/ martes 15 de enero de 2019

Bazar de la Cultura | El regreso de los tres grandes

En el arte solamente existe un Orozco: José Clemente Orozco. Junto a Siqueiros y Rivera, el jalisciense regresa a las salas de exhibición, donde las nuevas generaciones tienen la oportunidad de ver otra vez juntos a los tres grandes del muralismo.

La exposición pendiente se titula esta nueva muestra del Museo Carrillo Gil; el título encierra uno de los periodos más cruentos de la historia latinoamericana.

La exposición pendiente se iba a llamar Orozco, Rivera y Siqueiros. Pintura Mexicana. Su inauguración estaba prevista para el 13 de septiembre del lejano 1973, en el Museo Nacional de Bellas Artes, de Santiago de Chile. Comprendía 169 piezas.

Organizar una muestra de tales dimensiones exige meses, a veces años de trabajo. La inversión en recursos es cuantiosa. Aun así, una gran exposición puede arrojar beneficios económicos, diplomáticos, educativos y culturales.

Cuando todo quedó dispuesto para la apertura, sobrevino el golpe de Estado del 11 de septiembre; el gobierno constitucional de Salvador Allende sucumbió y Augusto Pinochet presidió durante 17 años a una de las dictaduras más feroces del siglo XX. El modelo se reprodujo en Argentina y en otros países del hemisferio; así, las décadas de los 70 y 80 quedaron marcadas por los costos humanos de la represión.

El Museo Nacional de Bellas Artes, con las obras mexicanas adentro, fue objeto de ataques armados. No hubo ya inauguración y la embajada de nuestro país se volvió refugio para los perseguidos. Las piezas regresaron hacia el norte; junto a ellas viajaron los primeros exiliados chilenos, mientras en su país se recrudecía la represión en gran escala.

La actual muestra del Carillo Gil reconstruye la historia de aquella otra, nunca inaugurada. Se basa en la documentación de Fernando Gamboa y relata el rescate de las piezas.

Los visitantes verán la obra de caballete de los muralistas. Como pieza del mes se exhibe Cristo destruyendo su cruz (1943), de Orozco. La interpretación de este óleo es siempre subjetiva: puede entenderse como la liberación del hombre martirizado por los poderosos, el fin de los símbolos de la opresión.

Maternidad (óleo sobre tela, 1916), de Diego Rivera, corresponde al período cubista del guanajuatense, quien fue una figura de las vanguardias en París antes de su retorno a México; Cabeza de caballo (piroxilina sobre madera,1948) es una de las creaciones más famosas de Siqueiros. Se ha difundido en infinidad de medios. Es la ocasión de verla sin el filtro de las cámaras o las imprentas.

El Museo Carrillo Gil está en Avenida Revolución 1608 y Altavista, San Ángel. Visitas de martes a domingo, de 10:00 a 18:00 horas. Entrada $50; es gratuita para estudiantes y profesores con credencial vigente, menores de 12 años y miembros del INAPAM. Los domingos, la entrada es libre.

En el arte solamente existe un Orozco: José Clemente Orozco. Junto a Siqueiros y Rivera, el jalisciense regresa a las salas de exhibición, donde las nuevas generaciones tienen la oportunidad de ver otra vez juntos a los tres grandes del muralismo.

La exposición pendiente se titula esta nueva muestra del Museo Carrillo Gil; el título encierra uno de los periodos más cruentos de la historia latinoamericana.

La exposición pendiente se iba a llamar Orozco, Rivera y Siqueiros. Pintura Mexicana. Su inauguración estaba prevista para el 13 de septiembre del lejano 1973, en el Museo Nacional de Bellas Artes, de Santiago de Chile. Comprendía 169 piezas.

Organizar una muestra de tales dimensiones exige meses, a veces años de trabajo. La inversión en recursos es cuantiosa. Aun así, una gran exposición puede arrojar beneficios económicos, diplomáticos, educativos y culturales.

Cuando todo quedó dispuesto para la apertura, sobrevino el golpe de Estado del 11 de septiembre; el gobierno constitucional de Salvador Allende sucumbió y Augusto Pinochet presidió durante 17 años a una de las dictaduras más feroces del siglo XX. El modelo se reprodujo en Argentina y en otros países del hemisferio; así, las décadas de los 70 y 80 quedaron marcadas por los costos humanos de la represión.

El Museo Nacional de Bellas Artes, con las obras mexicanas adentro, fue objeto de ataques armados. No hubo ya inauguración y la embajada de nuestro país se volvió refugio para los perseguidos. Las piezas regresaron hacia el norte; junto a ellas viajaron los primeros exiliados chilenos, mientras en su país se recrudecía la represión en gran escala.

La actual muestra del Carillo Gil reconstruye la historia de aquella otra, nunca inaugurada. Se basa en la documentación de Fernando Gamboa y relata el rescate de las piezas.

Los visitantes verán la obra de caballete de los muralistas. Como pieza del mes se exhibe Cristo destruyendo su cruz (1943), de Orozco. La interpretación de este óleo es siempre subjetiva: puede entenderse como la liberación del hombre martirizado por los poderosos, el fin de los símbolos de la opresión.

Maternidad (óleo sobre tela, 1916), de Diego Rivera, corresponde al período cubista del guanajuatense, quien fue una figura de las vanguardias en París antes de su retorno a México; Cabeza de caballo (piroxilina sobre madera,1948) es una de las creaciones más famosas de Siqueiros. Se ha difundido en infinidad de medios. Es la ocasión de verla sin el filtro de las cámaras o las imprentas.

El Museo Carrillo Gil está en Avenida Revolución 1608 y Altavista, San Ángel. Visitas de martes a domingo, de 10:00 a 18:00 horas. Entrada $50; es gratuita para estudiantes y profesores con credencial vigente, menores de 12 años y miembros del INAPAM. Los domingos, la entrada es libre.