/ martes 23 de enero de 2018

Bazar de la cultura | Ibargüengoitia: 90 años de ironía literaria

Por Juan Amael Vizzuett Olvera

Aunque no exista, Arepa, circular república caribeña, crisol de etnias y prejuicios, refleja con todo rigor la realidad latinoamericana. Su historia es tan nuestra como universal; en ella se entrecruzan todos los conflictos humanos, los sociales y los íntimos. La isla es el escenario de Maten al león, de Jorge Ibargüengoitia, cuyo XC aniversario se cumplió este 22 de enero.

La obra del guanajuatense ha sido objeto de numerosos estudios, debates y adaptaciones. Estos breves comentarios se abocan a una de sus novelas, Maten al león (1969), inspirada en hechos históricos deliberadamente reconocibles: el otrora caudillo, luego dictador, ultimado en plena apoteosis por el más improbable de los ejecutores, un joven e ignoto artista, cuyo móvil es emotivo, no político.

El eje de Maten al león es una reflexión social, política e histórica acerca de autoritarismo en México y en Latinoamérica. Los dictadores, civiles o militares han asolado a nuestros pueblos y por ello protagonizan una vertiente de la literatura continental: El señor presidente, de Miguel ángel Asturias; El recurso del método y El reino de este mundo, de Alejo Carpentier; Yo, el supremo, de Arturo Roa Bastos, La sombra del caudillo, de Martín Luis Guzmán y El otoño del patriarca, de Gabriel García Márquez, son ejemplos arquetípicos.

Ibargüengoitia eligió un enfoque original para exponer al dictador latinoamericano: la ironía, nunca exenta de patetismo. A través del mariscal Belaunzarán, presidente reelecto una y otra vez en Arepa, se manifiestan los métodos represivos de Porfirio Díaz, Fulgencio Batista, Anastasio Somoza, François Duvalier y Leónidas Trujillo, entre tantos otros, sin olvidar a Álvaro Obregón, cuyo fin se recrea en la novela de Ibargüengoitia.

Sin embargo, ni el propio escritor pudo imaginarse cómo, unos años después de que se publicara Maten al león, una nueva camada de dictadores había de empequeñecer las atrocidades del pasado.

Maten al león narra el asesinato del candidato opositor y la ejecución de los chivos expiatorios a quienes se les ofreció amparo si asumían la culpa. La novela expone las mil corruptelas cotidianas, el intervencionismo extranjero, la desigualdad irracional, la mentalidad oligárquica, el oscurantismo, la discriminación y tantos otros lastres de nuestras sociedades.

Todo ello se entreteje con los conflictos comunes a todos los humanos y con las paradojas universales: Pereira, profesor de dibujo, agradece devotamente un par de zapatos, desecho de la aristocrática doña Ángela, mientras un niño pobre arroja al piso el bocadillo que no le gustó, caridad de la misma dama.   

Maten al león es el reino de unas oligarquías inconscientes de su patetismo.

Por Juan Amael Vizzuett Olvera

Aunque no exista, Arepa, circular república caribeña, crisol de etnias y prejuicios, refleja con todo rigor la realidad latinoamericana. Su historia es tan nuestra como universal; en ella se entrecruzan todos los conflictos humanos, los sociales y los íntimos. La isla es el escenario de Maten al león, de Jorge Ibargüengoitia, cuyo XC aniversario se cumplió este 22 de enero.

La obra del guanajuatense ha sido objeto de numerosos estudios, debates y adaptaciones. Estos breves comentarios se abocan a una de sus novelas, Maten al león (1969), inspirada en hechos históricos deliberadamente reconocibles: el otrora caudillo, luego dictador, ultimado en plena apoteosis por el más improbable de los ejecutores, un joven e ignoto artista, cuyo móvil es emotivo, no político.

El eje de Maten al león es una reflexión social, política e histórica acerca de autoritarismo en México y en Latinoamérica. Los dictadores, civiles o militares han asolado a nuestros pueblos y por ello protagonizan una vertiente de la literatura continental: El señor presidente, de Miguel ángel Asturias; El recurso del método y El reino de este mundo, de Alejo Carpentier; Yo, el supremo, de Arturo Roa Bastos, La sombra del caudillo, de Martín Luis Guzmán y El otoño del patriarca, de Gabriel García Márquez, son ejemplos arquetípicos.

Ibargüengoitia eligió un enfoque original para exponer al dictador latinoamericano: la ironía, nunca exenta de patetismo. A través del mariscal Belaunzarán, presidente reelecto una y otra vez en Arepa, se manifiestan los métodos represivos de Porfirio Díaz, Fulgencio Batista, Anastasio Somoza, François Duvalier y Leónidas Trujillo, entre tantos otros, sin olvidar a Álvaro Obregón, cuyo fin se recrea en la novela de Ibargüengoitia.

Sin embargo, ni el propio escritor pudo imaginarse cómo, unos años después de que se publicara Maten al león, una nueva camada de dictadores había de empequeñecer las atrocidades del pasado.

Maten al león narra el asesinato del candidato opositor y la ejecución de los chivos expiatorios a quienes se les ofreció amparo si asumían la culpa. La novela expone las mil corruptelas cotidianas, el intervencionismo extranjero, la desigualdad irracional, la mentalidad oligárquica, el oscurantismo, la discriminación y tantos otros lastres de nuestras sociedades.

Todo ello se entreteje con los conflictos comunes a todos los humanos y con las paradojas universales: Pereira, profesor de dibujo, agradece devotamente un par de zapatos, desecho de la aristocrática doña Ángela, mientras un niño pobre arroja al piso el bocadillo que no le gustó, caridad de la misma dama.   

Maten al león es el reino de unas oligarquías inconscientes de su patetismo.

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