/ martes 5 de noviembre de 2019

Bazar de la Cultura | Gastronomía, salud e identidad cultural

Por: Juan Amael Vizuet

Cuando una colectividad altera su cultura alimenticia, pierde gran parte de su identidad; con rapidez se ve aquejada por males antes casi desconocidos,sociales y médicos. La cohesión, tanto comunitaria como familiar,depende en gran parte de los simbolismos, la historia, las tradiciones ligadas a la alimentación, con todos sus rituales.

Mientras preparan el tradicional pan de bellotas, las mujeres de Kariak—aldea de la etnia lor, en la provincia iraní de Kohkiluye y Boyer-Ahmad— entonan su canción ancestral:“…Vosotras, bellota y castaña, que sois los padres del pueblo lor…”Ellas lo saben bien: la gastronomía es esencial para su identidad. Los lor obtienen cada ingrediente de su propia tierra; la cienciareconoce hoy su valor en antioxidantes. Esta historia se narra en el documental de Maryam Dehghanpour (Irán, 2019), con libre acceso en internet.

México es también un pueblo milenario, heredero de una gastronomía sabia. Aúnvaloramos el amaranto, el nopal olos charales. Pero en la vida cotidiana hemos perdido gran parte de esa herencia.

Según los doctores María Muciño Bermejo y Nahum Méndez-Sánchez, hasta donde sabemos, entre las culturas mesoamericanas la obesidad presentaba una baja prevalencia. Eso se debía en gran parte a la dieta de aquellos ancestros; nuestros actuales problemas se originaron en el repliegue de la tradición en favor de los comestibles procesados industrialmente (Méndez-Sánchez.Obesidad, McGraw Hill, México, 2019, p. 4)

En el mismo libro, los especialistas citan a Martín y Manrique de la Universidad Católica del Norte, Colombia: “La alimentación constituye la base fundamental de una sociedad, su estudio permite comprender la salud e historia de una población”.

El documental iraní antes citado muestra laesmerada preparación del “Dampojt gushti”, con lentejas, arroz, carne, cebollina y cúrcuma,muy preciada en la cocina asiática.

El reportero, convidadopor lahospitalariafamilia Akhlaghi, da fe de la exquisitez de las viandas tradicionales; los especialistas, por su parte, elogian las virtudes de la cúrcuma, rica enpotasio, calcio, magnesio, cobre, zinc vitaminas C, E, K, B1, B2, B3, B6 y B9.La cúrcuma es antibacteriana, antioxidante y preventiva contra la diabetes.

Un pan de bellotas, la sopa Ash Doogh, amén deinfusiones medicinales—membrillo, tomillo, rosa y cedrón— completan el menú. No se sirven bebidas industrializadas.

Elmencionado libro Obesidad se presentó recientemente. En él, la doctora Edurne Austrich Senosian advierte: se trata de una enfermedad compleja. Sus causas son múltiples y no se han aclarado completamente.Culpar a quienes padecen el trastorno es erróneo e injusto; en gran parte, las causas son sociales, entre ellas, un estilo de vida propicio a su desarrollo desde la niñez.

Por: Juan Amael Vizuet

Cuando una colectividad altera su cultura alimenticia, pierde gran parte de su identidad; con rapidez se ve aquejada por males antes casi desconocidos,sociales y médicos. La cohesión, tanto comunitaria como familiar,depende en gran parte de los simbolismos, la historia, las tradiciones ligadas a la alimentación, con todos sus rituales.

Mientras preparan el tradicional pan de bellotas, las mujeres de Kariak—aldea de la etnia lor, en la provincia iraní de Kohkiluye y Boyer-Ahmad— entonan su canción ancestral:“…Vosotras, bellota y castaña, que sois los padres del pueblo lor…”Ellas lo saben bien: la gastronomía es esencial para su identidad. Los lor obtienen cada ingrediente de su propia tierra; la cienciareconoce hoy su valor en antioxidantes. Esta historia se narra en el documental de Maryam Dehghanpour (Irán, 2019), con libre acceso en internet.

México es también un pueblo milenario, heredero de una gastronomía sabia. Aúnvaloramos el amaranto, el nopal olos charales. Pero en la vida cotidiana hemos perdido gran parte de esa herencia.

Según los doctores María Muciño Bermejo y Nahum Méndez-Sánchez, hasta donde sabemos, entre las culturas mesoamericanas la obesidad presentaba una baja prevalencia. Eso se debía en gran parte a la dieta de aquellos ancestros; nuestros actuales problemas se originaron en el repliegue de la tradición en favor de los comestibles procesados industrialmente (Méndez-Sánchez.Obesidad, McGraw Hill, México, 2019, p. 4)

En el mismo libro, los especialistas citan a Martín y Manrique de la Universidad Católica del Norte, Colombia: “La alimentación constituye la base fundamental de una sociedad, su estudio permite comprender la salud e historia de una población”.

El documental iraní antes citado muestra laesmerada preparación del “Dampojt gushti”, con lentejas, arroz, carne, cebollina y cúrcuma,muy preciada en la cocina asiática.

El reportero, convidadopor lahospitalariafamilia Akhlaghi, da fe de la exquisitez de las viandas tradicionales; los especialistas, por su parte, elogian las virtudes de la cúrcuma, rica enpotasio, calcio, magnesio, cobre, zinc vitaminas C, E, K, B1, B2, B3, B6 y B9.La cúrcuma es antibacteriana, antioxidante y preventiva contra la diabetes.

Un pan de bellotas, la sopa Ash Doogh, amén deinfusiones medicinales—membrillo, tomillo, rosa y cedrón— completan el menú. No se sirven bebidas industrializadas.

Elmencionado libro Obesidad se presentó recientemente. En él, la doctora Edurne Austrich Senosian advierte: se trata de una enfermedad compleja. Sus causas son múltiples y no se han aclarado completamente.Culpar a quienes padecen el trastorno es erróneo e injusto; en gran parte, las causas son sociales, entre ellas, un estilo de vida propicio a su desarrollo desde la niñez.