/ viernes 23 de octubre de 2020

¿Cambio en la ley de ingresos?

Por una #SociedadHorizontal


Una de las principales premisas del presidente a lo largo de los poco mas de dos años de que ganó la presidencia, ha sido insistir en que su gobierno es diferente a todos los que le antecedieron. Para remarcarlo, se ha valido de importantes símbolos con el fin de hacerlo fehaciente, desde cerrar de tajo proyectos como la del Nuevo Aeropuerto Internacional de la CDMX, hasta intentar deshacerse del avión presidencial.

Pese a que muchas cosas se han modificado en la forma, especialmente en el discurso, muchas otras prevalecen sin cambio alguno. La semana que termina nos deja un buen ejemplo de que en materia fiscal, los asuntos se siguen tratando igual que en sexenios anteriores.

Sirva como ejemplo la reciente discusión y aprobación de la ley de ingresos que realizó la Cámara de Diputados, donde se repitió el tradicional ritual que ocurre desde hace ya por lo menos dos décadas. Largas horas de discusión nocturna sirvieron como corolario para aprobar un documento donde la Secretaría de Hacienda trata de sacar recursos de donde se pueda. Sin importar el impacto social en sectores específicos, ni las distorsiones en algún segmento productivo del país, cuando Hacienda requiere recursos, cualquier excusa es útil.

Aún cuando en lo general no habrá nuevos impuestos, lo aprobado implica el cobro de cuotas para el uso del espectro radioeléctrico que sin duda afectarán a los usuarios de servicios de internet y telefonía móviles. La intención de sacar recursos de donde se pudiera fue evidente. Tal fue el caso de la propuesta de eliminar el Fondo de Salud para Gastos Catastróficos. También lo demuestran las nuevas medidas para combatir la evasión y la elusión fiscal, tales como el aseguramiento precautorio de bienes contra terceros relacionados, la cancelación del registro de asociaciones que lucren con donativos.

Como legislador, tuve la oportunidad de ser integrante de las comisiones de Hacienda y mi crítica siempre ha sido la misma. Cuando faltan recursos, la ley de ingresos y el sistema fiscal en general, poco se ocupa de entender los incentivos o desincentivos que se generan en la economía. Simplemente da prioridad a satisfacer los intereses presupuestales del Presidente de la República en turno.

En materia fiscal, desde la época de Vicente Fox, tenemos un esquema que le da prioridad al primer mandatario, por encima de la sociedad. A la fecha, no se ha configurado un esquema de participación social que permita identificar y consensuar los intereses de la población y sobre todo, acordar los instrumentos e ingresos que se requieren para cubrirlas. Sabemos que se necesitan recursos para salud, seguridad o educación, pero no se desarrolla un proceso de concientización y concertación pública que involucre a la población en el compromiso de definir los recursos públicos con los que habrán de cubrirse.

De esta forma, todo se circunscribe a la interpretación exclusiva que el presidente en turno hace de las necesidades del país, pero también la forma en que éste evita pagar costos políticos. El diálogo público es restringido y coyuntural, pues se circunscribe a la representación popular que por su propia naturaleza cada vez resulta más limitada y pequeña.

La #SociedadHorizontal hoy tiene herramientas para amplificar los mecanismos de diálogo, priorización y concertación de lo que debe financiarse y cómo pagarlo. Para verdaderamente diferenciarse del pasado, se requieren cambios en el rubro fiscal. Ese es el tipo de transformación por la que debemos seguir luchando.

Por una #SociedadHorizontal


Una de las principales premisas del presidente a lo largo de los poco mas de dos años de que ganó la presidencia, ha sido insistir en que su gobierno es diferente a todos los que le antecedieron. Para remarcarlo, se ha valido de importantes símbolos con el fin de hacerlo fehaciente, desde cerrar de tajo proyectos como la del Nuevo Aeropuerto Internacional de la CDMX, hasta intentar deshacerse del avión presidencial.

Pese a que muchas cosas se han modificado en la forma, especialmente en el discurso, muchas otras prevalecen sin cambio alguno. La semana que termina nos deja un buen ejemplo de que en materia fiscal, los asuntos se siguen tratando igual que en sexenios anteriores.

Sirva como ejemplo la reciente discusión y aprobación de la ley de ingresos que realizó la Cámara de Diputados, donde se repitió el tradicional ritual que ocurre desde hace ya por lo menos dos décadas. Largas horas de discusión nocturna sirvieron como corolario para aprobar un documento donde la Secretaría de Hacienda trata de sacar recursos de donde se pueda. Sin importar el impacto social en sectores específicos, ni las distorsiones en algún segmento productivo del país, cuando Hacienda requiere recursos, cualquier excusa es útil.

Aún cuando en lo general no habrá nuevos impuestos, lo aprobado implica el cobro de cuotas para el uso del espectro radioeléctrico que sin duda afectarán a los usuarios de servicios de internet y telefonía móviles. La intención de sacar recursos de donde se pudiera fue evidente. Tal fue el caso de la propuesta de eliminar el Fondo de Salud para Gastos Catastróficos. También lo demuestran las nuevas medidas para combatir la evasión y la elusión fiscal, tales como el aseguramiento precautorio de bienes contra terceros relacionados, la cancelación del registro de asociaciones que lucren con donativos.

Como legislador, tuve la oportunidad de ser integrante de las comisiones de Hacienda y mi crítica siempre ha sido la misma. Cuando faltan recursos, la ley de ingresos y el sistema fiscal en general, poco se ocupa de entender los incentivos o desincentivos que se generan en la economía. Simplemente da prioridad a satisfacer los intereses presupuestales del Presidente de la República en turno.

En materia fiscal, desde la época de Vicente Fox, tenemos un esquema que le da prioridad al primer mandatario, por encima de la sociedad. A la fecha, no se ha configurado un esquema de participación social que permita identificar y consensuar los intereses de la población y sobre todo, acordar los instrumentos e ingresos que se requieren para cubrirlas. Sabemos que se necesitan recursos para salud, seguridad o educación, pero no se desarrolla un proceso de concientización y concertación pública que involucre a la población en el compromiso de definir los recursos públicos con los que habrán de cubrirse.

De esta forma, todo se circunscribe a la interpretación exclusiva que el presidente en turno hace de las necesidades del país, pero también la forma en que éste evita pagar costos políticos. El diálogo público es restringido y coyuntural, pues se circunscribe a la representación popular que por su propia naturaleza cada vez resulta más limitada y pequeña.

La #SociedadHorizontal hoy tiene herramientas para amplificar los mecanismos de diálogo, priorización y concertación de lo que debe financiarse y cómo pagarlo. Para verdaderamente diferenciarse del pasado, se requieren cambios en el rubro fiscal. Ese es el tipo de transformación por la que debemos seguir luchando.