por el odio: la histeria motivada por una caravana de migrantes que se encuentra a miles de kilómetros de la frontera de Estados Unidos, y el intento de asesinato de varios demócratas importantes.

No obstante, sin importar quién envió las bombas ni para qué, la histeria sobre la caravana no es ningún accidente: crear un clima de odio es la manera en la que los republicanos evitan hablar sobre la atención médica.

Lo que estamos viendo en esta elección es un tipo de culminación de la estrategia que la derecha ha usado desde hace décadas: distraer a los electores pertenecientes a la clase trabajadora de las políticas que los dañan, mientras se ensalza la cultura bélica y de antagonismo racial.

Tratándose de sustancia, la agenda política conservadora moderna, que se centra en recortar impuestos y hacer pedazos la red de seguridad social, es uniformemente impopular. Los electores, por un amplio margen, quieren aumentar, no disminuir, los impuestos a las corporaciones y los ricos. Se oponen de manera abrumadora a los recortes en la Seguridad Social, Medicare y Medicaid. Hasta aquellos que se identifican como republicanos están a favor de evitar que las aseguradoras discriminen a la gente con enfermedades preexistentes, así como lo estipula el Obamacare, pero no las propuestas de servicios médicos hechas por los republicanos.

Así que, ¿cómo planean los republicanos ganar las elecciones? En parte, la respuesta es que el fraude electoral, el Colegio Electoral y otros factores han amañado el sistema a su favor; los republicanos han conservado la Casa Blanca después de tres de las últimas seis elecciones presidenciales, a pesar de haber ganado el voto popular sólo una vez. Además, probablemente se quedarán con la Cámara de Representantes, salvo que los demócratas ganen al menos por 6 por ciento. No olvidemos la supresión de electores, que está inclinando fuertemente la balanza. A pesar de ello, dado lo impopulares que son las posturas en materia de políticas de los republicanos, ¿cómo es que se acercan lo suficiente para hacer trampa?

Una de las maneras en las que tradicionalmente han llegado ahí es mediante las acusaciones de comunismo: afirmar que todas las políticas progresistas son el siguiente paso hacia eso. Hace más de medio siglo, Ronald Reagan advirtió que el Medicare destruiría la libertad estadounidense (no sucedió). Hace unos cuantos días, el gobierno de Donald Trump emitió un informe que equiparaba al Medicare con caer de lleno en el maoísmo.

Otra táctica clave involucra mentir sobre sus propias posturas y aquellas de sus opositores. Durante el gobierno de George W. Bush, las mentiras eran relativamente sutiles para los estándares actuales, ya que involucraban cosas como fingir que los recortes fiscales favorecedores a los ricos en realidad tenían como objetivo a la clase media. Ahora, las mentiras son totalmente descaradas, puesto que hay candidatos que han trabajado incansablemente para desmantelar las protecciones para las enfermedades preexistentes haciéndose pasar por sus defensores y acusando a los demócratas de ser quienes están tratando de destruir Medicare.

No obstante, aunque pueden confundir a algunos electores, las mentiras sobre las política públicas no son suficientes. El odio siempre ha sido parte del paquete.

Hasta hace poco parecía que las elecciones intermedias podrían definirse mayormente por un debate sobre la atención médica. Sin embargo, en los últimos días, los encabezados han estado dominados por el odio: la histeria motivada por una caravana de migrantes que se encuentra a miles de kilómetros de la frontera de Estados Unidos, y el intento de asesinato de varios demócratas importantes.

No obstante, sin importar quién envió las bombas ni para qué, la histeria sobre la caravana no es ningún accidente: crear un clima de odio es la manera en la que los republicanos evitan hablar sobre la atención médica.

Lo que estamos viendo en esta elección es un tipo de culminación de la estrategia que la derecha ha usado desde hace décadas: distraer a los electores pertenecientes a la clase trabajadora de las políticas que los dañan, mientras se ensalza la cultura bélica y de antagonismo racial.

Tratándose de sustancia, la agenda política conservadora moderna, que se centra en recortar impuestos y hacer pedazos la red de seguridad social, es uniformemente impopular. Los electores, por un amplio margen, quieren aumentar, no disminuir, los impuestos a las corporaciones y los ricos. Se oponen de manera abrumadora a los recortes en la Seguridad Social, Medicare y Medicaid. Hasta aquellos que se identifican como republicanos están a favor de evitar que las aseguradoras discriminen a la gente con enfermedades preexistentes, así como lo estipula el Obamacare, pero no las propuestas de servicios médicos hechas por los republicanos.

Así que, ¿cómo planean los republicanos ganar las elecciones? En parte, la respuesta es que el fraude electoral, el Colegio Electoral y otros factores han amañado el sistema a su favor; los republicanos han conservado la Casa Blanca después de tres de las últimas seis elecciones presidenciales, a pesar de haber ganado el voto popular sólo una vez. Además, probablemente se quedarán con la Cámara de Representantes, salvo que los demócratas ganen al menos por 6 por ciento. No olvidemos la supresión de electores, que está inclinando fuertemente la balanza. A pesar de ello, dado lo impopulares que son las posturas en materia de políticas de los republicanos, ¿cómo es que se acercan lo suficiente para hacer trampa?

Una de las maneras en las que tradicionalmente han llegado ahí es mediante las acusaciones de comunismo: afirmar que todas las políticas progresistas son el siguiente paso hacia eso. Hace más de medio siglo, Ronald Reagan advirtió que el Medicare destruiría la libertad estadounidense (no sucedió). Hace unos cuantos días, el gobierno de Donald Trump emitió un informe que equiparaba al Medicare con caer de lleno en el maoísmo.

Otra táctica clave involucra mentir sobre sus propias posturas y aquellas de sus opositores. Durante el gobierno de George W. Bush, las mentiras eran relativamente sutiles para los estándares actuales, ya que involucraban cosas como fingir que los recortes fiscales favorecedores a los ricos en realidad tenían como objetivo a la clase media. Ahora, las mentiras son totalmente descaradas, puesto que hay candidatos que han trabajado incansablemente para desmantelar las protecciones para las enfermedades preexistentes haciéndose pasar por sus defensores y acusando a los demócratas de ser quienes están tratando de destruir Medicare.

No obstante, aunque pueden confundir a algunos electores, las mentiras sobre las política públicas no son suficientes. El odio siempre ha sido parte del paquete.