/ martes 26 de noviembre de 2019

Autocrítica de la abogacía

Por: Ernesto Villanueva

José Mario de la Garza Marroquín actual presidente del Consejo General de la Abogacía del país- el organismo cúpula de los abogados organizados en colegios- se ha distinguido por ser un crítico sistemático de la simulación y la injusticia. Lo conocí en el 2001 a propósito del movimiento para hacer de la transparencia una normativa que ha ido poco a poco avanzando. José Mario fue el impulsor y creador de la primera ley de transparencia de su natal San Luis Potosí. Como presidente de la Barra Mexicana Colegio de Abogados fue el primero que convenció a sus colegas de designar a una mujer como primera vicepresidenta, la talentosa abogada Claudia de Buen. Increíble, pero hasta hace dos años ninguna mujer tenía uno de los principales de los cargos directivos de la Barra y que ahora está incluso en proceso de modificar su nombre para hacerlo más inclusivo y con un lenguaje de equidad de género.

Ahora en su actual encargo José Mario es fiel a sus principios y convicciones. Sin pelos en la lengua afirma que la abogacía es “deleznable”. Y sigue “México está quebrado, en parte, porque los abogados han permitido que se quiebre y porque no han entendido cuál es su responsabilidad y cómo es su compromiso con la nación”.

Estas fuertes palabras las expuso sin tapujos en una conferencia sobre corrupción e impunidad de la ong Tojil donde José Mario no guardó las formas que la simulación reclama para ser funcional en el sistema. Ahí mismo dijo también que “el mejor abogado es el que sabe cómo corromper a las autoridades, el mejor abogado es el que te va a decir vas a vaciar el sistema, es el que rompe todas las reglas éticas y es el que sabe corromper a los jueces, y hay que decirlo con claridad, la sociedad de México está buscando a esa abogacía corrupta y entonces la abogacía gana dinero a base de esto, de estructurar negocios que se fundamentan en la corrupción, si pones un despacho que diga que “ejerces la abogacía con ética”, probablemente tengas que cerrar el despacho y dedicarte a otra cosa. Los abogados no lo han querido decir y sólo hablan del Estado de Derecho…con discursos huecos que no tienen ninguna verdad, pero la verdad es así como está estructurado el sistema. Primero habría que plantear como decantamos a los abogados. Y la única manera de decantar el desastre que tenemos es generar un sistema que sancione a los abogados que actúan violando la ética y corrompiendo al país”.

Es la primera ocasión en que se pronuncian del presidente de los abogados organizados semejantes expresiones que, por supuesto, son compartibles y loables. Toca un tema tabú del que efectivamente nadie quiere hablar para no desentonar en el engranaje del litigio mexicano. Por supuesto, el propio José Mario sabe y lo ha dicho que siempre hay la excepción a la regla y existen abogados y abogadas con un claro sentido de la ética, pero son, por desgracia, los menos. El llamado de José Mario al foro jurídico y a la sociedad por inédito no deja de ser cierto y pone los puntos sobre las ies de lo mucho que falta por cambiar en todos los ámbitos incluyendo a la comunidad jurídica que, en efecto, restringe su discurso a la corrupción judicial y a la ausencia de un Estado de Derecho robusto, pero no dice nada sobre las fallas del propio gremio que ahora
José Mario lo hace, y lo lleva a cabo arropado con muchos años de congruencia en el pensar, decir y hacer que hacen que esas reflexiones tengan un sentido de gran calado y ponen de relieve que no todo está perdido y que la autocrítica hay que verla como una oportunidad para cambiar para bien de los mejores intereses del país. Me da mucho gusto que José Mario no haya caído en la enfermedad del poder y siga siendo fiel a sus principios, los mismos que le conocí hace casi 20 años. Sin duda, no es una tarea sencilla; antes bien, sinuosa y complicada por la internalización de la corrupción y la impunidad en las formas y modos de actuar en éste y otros gremios y no se va a dar una reforma de la noche a la mañana. Lo primero, como lo hace José Mario a quien siempre he admirado, es verbalizar lo que pasa más allá de la retórica discursiva tan propia en el país para empezar un diagnóstico de gran calado que permita, por el método de aproximaciones sucesivas, transformar los valores deontológicos ahora a la deriva, por nuevas formas de pensar y actuar por el bien público. Hay que apoyar sin regateos esas ideas llenas de verdad por más difíciles que suenen a muchos.

@evillanuevamx

ernestovillanueva@hushmail.com

Por: Ernesto Villanueva

José Mario de la Garza Marroquín actual presidente del Consejo General de la Abogacía del país- el organismo cúpula de los abogados organizados en colegios- se ha distinguido por ser un crítico sistemático de la simulación y la injusticia. Lo conocí en el 2001 a propósito del movimiento para hacer de la transparencia una normativa que ha ido poco a poco avanzando. José Mario fue el impulsor y creador de la primera ley de transparencia de su natal San Luis Potosí. Como presidente de la Barra Mexicana Colegio de Abogados fue el primero que convenció a sus colegas de designar a una mujer como primera vicepresidenta, la talentosa abogada Claudia de Buen. Increíble, pero hasta hace dos años ninguna mujer tenía uno de los principales de los cargos directivos de la Barra y que ahora está incluso en proceso de modificar su nombre para hacerlo más inclusivo y con un lenguaje de equidad de género.

Ahora en su actual encargo José Mario es fiel a sus principios y convicciones. Sin pelos en la lengua afirma que la abogacía es “deleznable”. Y sigue “México está quebrado, en parte, porque los abogados han permitido que se quiebre y porque no han entendido cuál es su responsabilidad y cómo es su compromiso con la nación”.

Estas fuertes palabras las expuso sin tapujos en una conferencia sobre corrupción e impunidad de la ong Tojil donde José Mario no guardó las formas que la simulación reclama para ser funcional en el sistema. Ahí mismo dijo también que “el mejor abogado es el que sabe cómo corromper a las autoridades, el mejor abogado es el que te va a decir vas a vaciar el sistema, es el que rompe todas las reglas éticas y es el que sabe corromper a los jueces, y hay que decirlo con claridad, la sociedad de México está buscando a esa abogacía corrupta y entonces la abogacía gana dinero a base de esto, de estructurar negocios que se fundamentan en la corrupción, si pones un despacho que diga que “ejerces la abogacía con ética”, probablemente tengas que cerrar el despacho y dedicarte a otra cosa. Los abogados no lo han querido decir y sólo hablan del Estado de Derecho…con discursos huecos que no tienen ninguna verdad, pero la verdad es así como está estructurado el sistema. Primero habría que plantear como decantamos a los abogados. Y la única manera de decantar el desastre que tenemos es generar un sistema que sancione a los abogados que actúan violando la ética y corrompiendo al país”.

Es la primera ocasión en que se pronuncian del presidente de los abogados organizados semejantes expresiones que, por supuesto, son compartibles y loables. Toca un tema tabú del que efectivamente nadie quiere hablar para no desentonar en el engranaje del litigio mexicano. Por supuesto, el propio José Mario sabe y lo ha dicho que siempre hay la excepción a la regla y existen abogados y abogadas con un claro sentido de la ética, pero son, por desgracia, los menos. El llamado de José Mario al foro jurídico y a la sociedad por inédito no deja de ser cierto y pone los puntos sobre las ies de lo mucho que falta por cambiar en todos los ámbitos incluyendo a la comunidad jurídica que, en efecto, restringe su discurso a la corrupción judicial y a la ausencia de un Estado de Derecho robusto, pero no dice nada sobre las fallas del propio gremio que ahora
José Mario lo hace, y lo lleva a cabo arropado con muchos años de congruencia en el pensar, decir y hacer que hacen que esas reflexiones tengan un sentido de gran calado y ponen de relieve que no todo está perdido y que la autocrítica hay que verla como una oportunidad para cambiar para bien de los mejores intereses del país. Me da mucho gusto que José Mario no haya caído en la enfermedad del poder y siga siendo fiel a sus principios, los mismos que le conocí hace casi 20 años. Sin duda, no es una tarea sencilla; antes bien, sinuosa y complicada por la internalización de la corrupción y la impunidad en las formas y modos de actuar en éste y otros gremios y no se va a dar una reforma de la noche a la mañana. Lo primero, como lo hace José Mario a quien siempre he admirado, es verbalizar lo que pasa más allá de la retórica discursiva tan propia en el país para empezar un diagnóstico de gran calado que permita, por el método de aproximaciones sucesivas, transformar los valores deontológicos ahora a la deriva, por nuevas formas de pensar y actuar por el bien público. Hay que apoyar sin regateos esas ideas llenas de verdad por más difíciles que suenen a muchos.

@evillanuevamx

ernestovillanueva@hushmail.com