/ jueves 5 de mayo de 2022

Cable Diplomático | Cinco de Mayo 

Se publica esta columna precisamente el día de hoy que es Cinco de Mayo. En Estados Unidos se celebra como si fuera el día nacional de México. Escribo el nombre de esta “festividad” con mayúscula porque creo que es precisamente un nombre propio de algo que ha tomado forma durante los últimos lustros en el país vecino del norte y se ha vuelto el símbolo más emblemático de todo aquello que simboliza y representa a México. En ese sentido, recuerdo que antes de vivir en Washington yo pensaba que era una aberración y una afrenta a nuestra cultura que los estadunidenses decidieran de forma unilateral celebrar nuestro día en el quinto del mes de mayo, fecha en que en realidad se conmemora la Batalla de Puebla y que, en muchos casos en México, ni siquiera es una celebración obligatoria como lo es por ejemplo el Natalicio de Benito Juárez o el Día de la Independencia. Así las cosas.

Me mudé a este país y empecé a percibir que la celebración del Cinco de Mayo no iba a cambiar fácilmente ni pronto, ni que tampoco les interesaba mucho hacerlo y que por la razón que fuera, preferían celebrar a México en esta fecha y no en Septiembre, como corresponde; y así se convirtió en la celebración “no oficial” de México, tanto que por ejemplo en la Casa Blanca se organizan eventos con regularidad donde se invitan a personalidades mexicanas (del ámbito de la cultura, el gobierno, la música, la gastronomía, etc.). Mis amigos, en las redes sociales, suben fotos estereotipadas con un sombrero y un tequila, y hacen gala de que comerán guacamole. Sigo pensando en ese sentido que, en buena medida, es un poco una aberración, pero más allá de pelear con esta realidad que no va a cambiar, quizá podamos cambiar la perspectiva y reorientar a nuestros colegas para sacarle provecho y generar una visión mucho más positiva de nuestro país.

Dicho lo anterior, pienso que el famoso Cinco de Mayo es una oportunidad para, en primer lugar dejar de lado si debe o no festejarse, y aprovechar que de todos modos se hace. Es de los pocos eventos de carácter relevante que desde la Casa Blanca y las altas esferas del gobierno se colocan en el reflector nacional y el posicionamiento no es difícil, porque ya está en la mente de todos. Voy a repetirme en lo que he dicho en años anteriores y precisamente hace doce meses: aceptemos el Cinco de Mayo como pretexto para posicionar a México de forma positiva en la opinión pública en Estados Unidos por aquellas cosas que queremos destacar: nuestra comida, nuestra cultura, nuestra música, nuestra gente para que no se hable de otros temas, como la inseguridad, la frontera, la migración. De todos modos no nos cuesta nada, a la gente le gusta y eso no quiere decir que renunciemos a festejar nuestra independencia en el día que oficialmente le corresponde. En estos momentos una visión mucho más pragmática de este tema le vendría bien a nuestro país en términos de opinión pública.

Se publica esta columna precisamente el día de hoy que es Cinco de Mayo. En Estados Unidos se celebra como si fuera el día nacional de México. Escribo el nombre de esta “festividad” con mayúscula porque creo que es precisamente un nombre propio de algo que ha tomado forma durante los últimos lustros en el país vecino del norte y se ha vuelto el símbolo más emblemático de todo aquello que simboliza y representa a México. En ese sentido, recuerdo que antes de vivir en Washington yo pensaba que era una aberración y una afrenta a nuestra cultura que los estadunidenses decidieran de forma unilateral celebrar nuestro día en el quinto del mes de mayo, fecha en que en realidad se conmemora la Batalla de Puebla y que, en muchos casos en México, ni siquiera es una celebración obligatoria como lo es por ejemplo el Natalicio de Benito Juárez o el Día de la Independencia. Así las cosas.

Me mudé a este país y empecé a percibir que la celebración del Cinco de Mayo no iba a cambiar fácilmente ni pronto, ni que tampoco les interesaba mucho hacerlo y que por la razón que fuera, preferían celebrar a México en esta fecha y no en Septiembre, como corresponde; y así se convirtió en la celebración “no oficial” de México, tanto que por ejemplo en la Casa Blanca se organizan eventos con regularidad donde se invitan a personalidades mexicanas (del ámbito de la cultura, el gobierno, la música, la gastronomía, etc.). Mis amigos, en las redes sociales, suben fotos estereotipadas con un sombrero y un tequila, y hacen gala de que comerán guacamole. Sigo pensando en ese sentido que, en buena medida, es un poco una aberración, pero más allá de pelear con esta realidad que no va a cambiar, quizá podamos cambiar la perspectiva y reorientar a nuestros colegas para sacarle provecho y generar una visión mucho más positiva de nuestro país.

Dicho lo anterior, pienso que el famoso Cinco de Mayo es una oportunidad para, en primer lugar dejar de lado si debe o no festejarse, y aprovechar que de todos modos se hace. Es de los pocos eventos de carácter relevante que desde la Casa Blanca y las altas esferas del gobierno se colocan en el reflector nacional y el posicionamiento no es difícil, porque ya está en la mente de todos. Voy a repetirme en lo que he dicho en años anteriores y precisamente hace doce meses: aceptemos el Cinco de Mayo como pretexto para posicionar a México de forma positiva en la opinión pública en Estados Unidos por aquellas cosas que queremos destacar: nuestra comida, nuestra cultura, nuestra música, nuestra gente para que no se hable de otros temas, como la inseguridad, la frontera, la migración. De todos modos no nos cuesta nada, a la gente le gusta y eso no quiere decir que renunciemos a festejar nuestra independencia en el día que oficialmente le corresponde. En estos momentos una visión mucho más pragmática de este tema le vendría bien a nuestro país en términos de opinión pública.