/ jueves 11 de febrero de 2021

Cable Diplomático | Juicio a Trump (¡otra vez!)

Me siento honrado y agradecido de regresar a escribir a esta casa editorial, y reportar desde Washington, D.C, diversos acontecimientos de política internacional actual. Desde hace varios años resido en la capital de Estados Unidos y he tenido la oportunidad de seguir de cerca la evolución del fenómeno y el movimiento político de Donald Trump y su relación de “amor y odio” con el Partido Republicano. Y en esta ocasión hablaré del segundo juicio de destitución en contra del ex Presidente Trump por incitar a la violencia en enero pasado contra el Capitolio.

Pero antes de otra cosa, habría que preguntarse si este proceso se puede llevar a cabo ahora, toda vez que Trump ya dejó de ser presidente. Precisamente esta respuesta nos la dio el Congreso de Estados Unidos al votar la constitucionalidad de este. En ese sentido y de manera muy breve, quiero mencionar tres implicaciones del juicio de Trump (“impeachment”, en inglés).

La primera gran implicación de este proceso judicial que se lleva a cabo en el Legislativo es la imposibilidad de Donald Trump de volver a competir en una elección presidencial en caso de ser encontrado culpable. Esto es importante porque Trump ha dicho que tiene la intención de ser presidente nuevamente y ello depende de este resultado.

La segunda implicación tiene que ver con la manera en que esto podría galvanizar a la base social (el “voto duro”) que apoyó a Trump en las elecciones presidenciales de 2016 y lo volvió a hacer en 2020, incluso con un mayor número de votos. ¿Qué podría pasar? Una de las cosas inmediatas sería la radicalización cada vez más extrema de un sector de la población que ve con mucha desconfianza al Presidente Biden y por tanto, se correría el riesgo de aumentar y ahondar la polarización que ya existe en los Estados Unidos.

Por último, la tercera implicación está relacionada de forma directa con la anterior: una mayor polarización social conduciría a una crisis de gobernabilidad y a una parálisis en el Poder Legislativo, de tal manera que las iniciativas importantes de la actual administración podrían verse afectadas por legisladores temerosos de aprobar reformas importantes que sean percibidas como contrarias a los intereses de sus votantes (ya sea real o no).

¿Qué factores se juegan en el voto de los senadores, entonces? La respuesta es muy sencilla: Donald Trump sigue activo en la política y mantiene una influencia activa sobre el Partido Republicano; incluso coqueteó con la idea de crear un nuevo partido, si fuere necesario. En cualquiera de los casos, Donald Trump puede ejercer una influencia considerable para apoyar y presentar candidatos alternativos en los distritos y estados de todos aquellos legisladores que hubiesen votado a favor de condenarlo. Trump, además de una eventual y posible reelección, también se juega su situación respecto a la legalidad de muchas de sus acciones (antes y después de ser Presidente). Los reportes dicen que el expresidente está aburrido en su casa en Florida, así que dudo que se esté quedando con los brazos cruzados, por más que parezca que no está haciendo nada.

Me siento honrado y agradecido de regresar a escribir a esta casa editorial, y reportar desde Washington, D.C, diversos acontecimientos de política internacional actual. Desde hace varios años resido en la capital de Estados Unidos y he tenido la oportunidad de seguir de cerca la evolución del fenómeno y el movimiento político de Donald Trump y su relación de “amor y odio” con el Partido Republicano. Y en esta ocasión hablaré del segundo juicio de destitución en contra del ex Presidente Trump por incitar a la violencia en enero pasado contra el Capitolio.

Pero antes de otra cosa, habría que preguntarse si este proceso se puede llevar a cabo ahora, toda vez que Trump ya dejó de ser presidente. Precisamente esta respuesta nos la dio el Congreso de Estados Unidos al votar la constitucionalidad de este. En ese sentido y de manera muy breve, quiero mencionar tres implicaciones del juicio de Trump (“impeachment”, en inglés).

La primera gran implicación de este proceso judicial que se lleva a cabo en el Legislativo es la imposibilidad de Donald Trump de volver a competir en una elección presidencial en caso de ser encontrado culpable. Esto es importante porque Trump ha dicho que tiene la intención de ser presidente nuevamente y ello depende de este resultado.

La segunda implicación tiene que ver con la manera en que esto podría galvanizar a la base social (el “voto duro”) que apoyó a Trump en las elecciones presidenciales de 2016 y lo volvió a hacer en 2020, incluso con un mayor número de votos. ¿Qué podría pasar? Una de las cosas inmediatas sería la radicalización cada vez más extrema de un sector de la población que ve con mucha desconfianza al Presidente Biden y por tanto, se correría el riesgo de aumentar y ahondar la polarización que ya existe en los Estados Unidos.

Por último, la tercera implicación está relacionada de forma directa con la anterior: una mayor polarización social conduciría a una crisis de gobernabilidad y a una parálisis en el Poder Legislativo, de tal manera que las iniciativas importantes de la actual administración podrían verse afectadas por legisladores temerosos de aprobar reformas importantes que sean percibidas como contrarias a los intereses de sus votantes (ya sea real o no).

¿Qué factores se juegan en el voto de los senadores, entonces? La respuesta es muy sencilla: Donald Trump sigue activo en la política y mantiene una influencia activa sobre el Partido Republicano; incluso coqueteó con la idea de crear un nuevo partido, si fuere necesario. En cualquiera de los casos, Donald Trump puede ejercer una influencia considerable para apoyar y presentar candidatos alternativos en los distritos y estados de todos aquellos legisladores que hubiesen votado a favor de condenarlo. Trump, además de una eventual y posible reelección, también se juega su situación respecto a la legalidad de muchas de sus acciones (antes y después de ser Presidente). Los reportes dicen que el expresidente está aburrido en su casa en Florida, así que dudo que se esté quedando con los brazos cruzados, por más que parezca que no está haciendo nada.