/ jueves 13 de mayo de 2021

Cable Diplomático | El nuevo estilo washingtoniano

En semanas anteriores comenté sobre la manera y estilo de negociar de la administración del Presidente Biden y, en ese sentido, decía que teníamos que esperar un tiempo para observar y analizar las acciones emprendidas por el gobierno de Estados Unidos para entender exactamente cómo habrían de proteger sus intereses y mediante qué mecanismos (o presiones) lo harían. Creo que poco a poco podemos empezar a ver la respuesta a esta interrogante.

Por ejemplo, en la administración anterior, el Presidente Trump se mostraba impredecible y gobernaba a “tuitazos”. A través de la red social amenazaba gente, empresas y gobiernos y ello determinaba el curso de acción de sus supuestos interlocutores. Su forma de ser era tan errática, que nadie podía estar seguro que no haría aquello que decía que iba a hacer, aún y cuando esto causara tremendo daño a sus propios gobernados o su propio gobierno. Sin embargo hay que admitir que fue altamente eficaz, pues en la mayoría de las ocasiones, nadie esperaba a ver si cumplía sus amenazas y mejor le daban gusto. Allí tenemos casos de empresas que decidieron no invertir en otro país y mejor regresar a Estados Unidos; o bien, gobiernos que decidieron cambiar de políticas públicas para satisfacer y negociar con el mandatario en turno, como fue el caso de la amenaza arancelaria a México si no se frenaba la migración centroamericana (cosa que sucedió, como es bien sabido). Al final del día, sus intereses eran claros y transparentes, y al momento de cumplir su “deseo”, sus amenazas cedían y encontraba la salida al asunto. En otras palabras y como dice el dicho: “mucho ruido y pocas nueces”.

El estilo de la actual administración es muy diferente. No hay amenazas directas ni tampoco hay “tuitazos” espectaculares con amenazas de acciones drásticas que habrán de ser implementadas ante la negativa de los interlocutores. Al contrario, hay cordialidad, amabilidad y diplomacia. Si observamos las últimas reuniones de alto nivel que se han tenido entre México y Estados Unidos podemos ver que la interacción entre las delegaciones de ambos países (al menos en público) parece fluir y hasta nos damos el lujo de bromear durante ellas. Y ello le funciona bien a esta administración. Sin embargo la negociación está en los detalles. Por ejemplo: las recientes controversias interpuestas contra nuestro país a la luz del nuevo T-MEC (USMCA) que tendrán consecuencias importantes para el clima de negocios y de la inversión en México. Creo que además podemos aventurarnos a pensar que todas estas acciones son conocidas (y avaladas en cierta forma) por la diplomacia estadunidense.

Lo anterior nos indica de forma pedagógica cómo es que las negociaciones han cambiado de forma y patrón en esta administración. Podemos estar seguros que la cordialidad seguirá presente, pero debemos empezar a poner atención a las acciones. Al final del día, del otro lado de la frontera se hace lo mismo: no se presta atención a lo que se dice en México, sino a lo que se hace y a las acciones emprendidas por nuestro país. En ese sentido, también nosotros les dimos una respuesta.

En semanas anteriores comenté sobre la manera y estilo de negociar de la administración del Presidente Biden y, en ese sentido, decía que teníamos que esperar un tiempo para observar y analizar las acciones emprendidas por el gobierno de Estados Unidos para entender exactamente cómo habrían de proteger sus intereses y mediante qué mecanismos (o presiones) lo harían. Creo que poco a poco podemos empezar a ver la respuesta a esta interrogante.

Por ejemplo, en la administración anterior, el Presidente Trump se mostraba impredecible y gobernaba a “tuitazos”. A través de la red social amenazaba gente, empresas y gobiernos y ello determinaba el curso de acción de sus supuestos interlocutores. Su forma de ser era tan errática, que nadie podía estar seguro que no haría aquello que decía que iba a hacer, aún y cuando esto causara tremendo daño a sus propios gobernados o su propio gobierno. Sin embargo hay que admitir que fue altamente eficaz, pues en la mayoría de las ocasiones, nadie esperaba a ver si cumplía sus amenazas y mejor le daban gusto. Allí tenemos casos de empresas que decidieron no invertir en otro país y mejor regresar a Estados Unidos; o bien, gobiernos que decidieron cambiar de políticas públicas para satisfacer y negociar con el mandatario en turno, como fue el caso de la amenaza arancelaria a México si no se frenaba la migración centroamericana (cosa que sucedió, como es bien sabido). Al final del día, sus intereses eran claros y transparentes, y al momento de cumplir su “deseo”, sus amenazas cedían y encontraba la salida al asunto. En otras palabras y como dice el dicho: “mucho ruido y pocas nueces”.

El estilo de la actual administración es muy diferente. No hay amenazas directas ni tampoco hay “tuitazos” espectaculares con amenazas de acciones drásticas que habrán de ser implementadas ante la negativa de los interlocutores. Al contrario, hay cordialidad, amabilidad y diplomacia. Si observamos las últimas reuniones de alto nivel que se han tenido entre México y Estados Unidos podemos ver que la interacción entre las delegaciones de ambos países (al menos en público) parece fluir y hasta nos damos el lujo de bromear durante ellas. Y ello le funciona bien a esta administración. Sin embargo la negociación está en los detalles. Por ejemplo: las recientes controversias interpuestas contra nuestro país a la luz del nuevo T-MEC (USMCA) que tendrán consecuencias importantes para el clima de negocios y de la inversión en México. Creo que además podemos aventurarnos a pensar que todas estas acciones son conocidas (y avaladas en cierta forma) por la diplomacia estadunidense.

Lo anterior nos indica de forma pedagógica cómo es que las negociaciones han cambiado de forma y patrón en esta administración. Podemos estar seguros que la cordialidad seguirá presente, pero debemos empezar a poner atención a las acciones. Al final del día, del otro lado de la frontera se hace lo mismo: no se presta atención a lo que se dice en México, sino a lo que se hace y a las acciones emprendidas por nuestro país. En ese sentido, también nosotros les dimos una respuesta.