/ jueves 12 de agosto de 2021

Cable diplomático | ¿De qué depende? 

La relación entre México y Estados Unidos: ¿de qué depende? ¿acaso de las ganas o personalidades de los mandatarios de ambos países? ¿o es una cuestión estructural y tiene muchos más factores envueltos? En principio de cuentas uno podría afirmar que depende más de lo segundo que de lo primero, pero en la realidad, ambas cosas son totalmente necesarias. Veamos.

Si bien la relación de México y de Estados Unidos tiene múltiples ejes y canales de interlocución, así como diversas áreas de interés para ambos (imposible pensar en una relación monotemática, como bien las hay con muchas otras naciones); la realidad es que se necesita que no solamente existan los canales institucionales de cooperación, sino que haya también la voluntad de cooperar entre ambos gobiernos. No obstante lo anterior, no solamente el gobierno tendrá el monopolio de dicha relación, puesto que muchas empresas e instituciones construyen y mantienen sus propias relaciones de manera directa. El entramado de ambos países es difícil de definir en una sola forma. Pero debemos mencionar que, a pesar de que existan todos los canales institucionales, gubernamentales, privados y de diversos niveles y jerarquías, es necesario que haya disposición de ambos lados para que esta relación fluya.

Muestra de lo anterior, y más allá de filias o fobias, se ha anunciado esta semana la invitación que hace el gobierno de México para una reunión entre ambos presidentes (potencialmente en el mes de septiembre) para discutir temas diversos. Independientemente de lo que ambos mandatarios piensen sobre su contraparte y sus respectivos gobiernos, ambos países necesitan que exista la voluntad de cooperar, porque precisamente, la estructura e infraestructura que soporta la relación bilateral es demasiado importante como para aislarla y dejarla de lado. Pero al mismo tiempo hay beneficios claros y un esquema de ganar-ganar cuando ambos países se deciden a hacerlo.

¿De qué temas se hablaría en la reunión y cuál sería el eje rector de este encuentro? Estoy seguro que será sobre la seguridad y el papel que ambos países juegan el uno para el otro en esta correlación de fuerzas. En este caso, desde la época de Donald Trump está clarísimo que lo que se busca es que México, a través del despliegue de cuerpos de seguridad, garantice la paz y ayude a contener lo que sucede en la frontera. Pero si nos hiciéramos la pregunta inversa: ¿en qué puede ayudar Estados Unidos a México en materia de seguridad? Creo que la respuesta representa aquello que nuestro país obtiene en esta negociación tácita; y en ese sentido podríamos mencionar que el freno a las armas de fuego que llegan a México desde el norte y terminan en las manos del crimen organizado, y la vacunación contra COVID19, ambos, podrían ser catalogados como temas propios de la seguridad nacional de nuestro país.

Juzgando entonces por los resultados de las negociaciones anteriores podríamos concluir que México está jugando sus cartas activamente, pues todos vemos lo que nuestro país hace en materia de seguridad transfronteriza, pero a veces perdemos de vista lo contrario. ¿Quizá, además de los canales institucionales, ambos presidentes quieren impulsar de primera mano la búsqueda de sus objetivos más importantes para su propia seguridad?

La relación entre México y Estados Unidos: ¿de qué depende? ¿acaso de las ganas o personalidades de los mandatarios de ambos países? ¿o es una cuestión estructural y tiene muchos más factores envueltos? En principio de cuentas uno podría afirmar que depende más de lo segundo que de lo primero, pero en la realidad, ambas cosas son totalmente necesarias. Veamos.

Si bien la relación de México y de Estados Unidos tiene múltiples ejes y canales de interlocución, así como diversas áreas de interés para ambos (imposible pensar en una relación monotemática, como bien las hay con muchas otras naciones); la realidad es que se necesita que no solamente existan los canales institucionales de cooperación, sino que haya también la voluntad de cooperar entre ambos gobiernos. No obstante lo anterior, no solamente el gobierno tendrá el monopolio de dicha relación, puesto que muchas empresas e instituciones construyen y mantienen sus propias relaciones de manera directa. El entramado de ambos países es difícil de definir en una sola forma. Pero debemos mencionar que, a pesar de que existan todos los canales institucionales, gubernamentales, privados y de diversos niveles y jerarquías, es necesario que haya disposición de ambos lados para que esta relación fluya.

Muestra de lo anterior, y más allá de filias o fobias, se ha anunciado esta semana la invitación que hace el gobierno de México para una reunión entre ambos presidentes (potencialmente en el mes de septiembre) para discutir temas diversos. Independientemente de lo que ambos mandatarios piensen sobre su contraparte y sus respectivos gobiernos, ambos países necesitan que exista la voluntad de cooperar, porque precisamente, la estructura e infraestructura que soporta la relación bilateral es demasiado importante como para aislarla y dejarla de lado. Pero al mismo tiempo hay beneficios claros y un esquema de ganar-ganar cuando ambos países se deciden a hacerlo.

¿De qué temas se hablaría en la reunión y cuál sería el eje rector de este encuentro? Estoy seguro que será sobre la seguridad y el papel que ambos países juegan el uno para el otro en esta correlación de fuerzas. En este caso, desde la época de Donald Trump está clarísimo que lo que se busca es que México, a través del despliegue de cuerpos de seguridad, garantice la paz y ayude a contener lo que sucede en la frontera. Pero si nos hiciéramos la pregunta inversa: ¿en qué puede ayudar Estados Unidos a México en materia de seguridad? Creo que la respuesta representa aquello que nuestro país obtiene en esta negociación tácita; y en ese sentido podríamos mencionar que el freno a las armas de fuego que llegan a México desde el norte y terminan en las manos del crimen organizado, y la vacunación contra COVID19, ambos, podrían ser catalogados como temas propios de la seguridad nacional de nuestro país.

Juzgando entonces por los resultados de las negociaciones anteriores podríamos concluir que México está jugando sus cartas activamente, pues todos vemos lo que nuestro país hace en materia de seguridad transfronteriza, pero a veces perdemos de vista lo contrario. ¿Quizá, además de los canales institucionales, ambos presidentes quieren impulsar de primera mano la búsqueda de sus objetivos más importantes para su propia seguridad?