En 1833 se inician en Inglaterra los cambios políticos, económicos y legislativos que ubicarán a la Pérfida Albión en la vanguardia de los países que comienzan a industrializarse. Se promueven nuevas disposiciones de seguridad laboral y salariales que conduzcan a remuneraciones que propicien que el trabajador tenga alguna vez su propia casa…con un pequeño jardín atrás, y disfrute comida suficiente, y bebida que lo hagan sentirse contento…” como lo recomendaba el párrafo redactado por el periodista del London Democrat, G.J. Karney , para que “…todos perciban mejores salarios y tengan en el futuro cercano mejores condiciones de vida.”
La mayor exigencia fue la de abril 1839: “son indispensables los cambios sociales y de representación política que conduzcan hacia un vida menos difícil a los trabajadores que comenzarían a migrar, de los bien cultivados campos ingleses, hacia las ciudades en busca de una vida menos ardua, seducidos por la oferta de mejores salarios.”
Víctor Hugo había visitado ya, poco tiempo antes, “…esas malolientes mazmorras levantadas a un lado de las nuevas fábricas mecanizadas en donde se hacinan cientos de trabajadores industriales con su mujer y sus hijos…para dormir unas cuantas horas antes de reanudar la fatigosa, interminable jornada, adosado a las máquinas en la deshumanizada monotonía que exige el trabajo prolongado de 9, 10, 11 horas continuas, sin descanso intermedio.
El Cartismo, que demandaba condiciones humanas de trabajo, influyó de manera determinante en la desaparición de los Condados Podridos que manejaban a su antojo los aristócratas de las manorial houses, rodeadas del famoso pasto inglés, en las regiones agrícolas, como si los trabajadores fueran de su propiedad, con lo cual los Señores tenían asegurado su asiento en la Cámara de los Lores y en consecuencia su control político. El Lord, el rancio aristócrata, manejaba su propiedad rural como si fuera una prisión y sus habitantes a quienes les daba trabajo, debían acatar su indicación de votar por el candidato que representaría al Condado en la Cámara de los Lores, lo que propició la aparición de las circunscripciones políticas conocidas como condados podridos: the rotten boroughs, propiedad del Lord quien indicaba a sus trabajadores por quien votar, a fin de que el condado continuara protegiendo su poder político y la influencia de los aristócratas que se sentaban en la entonces todo poderosa Cámara de los Lores.
Así comenzó la verdadera transformación política inglesa: de la estructura cuya aprobación le arrancaron los señores feudales al inepto Juan Sin Tierra, si, el que firmó la Carta Magna, y estableció el parlamento británico de una sola cámara: la Cámara de los Lores, organismo de supervisión al servicio del Monarca, lo cual condujo al establecimiento de la Cámara de los Comunes, dentro de la cual funciona el gobierno de su majestad británica, al aceptarse que podían llegar a ser eficaces factores de cambio los genuinos representantes de los trabajadores y de los nuevos grupos sociales que surgieron a partir de 1889. Ojala que algo parecido a esto, comenzara a ocurrir aquí a partir del próximo 1 de diciembre.