/ jueves 18 de agosto de 2022

Cable Diplomático | El regreso de Trump 

Recuerdo con mucha claridad mi clase de Análisis Político en la universidad, ya hace bastantes años. Estudiamos a diversos autores y nuestro maestro de dicha materia trabajaba en aquel entonces para un importante coordinador de un grupo parlamentario en el legislativo. Su clase era como una cátedra de política real aplicada, porque siempre tenía ejemplo claros y concretos sobre lo que acontecía en México y lo relacionaba con los conceptos que veíamos en la clase. Entre otras cosas, estudiando a Schmitt y otros autores, el profesor decía: en política (y en la vida en general) nunca hay que dejar a un adversario sin salida; nunca hay que arrinconar a alguien de tal manera que su única salida sea la confrontación total. La teoría dicta que si un enemigo (por decirlo así) no tiene otra salida sino jugárselo todo, estará entonces dispuesto a hacerlo y a morir en el intento, porque ya no tiene nada que perder. La otra cosa que el profesor nos recordaba siempre: cuando en la política se deja a un adversario con “vida” (políticamente hablando), ese enemigo volverá contra quien lo combatió y buscará vengarse (creo que eso incluso es una alusión directa también en la película de El Padrino).

Aunque estos son conceptos teóricos, y hablan de términos fatales como “morir”, “acabar”, “vengar”, tienen aplicación en la política real de forma atemperada. Y creo que eso es justamente lo que está ocurriendo con Trump y Biden. Veamos: el FBI cateó la residencia del expresidente en Florida y lo acusa de violar las leyes de espionaje e inteligencia al sustraer documentos confidenciales de seguridad nacional. Gran escándalo. ¿Puede el expresidente ir a la cárcel? Por supuesto, el Departamento de Justicia puede acusarlo por ese y otros crímenes y solicitar su captura. ¿Qué le queda entonces a Trump? Si ya no tiene nada que perder, buscará pelear contra ello con todo lo que esté a su alcance y el daño puede ser mayúsculo. Y por otro lado, después de los acontecimientos ocurridos y la forma en que Trump intentó socavar a las instituciones democráticas en Estados Unidos, ni los demócratas ni la justicia ha podido meter en cintura al exmandatario. En palabras y términos coloquiales: lo han dejado ir “vivo” (es decir, no terminan por concertar alguna acción que realmente termine con la perorata de que su elección fue robada y otros alegatos que no tienen mucho fundamento). ¿Qué va a suceder entonces? Lo que ya sabemos: el expresidente va a volver con más fuerza a vengarse de quienes lo han querido acabar, políticamente hablando.

En ese sentido, mi predicción es que Trump va a anunciar su candidatura a la presidencia nuevamente y doblará sus esfuerzos y radicalizará aún más su discurso. Ya no tiene nada que perder: es eso o la cárcel, y además, motivado por un deseo de vengarse de quien, a sus ojos, le hizo daño. Es una combinación explosiva y comenzaremos a ver los resultados de esta campaña. Por lo pronto la primera pieza ya cayó: esta semana la congresista republicana Liz Cheney, quien no simpatiza con Trump, ha perdido las elecciones primarias ante un candidato trumpista. Este es el inicio de una política más radical en Estados Unidos. El tiempo lo dirá.

Recuerdo con mucha claridad mi clase de Análisis Político en la universidad, ya hace bastantes años. Estudiamos a diversos autores y nuestro maestro de dicha materia trabajaba en aquel entonces para un importante coordinador de un grupo parlamentario en el legislativo. Su clase era como una cátedra de política real aplicada, porque siempre tenía ejemplo claros y concretos sobre lo que acontecía en México y lo relacionaba con los conceptos que veíamos en la clase. Entre otras cosas, estudiando a Schmitt y otros autores, el profesor decía: en política (y en la vida en general) nunca hay que dejar a un adversario sin salida; nunca hay que arrinconar a alguien de tal manera que su única salida sea la confrontación total. La teoría dicta que si un enemigo (por decirlo así) no tiene otra salida sino jugárselo todo, estará entonces dispuesto a hacerlo y a morir en el intento, porque ya no tiene nada que perder. La otra cosa que el profesor nos recordaba siempre: cuando en la política se deja a un adversario con “vida” (políticamente hablando), ese enemigo volverá contra quien lo combatió y buscará vengarse (creo que eso incluso es una alusión directa también en la película de El Padrino).

Aunque estos son conceptos teóricos, y hablan de términos fatales como “morir”, “acabar”, “vengar”, tienen aplicación en la política real de forma atemperada. Y creo que eso es justamente lo que está ocurriendo con Trump y Biden. Veamos: el FBI cateó la residencia del expresidente en Florida y lo acusa de violar las leyes de espionaje e inteligencia al sustraer documentos confidenciales de seguridad nacional. Gran escándalo. ¿Puede el expresidente ir a la cárcel? Por supuesto, el Departamento de Justicia puede acusarlo por ese y otros crímenes y solicitar su captura. ¿Qué le queda entonces a Trump? Si ya no tiene nada que perder, buscará pelear contra ello con todo lo que esté a su alcance y el daño puede ser mayúsculo. Y por otro lado, después de los acontecimientos ocurridos y la forma en que Trump intentó socavar a las instituciones democráticas en Estados Unidos, ni los demócratas ni la justicia ha podido meter en cintura al exmandatario. En palabras y términos coloquiales: lo han dejado ir “vivo” (es decir, no terminan por concertar alguna acción que realmente termine con la perorata de que su elección fue robada y otros alegatos que no tienen mucho fundamento). ¿Qué va a suceder entonces? Lo que ya sabemos: el expresidente va a volver con más fuerza a vengarse de quienes lo han querido acabar, políticamente hablando.

En ese sentido, mi predicción es que Trump va a anunciar su candidatura a la presidencia nuevamente y doblará sus esfuerzos y radicalizará aún más su discurso. Ya no tiene nada que perder: es eso o la cárcel, y además, motivado por un deseo de vengarse de quien, a sus ojos, le hizo daño. Es una combinación explosiva y comenzaremos a ver los resultados de esta campaña. Por lo pronto la primera pieza ya cayó: esta semana la congresista republicana Liz Cheney, quien no simpatiza con Trump, ha perdido las elecciones primarias ante un candidato trumpista. Este es el inicio de una política más radical en Estados Unidos. El tiempo lo dirá.