/ jueves 23 de diciembre de 2021

Cable Diplomático | Dos años después 

Después de dos años de no pisar la Ciudad de México, volví para las fiestas navideñas. Debo admitir que siempre “di por sentado” que la CDMX estaría allí y que – por razones laborales – mis constantes viajes al “terruño” (el segundo, porque el primero sería la ciudad de Durango) estarían allí y que podría ver gente siempre que fuera necesario. En diciembre de 2019 vine a una serie de reuniones y me despedí de todos mis amigos, conocidos y socios (nunca me ha gustado mucho usar la palabra “clientes”) diciéndoles que volvería pronto en el año 2020 para retomar el curso de las cosas (es decir, lo de siempre). Salimos todos de vacaciones y ese año no me tocó el turno de convivir con mi familia, sino con mi familia política y pensé que ya habría oportunidad de vernos en el año nuevo. Así sucedió todo. Inclusive, a principios de 2020, nos aventuramos a dar la bienvenida a un pequeño cachorro de 10 semanas al que le pusimos de nombre “Coco”. Durante el mes de febrero, de forma auténtica, tuve muchas dudas sobre qué haría con Coco cuando me tocase viajar.

Como todos sabemos, los planes se descarrilaron en marzo de ese año, y nunca tuvimos que pensar qué hacer con Coco porque los viajes se suspendieron y no volví a México como lo había prometido y anunciado. Dos años pasaron sin que pudiera regresar (por muchos motivos, casi todos ellos relacionados con la pandemia) y no es apenas hasta este momento navideño que he podido reencontrarme con mi familia, después de tantos meses de estar separados.

Tengo mucho aprecio por mi vida en la ciudad de Washington, D.C., sin embargo, volver a la Ciudad de México ha sido retomar viejos rumbos y escenarios, ver personas y saber que la vida ha seguido. Leía esta mañana sobre la nueva variante Omicron (que afortunadamente parece ser menos letal, no obstante más contagiosa). Y de pronto tuve un sentimiento de volver a marzo de 2020, donde todo comenzaba y tuvimos que cambiar nuestra forma de vida de modo radical. Ahora bien, no somos los mismos de entonces y tenemos herramientas, experiencia y conocimiento para hacer frente a esta situación.

El día de hoy iba a escribir sobre cómo el senador demócrata por el estado de West Virginia en Estados Unidos rechazó el proyecto legislativo más importante de Joe Biden, acabando con ello con las posibilidades de llevarlo a cabo. Pero las implicaciones políticas y económicas de ese proyecto, así como lo que significa para México y para los estadunidenses en general puede esperar un par de semanas. Hoy quiero mejor hacer una pausa y recordar las cosas buenas que tenemos, como dice el dicho en inglés “contar nuestras bendiciones” y dar gracias porque, después de dos años de complicaciones y oscuridad, aquí estamos y eso vale la pena festejarse, celebrarse y llevar en mente. Aprovechemos este tiempo para hacer un alto en nuestra vida, mirar alrededor, apreciar esta bella ciudad, la gente que nos rodea y vayamos con ánimo al 2022. Mientras tanto les deseo a todos muy felices fiestas.

Después de dos años de no pisar la Ciudad de México, volví para las fiestas navideñas. Debo admitir que siempre “di por sentado” que la CDMX estaría allí y que – por razones laborales – mis constantes viajes al “terruño” (el segundo, porque el primero sería la ciudad de Durango) estarían allí y que podría ver gente siempre que fuera necesario. En diciembre de 2019 vine a una serie de reuniones y me despedí de todos mis amigos, conocidos y socios (nunca me ha gustado mucho usar la palabra “clientes”) diciéndoles que volvería pronto en el año 2020 para retomar el curso de las cosas (es decir, lo de siempre). Salimos todos de vacaciones y ese año no me tocó el turno de convivir con mi familia, sino con mi familia política y pensé que ya habría oportunidad de vernos en el año nuevo. Así sucedió todo. Inclusive, a principios de 2020, nos aventuramos a dar la bienvenida a un pequeño cachorro de 10 semanas al que le pusimos de nombre “Coco”. Durante el mes de febrero, de forma auténtica, tuve muchas dudas sobre qué haría con Coco cuando me tocase viajar.

Como todos sabemos, los planes se descarrilaron en marzo de ese año, y nunca tuvimos que pensar qué hacer con Coco porque los viajes se suspendieron y no volví a México como lo había prometido y anunciado. Dos años pasaron sin que pudiera regresar (por muchos motivos, casi todos ellos relacionados con la pandemia) y no es apenas hasta este momento navideño que he podido reencontrarme con mi familia, después de tantos meses de estar separados.

Tengo mucho aprecio por mi vida en la ciudad de Washington, D.C., sin embargo, volver a la Ciudad de México ha sido retomar viejos rumbos y escenarios, ver personas y saber que la vida ha seguido. Leía esta mañana sobre la nueva variante Omicron (que afortunadamente parece ser menos letal, no obstante más contagiosa). Y de pronto tuve un sentimiento de volver a marzo de 2020, donde todo comenzaba y tuvimos que cambiar nuestra forma de vida de modo radical. Ahora bien, no somos los mismos de entonces y tenemos herramientas, experiencia y conocimiento para hacer frente a esta situación.

El día de hoy iba a escribir sobre cómo el senador demócrata por el estado de West Virginia en Estados Unidos rechazó el proyecto legislativo más importante de Joe Biden, acabando con ello con las posibilidades de llevarlo a cabo. Pero las implicaciones políticas y económicas de ese proyecto, así como lo que significa para México y para los estadunidenses en general puede esperar un par de semanas. Hoy quiero mejor hacer una pausa y recordar las cosas buenas que tenemos, como dice el dicho en inglés “contar nuestras bendiciones” y dar gracias porque, después de dos años de complicaciones y oscuridad, aquí estamos y eso vale la pena festejarse, celebrarse y llevar en mente. Aprovechemos este tiempo para hacer un alto en nuestra vida, mirar alrededor, apreciar esta bella ciudad, la gente que nos rodea y vayamos con ánimo al 2022. Mientras tanto les deseo a todos muy felices fiestas.