/ jueves 26 de agosto de 2021

Cable Diplomático | Los problemas de Biden

En días recientes los problemas del Presidente Joe Biden se han incrementado exponencialmente. Como es bien sabido por todos, la crisis que explotó en Afganistán solo tiene precedentes con desastres humanitarios y bélicos de incursiones estadunidenses de décadas pasadas en otras regiones del mundo. Sin embargo, ello no lo hace mejor. Los problemas y complicaciones del Presidente de Estados Unidos parecen incrementarse de forma preocupante en los últimos días (o semanas); y en parte, ello habrá de afectar a México sin lugar a duda.

En mi opinión, el tema de Afganistán puede resultar en un costoso error de cálculo que habrá de generar gran presión para la administración actual del Presidente Biden por el resto de su mandato. Esto además le traerá costos en términos políticos y de índole interna de cara a las elecciones legislativas del año próximo, puesto que la percepción de la ciudadanía sobre este asunto no es buena. Podríamos casi decir que es un costoso problema autogenerado (con sus matices, sin duda, pero en buena medida como producto de las decisiones del propio gobierno). Y en ese sentido, el otro gran problema que tiene ya varios meses en fabricación ha sido el asunto migratorio y fronterizo, que si bien es igualmente complejo, la administración actual ha dado algunos bandazos respecto de cuál es la política a seguir.

Recientemente la Corte Suprema en Estados Unidos determinó que el programa “remain in Mexico” (quedarse en México) debería continuar tal y como lo fue en la administración del Presidente Trump. Esto quiere decir que quienes busquen asilo y refugio en el país vecino del norte, tendrán que esperar en la República Mexicana antes de tener alguna solución a su caso. Lo interesante del tema es que la Suprema Corte en Washington no tiene jurisdicción sobre lo que suceda en territorio nacional, pero eso forzará a la administración federal estadunidense a negociar (o renegociar) el programa en cuestión. De esta manera, no solamente estará en el interés de Estados Unidos garantizar que la frontera sur de México esté bien resguardada por las fuerzas de seguridad nacionales, sino que ahora también tendrá que resolver el asunto del asilo, como lo fue en la administración anterior.

La situación parece entonces complicarse por partida doble y como dije anteriormente, en ambos casos resultaría como una consecuencia directa de políticas públicas y de decisiones políticas del gobierno en turno Quizá sea difícil controlar variables externas, pero cuando son internas y la decisión es autonómica, no hay excusa que valga. Luego entonces, el gobierno de Estados Unidos tendrá mayores incentivos para negociar con México una salida a la crisis migratoria (no puede tener tantos frentes abiertos). Si bien el tema de Afganistán es de mayor alcance en términos de política interna en la Unión Americana, México tiene mucho que aportar para alcanzar un acuerdo fronterizo con su vecino. Como siempre hemos dicho, la relación entre ambos es tan fluida (y por ende debe ser flexible) para adaptar el modelo de forma rutinaria. Es momento de ponerlo en práctica y negociar otra vez.

En días recientes los problemas del Presidente Joe Biden se han incrementado exponencialmente. Como es bien sabido por todos, la crisis que explotó en Afganistán solo tiene precedentes con desastres humanitarios y bélicos de incursiones estadunidenses de décadas pasadas en otras regiones del mundo. Sin embargo, ello no lo hace mejor. Los problemas y complicaciones del Presidente de Estados Unidos parecen incrementarse de forma preocupante en los últimos días (o semanas); y en parte, ello habrá de afectar a México sin lugar a duda.

En mi opinión, el tema de Afganistán puede resultar en un costoso error de cálculo que habrá de generar gran presión para la administración actual del Presidente Biden por el resto de su mandato. Esto además le traerá costos en términos políticos y de índole interna de cara a las elecciones legislativas del año próximo, puesto que la percepción de la ciudadanía sobre este asunto no es buena. Podríamos casi decir que es un costoso problema autogenerado (con sus matices, sin duda, pero en buena medida como producto de las decisiones del propio gobierno). Y en ese sentido, el otro gran problema que tiene ya varios meses en fabricación ha sido el asunto migratorio y fronterizo, que si bien es igualmente complejo, la administración actual ha dado algunos bandazos respecto de cuál es la política a seguir.

Recientemente la Corte Suprema en Estados Unidos determinó que el programa “remain in Mexico” (quedarse en México) debería continuar tal y como lo fue en la administración del Presidente Trump. Esto quiere decir que quienes busquen asilo y refugio en el país vecino del norte, tendrán que esperar en la República Mexicana antes de tener alguna solución a su caso. Lo interesante del tema es que la Suprema Corte en Washington no tiene jurisdicción sobre lo que suceda en territorio nacional, pero eso forzará a la administración federal estadunidense a negociar (o renegociar) el programa en cuestión. De esta manera, no solamente estará en el interés de Estados Unidos garantizar que la frontera sur de México esté bien resguardada por las fuerzas de seguridad nacionales, sino que ahora también tendrá que resolver el asunto del asilo, como lo fue en la administración anterior.

La situación parece entonces complicarse por partida doble y como dije anteriormente, en ambos casos resultaría como una consecuencia directa de políticas públicas y de decisiones políticas del gobierno en turno Quizá sea difícil controlar variables externas, pero cuando son internas y la decisión es autonómica, no hay excusa que valga. Luego entonces, el gobierno de Estados Unidos tendrá mayores incentivos para negociar con México una salida a la crisis migratoria (no puede tener tantos frentes abiertos). Si bien el tema de Afganistán es de mayor alcance en términos de política interna en la Unión Americana, México tiene mucho que aportar para alcanzar un acuerdo fronterizo con su vecino. Como siempre hemos dicho, la relación entre ambos es tan fluida (y por ende debe ser flexible) para adaptar el modelo de forma rutinaria. Es momento de ponerlo en práctica y negociar otra vez.