/ jueves 7 de octubre de 2021

Cable Diplomático | Protocolos fronterizos 

Uno de los temas más importantes en la relación bilateral entre México y Estados Unidos es la cooperación en materia fronteriza. No me refiero solamente a aquella que existe entre los dos países de forma física (y en donde hay – en muchas partes – un muro). Me refiero más bien al concepto de “frontera” que incluye mucho más que el mismo espacio físico compartido. En este caso creo que podríamos hablar de todos los puntos de entrada y salida de ambos países, por ejemplo en aeropuertos, puertos, etc. De forma coloquial se puede hablar entonces de una frontera en cada aeropuerto internacional de Estados Unidos donde llegan vuelos de México.

En ese orden de ideas, el gobierno en Washington ha establecido ciertas medidas nuevas para restringir el acceso de visitantes a su territorio de acuerdo con el estatus de vacunación de cada individuo, más allá de las distinciones que había por países anteriormente, basándose en la circulación del virus en cada una de dichas naciones.

Esto tendrá relevancia fundamental porque, hasta el momento, Estados Unidos no había considerado hacer tal distinción como sucede por ejemplo en Europa, pero ello tendrá repercusiones relevantes para México, porque una gran cantidad de los viajes aéreos que ocurren entre ambos países tiene consecuencias de una magnitud considerable para la economía de los dos lados de la frontera, por decirlo así. Si bien esta restricción aplicaría a los viajantes que lo hagan por avión, se supone que la frontera terrestre (esa que mencionamos antes que es física) tendría las mismas restricciones (o flexibilidades) que había antes, cosa que no dice mucho, porque el tráfico – siguiendo esa lógica – está cerrado para actividades no esenciales, afectando, como digo, la economía de ambos de dicha frontera.

Para México esto tiene un significado grande porque el requisito esencial para reactivar la “normalidad” de los viajes entre ambos países es precisamente el de la vacunación; y en eso se ha dicho que solamente las vacunas aprobadas por la Organización Mundial de la Salud serán aceptadas, por lo que la vacuna rusa Sputnik, por ejemplo, no sería válida para viajar. Si bien es cierto que la mejor vacuna es aquella accesible para la persona que la protege del COVID19, esto tendrá ciertas repercusiones para los países que no cuentan con otros biológicos dentro de la lista de los aprobados, no solamente para México.

Creo que al final de cuentas, lo que trato de decir es que una vez se pone en evidencia la enorme interrelación que existe entre nuestros países y por ende, la consideración de este tipo de detalles es valiosa para entender las afectaciones que conlleva. Como hemos afirmado anteriormente, también vale la pena mencionar que esto servirá como ejercicio para evaluar las propias restricciones que México ha establecido para el control de la pandemia (y por ende, la pregunta obligada será saber si dichas medidas funcionaron efectivamente). Pues a partir de noviembre tendremos protocolos fronterizos diferentes para el turismo y los viajes entre México y Estados Unidos, por lo que debemos empezar a pensar en ello desde ahora mismo.

Uno de los temas más importantes en la relación bilateral entre México y Estados Unidos es la cooperación en materia fronteriza. No me refiero solamente a aquella que existe entre los dos países de forma física (y en donde hay – en muchas partes – un muro). Me refiero más bien al concepto de “frontera” que incluye mucho más que el mismo espacio físico compartido. En este caso creo que podríamos hablar de todos los puntos de entrada y salida de ambos países, por ejemplo en aeropuertos, puertos, etc. De forma coloquial se puede hablar entonces de una frontera en cada aeropuerto internacional de Estados Unidos donde llegan vuelos de México.

En ese orden de ideas, el gobierno en Washington ha establecido ciertas medidas nuevas para restringir el acceso de visitantes a su territorio de acuerdo con el estatus de vacunación de cada individuo, más allá de las distinciones que había por países anteriormente, basándose en la circulación del virus en cada una de dichas naciones.

Esto tendrá relevancia fundamental porque, hasta el momento, Estados Unidos no había considerado hacer tal distinción como sucede por ejemplo en Europa, pero ello tendrá repercusiones relevantes para México, porque una gran cantidad de los viajes aéreos que ocurren entre ambos países tiene consecuencias de una magnitud considerable para la economía de los dos lados de la frontera, por decirlo así. Si bien esta restricción aplicaría a los viajantes que lo hagan por avión, se supone que la frontera terrestre (esa que mencionamos antes que es física) tendría las mismas restricciones (o flexibilidades) que había antes, cosa que no dice mucho, porque el tráfico – siguiendo esa lógica – está cerrado para actividades no esenciales, afectando, como digo, la economía de ambos de dicha frontera.

Para México esto tiene un significado grande porque el requisito esencial para reactivar la “normalidad” de los viajes entre ambos países es precisamente el de la vacunación; y en eso se ha dicho que solamente las vacunas aprobadas por la Organización Mundial de la Salud serán aceptadas, por lo que la vacuna rusa Sputnik, por ejemplo, no sería válida para viajar. Si bien es cierto que la mejor vacuna es aquella accesible para la persona que la protege del COVID19, esto tendrá ciertas repercusiones para los países que no cuentan con otros biológicos dentro de la lista de los aprobados, no solamente para México.

Creo que al final de cuentas, lo que trato de decir es que una vez se pone en evidencia la enorme interrelación que existe entre nuestros países y por ende, la consideración de este tipo de detalles es valiosa para entender las afectaciones que conlleva. Como hemos afirmado anteriormente, también vale la pena mencionar que esto servirá como ejercicio para evaluar las propias restricciones que México ha establecido para el control de la pandemia (y por ende, la pregunta obligada será saber si dichas medidas funcionaron efectivamente). Pues a partir de noviembre tendremos protocolos fronterizos diferentes para el turismo y los viajes entre México y Estados Unidos, por lo que debemos empezar a pensar en ello desde ahora mismo.