/ martes 28 de enero de 2020

Bazar de la Cultura | Zalce y la Ilíada Tolteca

Por: Juan Amael Vizzuett

Un gran artista reinventa las leyendas antiguas y recrea sus episodios para armar mundos inéditos. Así, Alfredo Zalce convirtió las historias de Quetzalcóatl, Mixcóatl y Chimalma en una epopeya gráfica hace más de medio siglo; luego, las 20 linografías de la serie Tula Tolteca vivieron su propia Odisea: permanecieron inéditas durante 33 años. Hoy el Salón de la Plástica Mexicana expone estas obras como parte del festejo por sus 70 años.

Originalmente, Tula Tolteca estaba destinada al recién fundado Museo Nacional de Antropología; cuando los problemas de presupuesto impidieron que los grabados se imprimieran, se convirtieron en un tesoro escondido para varias generaciones.

Cada una de las piezas, de aproximadamente 50 x 60 centímetros, cautiva a los visitantes del siglo XXI; muy pocos entre ellos habían tenido antes la oportunidad de verlas. La unidad estética de la serie contrasta con la admirable solución individual de las obras. El muralista michoacano jamás repite los recursos gráficos: así, el recorrido a través de los 20 capítulos del relato visual mantiene en suspenso a quien los mira.

Tula Tolteca es, sobre todo, una obra cósmica: en ella aparecen la selva, la aridez, el resplandor solar, las sombras, el océano, el fuego, las fieras, el nacimiento y la caída de una civilización, la guerra y las pasiones humanas.

Estamos ante la brillante narración gráfica de una leyenda fundacional: el advenimiento de Quetzalcóatl y de las grandes ciudades mesoamericanas.

La Tula Tolteca de Alfredo Zalce es hondamente mexicana y a la vez universal. Todos los pueblos pueden reconocerse en esta epopeya: la historia del encumbramiento de Quetzalcóatl, su triunfo contra el asesino de su padre, la misión constructora del héroe, las intrigas que precipitaron su caída, su exilio, su final.

Quien conozca la leyenda de la Mesa Redonda, la Eneida y la Ilíada encontrará la misma grandeza y la misma tragedia en esta singular Columna de Trajano, donde se amalgaman la mitología y la historia.

El grabado en linóleo es uno de los procedimientos más arduos y difíciles de las artes visuales. Se requiere fuerza física y un control absoluto de las gubias para resolver las figuras sobre el material, que opone una resistencia obstinada.

El maestro Zalce produjo piezas soberbias en todas las técnicas; con el linóleo logró prodigios: Nacimiento de Ce-Acatl Topiltzin Quetzalcóatl y muerte de su madre, el grabado número cuatro, plasma una escena intimista a contraluz que expresa tanto los dos acontecimientos —el principio y el final de la vida— como las texturas de los objetos cotidianos, aún familiares para nosotros: las esterillas de petate, los atuendos bordados y la cerámica de barro.

Tula Tolteca permanecerá abierta hasta el 9 de febrero en Colima 196, colonia Roma. La entrada es libre.

Por: Juan Amael Vizzuett

Un gran artista reinventa las leyendas antiguas y recrea sus episodios para armar mundos inéditos. Así, Alfredo Zalce convirtió las historias de Quetzalcóatl, Mixcóatl y Chimalma en una epopeya gráfica hace más de medio siglo; luego, las 20 linografías de la serie Tula Tolteca vivieron su propia Odisea: permanecieron inéditas durante 33 años. Hoy el Salón de la Plástica Mexicana expone estas obras como parte del festejo por sus 70 años.

Originalmente, Tula Tolteca estaba destinada al recién fundado Museo Nacional de Antropología; cuando los problemas de presupuesto impidieron que los grabados se imprimieran, se convirtieron en un tesoro escondido para varias generaciones.

Cada una de las piezas, de aproximadamente 50 x 60 centímetros, cautiva a los visitantes del siglo XXI; muy pocos entre ellos habían tenido antes la oportunidad de verlas. La unidad estética de la serie contrasta con la admirable solución individual de las obras. El muralista michoacano jamás repite los recursos gráficos: así, el recorrido a través de los 20 capítulos del relato visual mantiene en suspenso a quien los mira.

Tula Tolteca es, sobre todo, una obra cósmica: en ella aparecen la selva, la aridez, el resplandor solar, las sombras, el océano, el fuego, las fieras, el nacimiento y la caída de una civilización, la guerra y las pasiones humanas.

Estamos ante la brillante narración gráfica de una leyenda fundacional: el advenimiento de Quetzalcóatl y de las grandes ciudades mesoamericanas.

La Tula Tolteca de Alfredo Zalce es hondamente mexicana y a la vez universal. Todos los pueblos pueden reconocerse en esta epopeya: la historia del encumbramiento de Quetzalcóatl, su triunfo contra el asesino de su padre, la misión constructora del héroe, las intrigas que precipitaron su caída, su exilio, su final.

Quien conozca la leyenda de la Mesa Redonda, la Eneida y la Ilíada encontrará la misma grandeza y la misma tragedia en esta singular Columna de Trajano, donde se amalgaman la mitología y la historia.

El grabado en linóleo es uno de los procedimientos más arduos y difíciles de las artes visuales. Se requiere fuerza física y un control absoluto de las gubias para resolver las figuras sobre el material, que opone una resistencia obstinada.

El maestro Zalce produjo piezas soberbias en todas las técnicas; con el linóleo logró prodigios: Nacimiento de Ce-Acatl Topiltzin Quetzalcóatl y muerte de su madre, el grabado número cuatro, plasma una escena intimista a contraluz que expresa tanto los dos acontecimientos —el principio y el final de la vida— como las texturas de los objetos cotidianos, aún familiares para nosotros: las esterillas de petate, los atuendos bordados y la cerámica de barro.

Tula Tolteca permanecerá abierta hasta el 9 de febrero en Colima 196, colonia Roma. La entrada es libre.