/ lunes 2 de octubre de 2017

Austeridad, el tabú del Ejecutivo

Casi 40 mil millones de pesos es lo que la actual administración ha destinado a la publicidad del Ejecutivo. A esta cifra, se suman casi 200 millones en viajes, y un millón promedio en cada celebración que Los Pinos encabeza. En medio de una indignación generalizada que ha logrado que los partidos renuncien a los recursos destinados para 2018, la austeridad pareciera llegar a todos lados, menos al Ejecutivo, que en lugar de destinar recursos, se ha limitado a “promover” donaciones, olvidando su obligado papel en la atención de esta catástrofe.

Hace unas semanas Fundar y la Red por la Rendición de Cuentas lanzaron el exhaustivo análisis titulado “Contar lo bueno cuesta mucho. El gasto en publicidad oficial del gobierno federal 2013 a 2016”, en el que se documenta cómo año con año, la Presidencia de la República ha gastado una media de más de nueve mil millones de pesos en este tipo de gastos. La suma de los cuatro primeros años del actual gobierno, y el primer semestre de 2017 indican que Peña Nieto ha gastado más de 37 mil millones, lo que equivale a todo el gasto para atención y prevención de desastres naturales entre 2015 y 2016.

El “sobreejercicio” supera en un 71% los presupuestos aprobados por el Congreso, lo que significa que por cada hora, gasta 1 millón de pesos en propaganda. Especialistas consideran que de continuar con este ritmo, para el fin de su mandato, el Presidente habrá dado a los medios más de 60 mil millones de pesos.

En marzo pasado, la ASF recalcaba que en los últimos tres años, Peña Nieto ha reestructurado el presupuesto, quitando dinero a sectores clave como desarrollo económico y social, y dando mayores recursos a la burocracia. A esto, se suman las cuantiosas triangulaciones por las que se han desviado recursos de Sedesol por casi cuatro  mil millones de pesos, y que hoy son denuncias penales que no han sido atendidas por la PGR.

De acuerdo a cifras de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, en el periodo de 2015 hasta el cierre del primer semestre de 2017, el sector público ha gastado 892 mil 558 millones de pesos más que lo aprobado. Un estudio del Centro de Análisis Multidisciplinario de la UNAM, rescata que a partir de 2013, el gasto corriente del gobierno federal, ha aumentado constantemente en detrimento de otras áreas.

Este dispendio lamentablemente no es exclusivo de la Presidencia. En el marco del primer informe de Manuel Velasco, Gobernador de Chiapas, gastó más de 10 millones de dólares en publicidad, mismo que incluyeron paradas de autobuses y vallas metálicas en la CdMx, el Estado de México, Puebla, Tlaxcala y otros lugares de la República.

Peña cree que la gente olvida la indignación por su avión de 580 millones de dólares, o por la Casa Blanca de su esposa de casi 90 millones. Es condenable que el Ejecutivo a través de Sedatu, Gobernación y otras dependencias, promueva la donación de casas de campaña, cobijas, entre otros, cuando la compra de un millar de estos objetos no representa ni el uno por ciento de lo que el gobierno federal está gastando en publicidad al día.

El Ejecutivo debe entrar ya a esta era de austeridad pues la renuncia de los recursos destinados a los partidos no alcanza para la reconstrucción del país. Debemos acabar con los privilegios -como los onerosos seguros médicos privados de altos funcionarios-, evitar la demagogia, y exigir a EPN que termine con el despilfarro. No dejemos que EPN sea omiso ante este llamado, lo que realmente se necesita es un completo ajuste a sus gastos.

Casi 40 mil millones de pesos es lo que la actual administración ha destinado a la publicidad del Ejecutivo. A esta cifra, se suman casi 200 millones en viajes, y un millón promedio en cada celebración que Los Pinos encabeza. En medio de una indignación generalizada que ha logrado que los partidos renuncien a los recursos destinados para 2018, la austeridad pareciera llegar a todos lados, menos al Ejecutivo, que en lugar de destinar recursos, se ha limitado a “promover” donaciones, olvidando su obligado papel en la atención de esta catástrofe.

Hace unas semanas Fundar y la Red por la Rendición de Cuentas lanzaron el exhaustivo análisis titulado “Contar lo bueno cuesta mucho. El gasto en publicidad oficial del gobierno federal 2013 a 2016”, en el que se documenta cómo año con año, la Presidencia de la República ha gastado una media de más de nueve mil millones de pesos en este tipo de gastos. La suma de los cuatro primeros años del actual gobierno, y el primer semestre de 2017 indican que Peña Nieto ha gastado más de 37 mil millones, lo que equivale a todo el gasto para atención y prevención de desastres naturales entre 2015 y 2016.

El “sobreejercicio” supera en un 71% los presupuestos aprobados por el Congreso, lo que significa que por cada hora, gasta 1 millón de pesos en propaganda. Especialistas consideran que de continuar con este ritmo, para el fin de su mandato, el Presidente habrá dado a los medios más de 60 mil millones de pesos.

En marzo pasado, la ASF recalcaba que en los últimos tres años, Peña Nieto ha reestructurado el presupuesto, quitando dinero a sectores clave como desarrollo económico y social, y dando mayores recursos a la burocracia. A esto, se suman las cuantiosas triangulaciones por las que se han desviado recursos de Sedesol por casi cuatro  mil millones de pesos, y que hoy son denuncias penales que no han sido atendidas por la PGR.

De acuerdo a cifras de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, en el periodo de 2015 hasta el cierre del primer semestre de 2017, el sector público ha gastado 892 mil 558 millones de pesos más que lo aprobado. Un estudio del Centro de Análisis Multidisciplinario de la UNAM, rescata que a partir de 2013, el gasto corriente del gobierno federal, ha aumentado constantemente en detrimento de otras áreas.

Este dispendio lamentablemente no es exclusivo de la Presidencia. En el marco del primer informe de Manuel Velasco, Gobernador de Chiapas, gastó más de 10 millones de dólares en publicidad, mismo que incluyeron paradas de autobuses y vallas metálicas en la CdMx, el Estado de México, Puebla, Tlaxcala y otros lugares de la República.

Peña cree que la gente olvida la indignación por su avión de 580 millones de dólares, o por la Casa Blanca de su esposa de casi 90 millones. Es condenable que el Ejecutivo a través de Sedatu, Gobernación y otras dependencias, promueva la donación de casas de campaña, cobijas, entre otros, cuando la compra de un millar de estos objetos no representa ni el uno por ciento de lo que el gobierno federal está gastando en publicidad al día.

El Ejecutivo debe entrar ya a esta era de austeridad pues la renuncia de los recursos destinados a los partidos no alcanza para la reconstrucción del país. Debemos acabar con los privilegios -como los onerosos seguros médicos privados de altos funcionarios-, evitar la demagogia, y exigir a EPN que termine con el despilfarro. No dejemos que EPN sea omiso ante este llamado, lo que realmente se necesita es un completo ajuste a sus gastos.