/ martes 22 de mayo de 2018

Bazar de la cultura | Aun más bella, una reivindicación del encanto femenino

Por: Juan Amael Vizzuett Olvera

Toda mujer debe sentirse orgullosa de su feminidad. En ella puede encontrar su mayor fortaleza, especialmente cuando atraviesa una crisis. Así lo plantea la película Aun más bella (Francia, 2017), ópera prima de Anne-Gaëlle Daval; la película se estrenará en México el viernes primero de junio.

La protagonista Lucie (Florence Foresti) es, en cierta forma, una versión en comedia dramática del tragicómico joven Jimmy Shannon (Buster Keaton), protagonista de Siete oportunidades (EUA, 1925): tímida, huraña, insegura de sí misma, incrédula ante el interés de un hombre apuesto.

Lucie no vive en la optimista era del charlestón, sino en el siglo XXI, entre el desencanto y la desorientación general. Lucie es además una convaleciente: se recupera de una agresiva quimioterapia y, deducimos, de un divorcio. Se siente muy poco atractiva, sobre todo al compararse con Manon (Olivia Bonamy), su hermana; los intentos por establecer comunicación con Hortense (Jeanne Astier), su hija adolescente, se desvanecen ante la frialdad de la mozuela; Lucie lidia además con las corrosivas críticas deYvonne (Josée Drevon), su señora madre.

Frédéric (Jonathan Cohen) y Manon quieren animar a su hermana mayor, convencerla de “rehacer su vida”, sin gran éxito. Lucie echa con cajas destempladas al atractivo Clavis (Mathieu Kassovitz), un Tenorio a quien la fragilidad de Lucie le despierta el afán de comprometerse en serio.

El encuentro con Dalila (Nicole García), una experimentada instructora de burlesque, consigue abrir una grieta en el caparazón de la arisca Lucie: Dalila invita a la protagonista a tomar sus clases. Lucie conoce así un nuevo círculo social: mujeres de diferentes edades, complexiones y etnias, resueltas a alimentar su feminidad a través de bailes sensuales.

Anne-Gaëlle Daval reivindica así una actitud contraria a la de algunos feminismos, partidarios de “liberar” a la mujer del maquillaje, de los peinados, de los atuendos, de las alhajas, de la sensualidad. La directora debutante afirma: “Yo he rodado esta película para decirles a las mujeres que ellas necesitan aceptarse, que se quieran, que se disfruten con lo que ellas son, con aquello que ellas poseen”.

Dalila enseña a sus discípulas un principio: todas ellas son hermosas, pero deben atreverse a demostrárselo. Todas juntas preparan un espectáculo para presentarlo ante un público real. Como en Satín Rojo (Francia-Túnez. 2001), de Raja Amari, el baile sensual no es, como afirma cierto feminismo, una imposición patriarcal para alimentar la lujuria masculina, sino una expresión del poder y el orgullo femenino. Así lo entendía la gran estrella del cine y el baile en el Egipto de los años 50, Samia Gamal.

Aun más bella es una película femenina por los cuatro costados, por eso mismo tiene tanto que decirle también al público varonil.

Por: Juan Amael Vizzuett Olvera

Toda mujer debe sentirse orgullosa de su feminidad. En ella puede encontrar su mayor fortaleza, especialmente cuando atraviesa una crisis. Así lo plantea la película Aun más bella (Francia, 2017), ópera prima de Anne-Gaëlle Daval; la película se estrenará en México el viernes primero de junio.

La protagonista Lucie (Florence Foresti) es, en cierta forma, una versión en comedia dramática del tragicómico joven Jimmy Shannon (Buster Keaton), protagonista de Siete oportunidades (EUA, 1925): tímida, huraña, insegura de sí misma, incrédula ante el interés de un hombre apuesto.

Lucie no vive en la optimista era del charlestón, sino en el siglo XXI, entre el desencanto y la desorientación general. Lucie es además una convaleciente: se recupera de una agresiva quimioterapia y, deducimos, de un divorcio. Se siente muy poco atractiva, sobre todo al compararse con Manon (Olivia Bonamy), su hermana; los intentos por establecer comunicación con Hortense (Jeanne Astier), su hija adolescente, se desvanecen ante la frialdad de la mozuela; Lucie lidia además con las corrosivas críticas deYvonne (Josée Drevon), su señora madre.

Frédéric (Jonathan Cohen) y Manon quieren animar a su hermana mayor, convencerla de “rehacer su vida”, sin gran éxito. Lucie echa con cajas destempladas al atractivo Clavis (Mathieu Kassovitz), un Tenorio a quien la fragilidad de Lucie le despierta el afán de comprometerse en serio.

El encuentro con Dalila (Nicole García), una experimentada instructora de burlesque, consigue abrir una grieta en el caparazón de la arisca Lucie: Dalila invita a la protagonista a tomar sus clases. Lucie conoce así un nuevo círculo social: mujeres de diferentes edades, complexiones y etnias, resueltas a alimentar su feminidad a través de bailes sensuales.

Anne-Gaëlle Daval reivindica así una actitud contraria a la de algunos feminismos, partidarios de “liberar” a la mujer del maquillaje, de los peinados, de los atuendos, de las alhajas, de la sensualidad. La directora debutante afirma: “Yo he rodado esta película para decirles a las mujeres que ellas necesitan aceptarse, que se quieran, que se disfruten con lo que ellas son, con aquello que ellas poseen”.

Dalila enseña a sus discípulas un principio: todas ellas son hermosas, pero deben atreverse a demostrárselo. Todas juntas preparan un espectáculo para presentarlo ante un público real. Como en Satín Rojo (Francia-Túnez. 2001), de Raja Amari, el baile sensual no es, como afirma cierto feminismo, una imposición patriarcal para alimentar la lujuria masculina, sino una expresión del poder y el orgullo femenino. Así lo entendía la gran estrella del cine y el baile en el Egipto de los años 50, Samia Gamal.

Aun más bella es una película femenina por los cuatro costados, por eso mismo tiene tanto que decirle también al público varonil.