/ martes 23 de julio de 2019

Bazar de la Cultura | El camino del astronauta

Por: Juan Amael Vizuet

Los viajeros espaciales pasaron de la ciencia-ficción a los titulares periodísticos cuando Yuri Gagarin, a bordo de la Vostok I, completó el primer viaje orbital en torno a la Tierra, el 12 de abril de 1961.

El joven cosmonauta, consciente de la nueva era que se inauguraba aquel día, se lo escribió así a su esposa, Valentina, quien junto a sus dos hijas aguardaba el regreso del héroe. La proeza espoleó al programa espacial estadounidense y aceleró el complejo proceso para llegar a la Luna.

Hoy, cuando conmemoramos medio siglo de la hazaña de Armstrong, Collins y Aldrin en la Apolo XI, no podemos omitir aquel otro hecho histórico: fue Gagarin el primer ser humano en viajar fuera de nuestro planeta; fue él quien abrió definitivamente el camino para la exploración espacial. La nueva época se había inaugurado el 4 de octubre de 1957, cuando se lanzó el Sputnik I.

El desaparecido semanario Life le dedicó su portada al primer satélite artificial. Time hizo lo propio con Gagarin. La reina Isabel de Inglaterra honró al cosmonauta. Todos lo comprendían: había comenzado una transformación tecnológica irreversible.

Y, sin embargo, el cincuentenario del Vostok I, el 12 de abril de 2011, pasó inadvertido para casi todo el planeta, excepto para Rusia, a diferencia de la actual conmemoración de la Apolo XI. Sucede que los Estados Unidos dominan las comunicaciones mundiales y las ponen en juego. Reclaman todas las glorias y relegan discretamente aquéllas que no pueden exponer en su sala de trofeos.

Mientras los viajes de los soviéticos Yuri Gagarin y Valentina Tereshkova se mantuvieron por un buen tiempo como secretos de Estado hasta que se consumaron exitosamente, Armstrong, Collins y Aldrin se convirtieron en súper estrellas mediáticas meses antes de su histórico despegue. Millones de televidentes siguieren el lanzamiento del Saturno V; una legión de periodistas cubrió la cuenta regresiva y narró paso a paso la expedición más célebre desde Colón y sus carabelas.

La misión espacial Apolo XI fue uno de los mayores logros tecnológicos de la historia; también un factor de orgullo estadounidense y una carta de triunfo propagandístico durante la Guerra Fría. Se reconocía empero que el jefe del Proyecto Apolo y principal creador del Saturno V era un sabio teutón, Wernher von Braun (1912-1977), a quien se le perdonó haber trabajado en los proyectiles V2 durante la II Guerra Mundial.

Los astronautas Armstrong, Collins y Aldrin desfilaron por el mundo entero como lo hizo Julio César a su regreso de las Galias. Millones de niños soñaron con llegar a ser astronautas.

Es una misión para los temerarios. El espacio ha cobrado sus mártires. Pero la humanidad ya no puede volverse atrás. China, Irán, Francia y la India tienen ahora sus propios programas espaciales.

“Ser astronauta es maravilloso”, le dijo una admiradora a Rodolfo Neri Vela. Es la verdad.

Por: Juan Amael Vizuet

Los viajeros espaciales pasaron de la ciencia-ficción a los titulares periodísticos cuando Yuri Gagarin, a bordo de la Vostok I, completó el primer viaje orbital en torno a la Tierra, el 12 de abril de 1961.

El joven cosmonauta, consciente de la nueva era que se inauguraba aquel día, se lo escribió así a su esposa, Valentina, quien junto a sus dos hijas aguardaba el regreso del héroe. La proeza espoleó al programa espacial estadounidense y aceleró el complejo proceso para llegar a la Luna.

Hoy, cuando conmemoramos medio siglo de la hazaña de Armstrong, Collins y Aldrin en la Apolo XI, no podemos omitir aquel otro hecho histórico: fue Gagarin el primer ser humano en viajar fuera de nuestro planeta; fue él quien abrió definitivamente el camino para la exploración espacial. La nueva época se había inaugurado el 4 de octubre de 1957, cuando se lanzó el Sputnik I.

El desaparecido semanario Life le dedicó su portada al primer satélite artificial. Time hizo lo propio con Gagarin. La reina Isabel de Inglaterra honró al cosmonauta. Todos lo comprendían: había comenzado una transformación tecnológica irreversible.

Y, sin embargo, el cincuentenario del Vostok I, el 12 de abril de 2011, pasó inadvertido para casi todo el planeta, excepto para Rusia, a diferencia de la actual conmemoración de la Apolo XI. Sucede que los Estados Unidos dominan las comunicaciones mundiales y las ponen en juego. Reclaman todas las glorias y relegan discretamente aquéllas que no pueden exponer en su sala de trofeos.

Mientras los viajes de los soviéticos Yuri Gagarin y Valentina Tereshkova se mantuvieron por un buen tiempo como secretos de Estado hasta que se consumaron exitosamente, Armstrong, Collins y Aldrin se convirtieron en súper estrellas mediáticas meses antes de su histórico despegue. Millones de televidentes siguieren el lanzamiento del Saturno V; una legión de periodistas cubrió la cuenta regresiva y narró paso a paso la expedición más célebre desde Colón y sus carabelas.

La misión espacial Apolo XI fue uno de los mayores logros tecnológicos de la historia; también un factor de orgullo estadounidense y una carta de triunfo propagandístico durante la Guerra Fría. Se reconocía empero que el jefe del Proyecto Apolo y principal creador del Saturno V era un sabio teutón, Wernher von Braun (1912-1977), a quien se le perdonó haber trabajado en los proyectiles V2 durante la II Guerra Mundial.

Los astronautas Armstrong, Collins y Aldrin desfilaron por el mundo entero como lo hizo Julio César a su regreso de las Galias. Millones de niños soñaron con llegar a ser astronautas.

Es una misión para los temerarios. El espacio ha cobrado sus mártires. Pero la humanidad ya no puede volverse atrás. China, Irán, Francia y la India tienen ahora sus propios programas espaciales.

“Ser astronauta es maravilloso”, le dijo una admiradora a Rodolfo Neri Vela. Es la verdad.