/ miércoles 27 de diciembre de 2017

Bernard Law, el cardenal nacido en Torreón…

Por Ma. Antonieta Collins

El escueto comunicado vaticano anunciaba una muerte inesperada, pero el obituario marcaba un dato inusitado en la vida del fallecido: Torreón, Coahuila, México como el lugar de nacimiento en 1931 del infamemente famoso cardenal norteamericano Bernard Francis Law, señalado como protector del mayor número de sacerdotes pederastas en los Estados Unidos.

Es el hombre centro del escándalo que sacara a la luz pública un grupo de valientes reporteros de investigación del diario The Boston Globe. Bernard Law fue transferido de Boston a Roma, donde tendría un desencuentro, que no encuentro, con quien hace efectiva la regla pontificia de “Tolerancia cero” para los abusadores sexuales: el papa Francisco.

Aun cuando no hay confirmación oficial del hecho, quienes fueron testigos afirman que la anécdota sucedió así el 14 de marzo de 2013...

Era tan pronto como el día siguiente de la ascensión del papa Francisco al trono de San Pedro cuando el pontífice recién electo decidió hacer dos cosas que hicieron noticia de inmediato: una, ir a pagar la modesta habitación de la pensión donde se hospedó para ir al conclave y mismo del que no regresó porque había sido elegido Papa.

La otra fue ir a la catedral Primada de Roma, Santa María la Mayor para rendir tributo a la virgen María, algo que acostumbra hacer cada vez que regresa de un viaje y que instituyó aquel 14 de marzo.

Fuera de programa estuvo un encuentro inesperado y nada grato: verse cara a cara con el entonces arcipreste, el cardenal Bernad Law, el primer importante prelado norteamericano en ser señalado de haber protegido a curas pederastas, permitiendo abusos sexuales a menores impunemente.

Quienes narran el encuentro dijeron entonces que el cardenal Law y el Papa cruzaron palabras sin el abrazo que se acostumbra, y que Francisco le habría dicho en tono severo: dedique su vida a la penitencia y oración.

No hubo comentario oficial ante este hecho narrado con lujo de detalles.

Law que hasta ese entonces había vivido en la histórica catedral, poco después fue a vivir a otro sitio: al palacio de la cancillería. Era obvio que no podría existir otro encuentro más entre ellos.

Era el ocaso de quien desde 1984 reinó en la arquidiócesis de Boston y que era discípulo de Juan Pablo II. Hombre de lucha social, que en sus inicios peleó por los derechos de los inmigrantes y de los pobres, así como en contra de la segregación social, pero que con el tiempo cambió el motto de aquella vida por la de la ostentación y el lujo.

Amigo de presidentes y de políticos encumbrados era un fiero defensor de la ortodoxia de la iglesia. más de quince años regiría los destinos de la diócesis donde un secreto a voces era que el poderoso cardenal era un hombre déspota y autoritario al que nada ni nadie se le enfrentaba.

Pero finalmente llegó el año 2002 cuando la estrella fulgurante se apagó con el escándalo de abuso sexual a menores que convirtió a Boston en la cara de todos ellos a causa de la protección de Law al sacerdote John J. Geoghan a quien solo cambió de parroquia en parroquia luego de haber abusado de 130 niños y jóvenes a lo largo de treinta años… y ese era solo el principio.

“Si tiene que responder ante alguien después de muerto, dicen familiares de víctimas en Boston, eso será porque más de mil niños y jóvenes sufrieron abusos a manos de más de doscientos sacerdotes pederastas en cuarenta años. Después de la renuncia la arquidiócesis quedaba con una deuda de más de cien millones en compensaciones de quinientas demandas y el espectro de la bancarrota rondándoles.

Para Law su destino inicial en el destierro fue un convento en Maryland, pero después fue llevado a Roma para ser arcipreste de Santa Maria Mayor. Después de la ascensión de Francisco su destino estaba trazado: no volvería a otra cosa, sino orar y pedir perdón. Para Torreón, Coahuila, es un hombre desconocido, al que si la historia hubiese sido diferente, lo hubieran hecho “hijo predilecto” pero que murió en el peor de los desprestigios.

Por Ma. Antonieta Collins

El escueto comunicado vaticano anunciaba una muerte inesperada, pero el obituario marcaba un dato inusitado en la vida del fallecido: Torreón, Coahuila, México como el lugar de nacimiento en 1931 del infamemente famoso cardenal norteamericano Bernard Francis Law, señalado como protector del mayor número de sacerdotes pederastas en los Estados Unidos.

Es el hombre centro del escándalo que sacara a la luz pública un grupo de valientes reporteros de investigación del diario The Boston Globe. Bernard Law fue transferido de Boston a Roma, donde tendría un desencuentro, que no encuentro, con quien hace efectiva la regla pontificia de “Tolerancia cero” para los abusadores sexuales: el papa Francisco.

Aun cuando no hay confirmación oficial del hecho, quienes fueron testigos afirman que la anécdota sucedió así el 14 de marzo de 2013...

Era tan pronto como el día siguiente de la ascensión del papa Francisco al trono de San Pedro cuando el pontífice recién electo decidió hacer dos cosas que hicieron noticia de inmediato: una, ir a pagar la modesta habitación de la pensión donde se hospedó para ir al conclave y mismo del que no regresó porque había sido elegido Papa.

La otra fue ir a la catedral Primada de Roma, Santa María la Mayor para rendir tributo a la virgen María, algo que acostumbra hacer cada vez que regresa de un viaje y que instituyó aquel 14 de marzo.

Fuera de programa estuvo un encuentro inesperado y nada grato: verse cara a cara con el entonces arcipreste, el cardenal Bernad Law, el primer importante prelado norteamericano en ser señalado de haber protegido a curas pederastas, permitiendo abusos sexuales a menores impunemente.

Quienes narran el encuentro dijeron entonces que el cardenal Law y el Papa cruzaron palabras sin el abrazo que se acostumbra, y que Francisco le habría dicho en tono severo: dedique su vida a la penitencia y oración.

No hubo comentario oficial ante este hecho narrado con lujo de detalles.

Law que hasta ese entonces había vivido en la histórica catedral, poco después fue a vivir a otro sitio: al palacio de la cancillería. Era obvio que no podría existir otro encuentro más entre ellos.

Era el ocaso de quien desde 1984 reinó en la arquidiócesis de Boston y que era discípulo de Juan Pablo II. Hombre de lucha social, que en sus inicios peleó por los derechos de los inmigrantes y de los pobres, así como en contra de la segregación social, pero que con el tiempo cambió el motto de aquella vida por la de la ostentación y el lujo.

Amigo de presidentes y de políticos encumbrados era un fiero defensor de la ortodoxia de la iglesia. más de quince años regiría los destinos de la diócesis donde un secreto a voces era que el poderoso cardenal era un hombre déspota y autoritario al que nada ni nadie se le enfrentaba.

Pero finalmente llegó el año 2002 cuando la estrella fulgurante se apagó con el escándalo de abuso sexual a menores que convirtió a Boston en la cara de todos ellos a causa de la protección de Law al sacerdote John J. Geoghan a quien solo cambió de parroquia en parroquia luego de haber abusado de 130 niños y jóvenes a lo largo de treinta años… y ese era solo el principio.

“Si tiene que responder ante alguien después de muerto, dicen familiares de víctimas en Boston, eso será porque más de mil niños y jóvenes sufrieron abusos a manos de más de doscientos sacerdotes pederastas en cuarenta años. Después de la renuncia la arquidiócesis quedaba con una deuda de más de cien millones en compensaciones de quinientas demandas y el espectro de la bancarrota rondándoles.

Para Law su destino inicial en el destierro fue un convento en Maryland, pero después fue llevado a Roma para ser arcipreste de Santa Maria Mayor. Después de la ascensión de Francisco su destino estaba trazado: no volvería a otra cosa, sino orar y pedir perdón. Para Torreón, Coahuila, es un hombre desconocido, al que si la historia hubiese sido diferente, lo hubieran hecho “hijo predilecto” pero que murió en el peor de los desprestigios.

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