/ martes 3 de diciembre de 2019

Bazar de la Cultura | Viento de libertad: una mirada a la Guerra Fría

Viento de libertad (Alemania, 2018), de Michael Herbig narra el insólito plan de fuga en globo de dos familias hacia el Occidente, durante la Guerra Fría. La película se estrenará el viernes 6 de diciembre en las pantallas mexicanas. Tal vez, a un migrante centroamericano actual, acosado en su tierra por el pandillerismo, la miseria y la represión, le resultaría incomprensible el escape de los protagonistas: la vida en la hoy extinta República Democrática Alemana, recreada en la cinta, podría parecerle envidiable.

Son contadas las producciones alemanas en las pantallas de México, excepto durante la Muestra Internacional y el Foro de la Cineteca. Por sí misma, esta realidad justifica el interés respecto a Viento de libertad. Su trama se relaciona además con el XXX aniversario de la caída del Muro de Berlín.

En general, las visiones sobre el acontecimiento son festivas; la emisora pública internacional Deutsche Welle (Onda Alemana) ofrece una perspectiva mucho más crítica. Un dato revelador es el desplome en la tasa de natalidad en los territorios de la antigua RDA tras su integración a la República Federal Alemana: un 50%, retroceso superior al registrado tras las catastróficas derrotas en las dos Guerras Mundiales.

Varios reportajes de la DW exponen problemas como la pobreza entre los jubilados y la desigualdad económica en la “locomotora de Europa”. La reunificación destruyó empleos y relegó a los antiguos ciudadanos de la RDA. La existencia les resultó muy cuesta arriba, sobre todo a los adultos entrados en la madurez.

Las familias protagonistas de Viento de libertad llevan un nivel de vida bastante decoroso, especialmente si se les mira desde los parámetros de otras sociedades expulsoras de emigrantes, como las subsaharianas. Durante un largo periodo, la seguridad social, el empleo garantizado y la educación gratuita proporcionaron bienestar a quienes no expresaban disidencias políticas.

Las críticas se abocaban al Estado policial y al creciente rezago económico respecto a laRFA. Los relatos sobre escapes hacia occidente se publicaban con frecuencia en los medios corporativos, sin embargo, existía otra cara: los migrantes desencantados, sin oportunidades laborales.

Esencialmente, Viento de libertad es una cinta de suspenso sobre una partida por el todo o nada entre el engranaje represivo y una familia con vínculos sólidos, pese a sus inevitables conflictos. Se trata de una lucha contra el tiempo: los fugitivos deben consumar su escape antes de que sus perseguidores aten todos los cabos de su pesquisa.

Los agentes del Estado actúan por convicción ideológica, pero también por miedo a las represalias en caso de fallar. Ellos permanecen más vigilados aún que los ciudadanos. Los ecos de la Guerra Fría, demuestra la cinta, no terminan de acallarse.

Viento de libertad (Alemania, 2018), de Michael Herbig narra el insólito plan de fuga en globo de dos familias hacia el Occidente, durante la Guerra Fría. La película se estrenará el viernes 6 de diciembre en las pantallas mexicanas. Tal vez, a un migrante centroamericano actual, acosado en su tierra por el pandillerismo, la miseria y la represión, le resultaría incomprensible el escape de los protagonistas: la vida en la hoy extinta República Democrática Alemana, recreada en la cinta, podría parecerle envidiable.

Son contadas las producciones alemanas en las pantallas de México, excepto durante la Muestra Internacional y el Foro de la Cineteca. Por sí misma, esta realidad justifica el interés respecto a Viento de libertad. Su trama se relaciona además con el XXX aniversario de la caída del Muro de Berlín.

En general, las visiones sobre el acontecimiento son festivas; la emisora pública internacional Deutsche Welle (Onda Alemana) ofrece una perspectiva mucho más crítica. Un dato revelador es el desplome en la tasa de natalidad en los territorios de la antigua RDA tras su integración a la República Federal Alemana: un 50%, retroceso superior al registrado tras las catastróficas derrotas en las dos Guerras Mundiales.

Varios reportajes de la DW exponen problemas como la pobreza entre los jubilados y la desigualdad económica en la “locomotora de Europa”. La reunificación destruyó empleos y relegó a los antiguos ciudadanos de la RDA. La existencia les resultó muy cuesta arriba, sobre todo a los adultos entrados en la madurez.

Las familias protagonistas de Viento de libertad llevan un nivel de vida bastante decoroso, especialmente si se les mira desde los parámetros de otras sociedades expulsoras de emigrantes, como las subsaharianas. Durante un largo periodo, la seguridad social, el empleo garantizado y la educación gratuita proporcionaron bienestar a quienes no expresaban disidencias políticas.

Las críticas se abocaban al Estado policial y al creciente rezago económico respecto a laRFA. Los relatos sobre escapes hacia occidente se publicaban con frecuencia en los medios corporativos, sin embargo, existía otra cara: los migrantes desencantados, sin oportunidades laborales.

Esencialmente, Viento de libertad es una cinta de suspenso sobre una partida por el todo o nada entre el engranaje represivo y una familia con vínculos sólidos, pese a sus inevitables conflictos. Se trata de una lucha contra el tiempo: los fugitivos deben consumar su escape antes de que sus perseguidores aten todos los cabos de su pesquisa.

Los agentes del Estado actúan por convicción ideológica, pero también por miedo a las represalias en caso de fallar. Ellos permanecen más vigilados aún que los ciudadanos. Los ecos de la Guerra Fría, demuestra la cinta, no terminan de acallarse.