/ martes 10 de diciembre de 2019

Bazar de la Cultura | Pelegrín Clavé: el oficio del pintor

Por: Juan Amael Vizuet

Vino a México en el peor momento de nuestra Historia; corría el año 1846 y el país tenía por delante la Intervención Estadounidense. El recién llegado se quedó, pese a todo, y su arte nos legó una visión intimistade nuestro siglo XIX. La exposiciónPelegrín Clavé. Origen y Sentido (1811-1880), del Museo de San Carlos–Puente de Alvarado 50, colonia Tabacalera–recupera la obra de aquel barcelonés de pinceles maestros y oficio universal.

Pelegrín Clavé fue uno de los artistas mayores de su tiempo; el Museo del Prado informa cómo, ante el pasmoso talento del joven pintor, la Junta de Comercio de su ciudad natal le otorgó en 1835 una beca para trasladarse a Roma, a fin de continuar su formación como discípulo de Tommaso Minardi (1787-1871) en la Academia de San Lucas.

Su destino en México se decidió en 1845. Aquel año, en Roma se convocó a un concurso para designar al nuevo director de la cátedra de pintura en la Academia de San Carlos. Clavé lo ganó y se embarcó hacia América.

Amén de sus facultades en plenitud y su técnica prodigiosa, traía en su equipaje el romanticismo pictórico; Mariano Meza, comisario de la muestra, ha informado queClavé impulsó en México el estudio de la perspectiva. Además, emprendía largos traslados con los medios tan precarios de su tiempo– para trabajar en los paisajes.Una generación de artistas, entre quienes se contaba José María Velasco,se formó bajo la nueva escuela.

Meza Marroquín ve en las obras de Clavé un antecedente del movimiento muralista del siglo XX. Tiene mucha razón.

La primera juventud de Isabel la Católica a lado de su enferma madre(1855), con sus288 x 226 cm, tiene dimensiones de verdadero mural. Velasco, su discípulo, también trabajó con estos formatos. La pieza de Clavé recrea con minuciosidad un pasaje histórico y fue la Historia uno de los ejes del futuro muralismo.

Es una de las pinturas más conocidas en nuestro país: ha ilustrado libros de texto, revistas y documentales. Son 140 las piezas que componen la muestra. Pasteles, grabados, óleos, bocetos y fotografías.

Mariano Meza ha informado que Clavé fue precursor en aprovechar la fotografía como apoyo para su trabajo, lejos de ver en la nueva tecnología una amenaza. Hoy es un recurso habitual del que incluso se abusa, pero ésa es otra historia.

Clavé, con auxilio de sus discípulos decoró al fresco la cúpula de La Profesa, resuelto a revivir aquella tradición pictórica; la pintura debía recuperar su vocación de arte público. Así esperaba abrir nuevas oportunidades para la juventud formada en la Academia.

Un siniestro destruyóaquelfresco en 1915. Incluso así se le reconoce junto al poblano Juan Cordero (1822-1884) como un precursor del muralismo.

La pintura mexicana le debe mucho a Pelegrín Clavé. Apenas comienza un justo reconocimiento.

Por: Juan Amael Vizuet

Vino a México en el peor momento de nuestra Historia; corría el año 1846 y el país tenía por delante la Intervención Estadounidense. El recién llegado se quedó, pese a todo, y su arte nos legó una visión intimistade nuestro siglo XIX. La exposiciónPelegrín Clavé. Origen y Sentido (1811-1880), del Museo de San Carlos–Puente de Alvarado 50, colonia Tabacalera–recupera la obra de aquel barcelonés de pinceles maestros y oficio universal.

Pelegrín Clavé fue uno de los artistas mayores de su tiempo; el Museo del Prado informa cómo, ante el pasmoso talento del joven pintor, la Junta de Comercio de su ciudad natal le otorgó en 1835 una beca para trasladarse a Roma, a fin de continuar su formación como discípulo de Tommaso Minardi (1787-1871) en la Academia de San Lucas.

Su destino en México se decidió en 1845. Aquel año, en Roma se convocó a un concurso para designar al nuevo director de la cátedra de pintura en la Academia de San Carlos. Clavé lo ganó y se embarcó hacia América.

Amén de sus facultades en plenitud y su técnica prodigiosa, traía en su equipaje el romanticismo pictórico; Mariano Meza, comisario de la muestra, ha informado queClavé impulsó en México el estudio de la perspectiva. Además, emprendía largos traslados con los medios tan precarios de su tiempo– para trabajar en los paisajes.Una generación de artistas, entre quienes se contaba José María Velasco,se formó bajo la nueva escuela.

Meza Marroquín ve en las obras de Clavé un antecedente del movimiento muralista del siglo XX. Tiene mucha razón.

La primera juventud de Isabel la Católica a lado de su enferma madre(1855), con sus288 x 226 cm, tiene dimensiones de verdadero mural. Velasco, su discípulo, también trabajó con estos formatos. La pieza de Clavé recrea con minuciosidad un pasaje histórico y fue la Historia uno de los ejes del futuro muralismo.

Es una de las pinturas más conocidas en nuestro país: ha ilustrado libros de texto, revistas y documentales. Son 140 las piezas que componen la muestra. Pasteles, grabados, óleos, bocetos y fotografías.

Mariano Meza ha informado que Clavé fue precursor en aprovechar la fotografía como apoyo para su trabajo, lejos de ver en la nueva tecnología una amenaza. Hoy es un recurso habitual del que incluso se abusa, pero ésa es otra historia.

Clavé, con auxilio de sus discípulos decoró al fresco la cúpula de La Profesa, resuelto a revivir aquella tradición pictórica; la pintura debía recuperar su vocación de arte público. Así esperaba abrir nuevas oportunidades para la juventud formada en la Academia.

Un siniestro destruyóaquelfresco en 1915. Incluso así se le reconoce junto al poblano Juan Cordero (1822-1884) como un precursor del muralismo.

La pintura mexicana le debe mucho a Pelegrín Clavé. Apenas comienza un justo reconocimiento.