/ martes 27 de abril de 2021

Camino para mejorar

Por: Pablo Bejarano Torrecillas*

Coordinador administrativo de la Facultad de Estudios Globales, Universidad Anáhuac México.

Cuando parece que en el horizonte se ve una luz, aunque tenue de esperanza, para el inicio del fin de la pandemia, la naturaleza tiene otros planes. No es novedad para el conocimiento humano que, el virus iba a sufrir y continuará sufriendo mutaciones complicando con ello la efectividad de las vacunas con las que hasta ahora contamos. Sin embargo, el problema no es que se nos dificulte como especie la catalogación de cepas tal y como lo ha hecho el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de EU con las cepas B.1.1.7; B.1351 y P.1, puesto que contamos con los medios y tecnologías suficientes para poder distinguir la una de la otra, así como la agresividad de las mismas con respecto de lo anteriormente conocido. El problema va más allá y trasciende las fronteras geográficas de cada país.

Desde el inicio de la pandemia se vio una falta de organización internacional, al pensar por laguna razón que aun supera mi capacidad intelectual que, la manera más eficaz de atacar un problema global sería de manera individual y no por medio de la cooperación internacional. Es importante matizar que, por cooperación no me refiero que, como en muchos casos la responsabilidad recaiga sobre aquellos países desarrollados, sino que, tanto los países desarrollados, como aquellos en vías de desarrollo, dejando de lado las diferencias políticas, llegaran a un acuerdo para la implementación de políticas públicas que simétricas teniendo como objetivo final el bienestar no de un país, sino de la comunidad internacional en su conjunto.

La falta de cooperación, así como la priorización de los procesos políticos internos de muchas democracias alrededor del mundo provocaron cadenas de aislamientos nacionales, implementando medidas individuales. ¿El resultado? Catastrófico para muchos de ellos, sobre todo para aquellos países en vías de desarrollo, que tan solo por mencionar uno de ellos, India, no hace más de dos días, registró 350 mil contagios y 2 mil 767 muertos en 24 horas al mismo tiempo que en Irak se incendió un hospital destinado a contagios COVID, ocasionando la muerte de 82 pacientes, sumando un gran total de 823 mil 179 nuevos casos a nivel mundial en 24 horas.

La pandemia vino para alterar muchos de los procedimientos a los que, como sociedad estábamos acostumbrados sobre todo aquellos relacionados con la vida laboral y la economía. Si bien hay países para los que su preocupación es solventar la vacunación de su población, para otros países o zonas, como lo son EE.UU. y la Unión Europea (UE), su objetivo, a estas alturas, está en diseñar un plan de recuperación económica. De acuerdo con las últimas proyecciones de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), la recuperación de EE.UU. frente a aquella de la UE, será más rápida y decisiva, esto como resultado de los diferentes caminos que se tomaron al inicio de la pandemia; es decir; los caminos que ambos bloques tomaron al inicio de la pandemia fueron distintos. Por un lado, EE.UU. el PIB estadounidense se dejó solo un 3.5% frente a un 6.8% de la UE, mientras que en lo que va del año la brecha ha ido aumentando puesto que, de acuerdo con el mismo informe la actividad de EE.UU. repuntará en un 6.5% frente al 3.9% de la zona euro.

La carrera cuya meta es la recuperación económica la ganarán (aquí se incluye a toda la comunidad internacional independientemente de su población total, como ejemplo tenemos a Israel) quienes menos tarden en vacunar a su población y los que más dinero destinen a ayudar a familias y empresas a salir de hoyo generado por la pandemia. Es por eso que todos los países, independientemente su ideología política deben poner todo su esfuerzo en procurar la vacunación de sus habitantes sin politizar su obligación política.

Por: Pablo Bejarano Torrecillas*

Coordinador administrativo de la Facultad de Estudios Globales, Universidad Anáhuac México.

Cuando parece que en el horizonte se ve una luz, aunque tenue de esperanza, para el inicio del fin de la pandemia, la naturaleza tiene otros planes. No es novedad para el conocimiento humano que, el virus iba a sufrir y continuará sufriendo mutaciones complicando con ello la efectividad de las vacunas con las que hasta ahora contamos. Sin embargo, el problema no es que se nos dificulte como especie la catalogación de cepas tal y como lo ha hecho el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de EU con las cepas B.1.1.7; B.1351 y P.1, puesto que contamos con los medios y tecnologías suficientes para poder distinguir la una de la otra, así como la agresividad de las mismas con respecto de lo anteriormente conocido. El problema va más allá y trasciende las fronteras geográficas de cada país.

Desde el inicio de la pandemia se vio una falta de organización internacional, al pensar por laguna razón que aun supera mi capacidad intelectual que, la manera más eficaz de atacar un problema global sería de manera individual y no por medio de la cooperación internacional. Es importante matizar que, por cooperación no me refiero que, como en muchos casos la responsabilidad recaiga sobre aquellos países desarrollados, sino que, tanto los países desarrollados, como aquellos en vías de desarrollo, dejando de lado las diferencias políticas, llegaran a un acuerdo para la implementación de políticas públicas que simétricas teniendo como objetivo final el bienestar no de un país, sino de la comunidad internacional en su conjunto.

La falta de cooperación, así como la priorización de los procesos políticos internos de muchas democracias alrededor del mundo provocaron cadenas de aislamientos nacionales, implementando medidas individuales. ¿El resultado? Catastrófico para muchos de ellos, sobre todo para aquellos países en vías de desarrollo, que tan solo por mencionar uno de ellos, India, no hace más de dos días, registró 350 mil contagios y 2 mil 767 muertos en 24 horas al mismo tiempo que en Irak se incendió un hospital destinado a contagios COVID, ocasionando la muerte de 82 pacientes, sumando un gran total de 823 mil 179 nuevos casos a nivel mundial en 24 horas.

La pandemia vino para alterar muchos de los procedimientos a los que, como sociedad estábamos acostumbrados sobre todo aquellos relacionados con la vida laboral y la economía. Si bien hay países para los que su preocupación es solventar la vacunación de su población, para otros países o zonas, como lo son EE.UU. y la Unión Europea (UE), su objetivo, a estas alturas, está en diseñar un plan de recuperación económica. De acuerdo con las últimas proyecciones de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), la recuperación de EE.UU. frente a aquella de la UE, será más rápida y decisiva, esto como resultado de los diferentes caminos que se tomaron al inicio de la pandemia; es decir; los caminos que ambos bloques tomaron al inicio de la pandemia fueron distintos. Por un lado, EE.UU. el PIB estadounidense se dejó solo un 3.5% frente a un 6.8% de la UE, mientras que en lo que va del año la brecha ha ido aumentando puesto que, de acuerdo con el mismo informe la actividad de EE.UU. repuntará en un 6.5% frente al 3.9% de la zona euro.

La carrera cuya meta es la recuperación económica la ganarán (aquí se incluye a toda la comunidad internacional independientemente de su población total, como ejemplo tenemos a Israel) quienes menos tarden en vacunar a su población y los que más dinero destinen a ayudar a familias y empresas a salir de hoyo generado por la pandemia. Es por eso que todos los países, independientemente su ideología política deben poner todo su esfuerzo en procurar la vacunación de sus habitantes sin politizar su obligación política.