/ sábado 27 de enero de 2018

Candidatos y diplomacia

Enfrascados como estamos en las encuestas y en las (pre) campañas electorales, se pasan por alto acontecimientos que son y seguirán siendo parte de nuestra cotidianidad en política exterior y que ya pudieran comenzar a tomar nota los presidenciables que estarán en las boletas electorales.

En los debates que se avecinan a muchos nos gustaría escuchar qué conocimientos tienen los candidatos del mundo que nos rodea, qué piensan de los principales problemas internacionales, cuál sería el papel de México en el exterior, cómo diversificar realmente nuestras relaciones, qué mecanismos proponen para recuperar nuestra imagen, y por supuesto cómo buscar revertir los daños causados por el odio de la Casa Blanca a México.

Pero no podemos únicamente concretarnos al último punto por prioritario que éste sea. Los candidatos deben ver más allá de Estados Unidos,  recoger verdaderamente esa demanda de apertura que se vislumbró como una necesidad desde el siglo pasado y que se volvió indispensable por lo menos desde hace 30 años.

En cada plan de Gobierno, la diversificación era planteada como una necesidad de concretarla sin que esto haya sido efectivo; sólo en el papel. Se ha avanzado muy poco comparado con lo que han hecho otros países, incluyendo a muchos que venían atrás de México.

Es evidente que el liderazgo mexicano se perdió. México ya poco marca pautas y caminos novedosos a seguir y en los logros alcanzados la política de comunicación no ha sido la más efectiva para difundir los alcances de ciertos éxitos alcanzados.

Hubo una época en que el partido en el poder lideraba y tenía la capacidad de convocatoria para manifestarse a favor de lo que consideraba que había que apoyar, o en contra de lo que agraviaba la convivencia pacífica, porque perseguía los mismos principios de una política exterior de Estado. Hoy, ante la pluralidad y los cambios mismos de intereses unilaterales, ningún partido político o algún personaje relevante ha mostrado la capacidad para hacerlo.

Y no es añoranza de tiempos pasados, sino de que al cambio de paradigmas globales y de nuevos problemas y actores, ningún gobierno por sí solo puede sin la participación de la sociedad  defender fuera los  intereses nacionales. A casi todos los que hoy están contendiendo por participar el 1 de julio, incluidos los independientes, no se les ve la fuerza como para dimensionar de nueva cuenta a México. Deben tomar en cuenta que la política exterior es la extensión de la política interna de los Estados.

Así es que si se quiere llegar a otros niveles  no debe desestimarse ningún país,  región, o continente que tenga el potencial para establecer alianzas, acuerdos; que sean la alternativa a Estados Unidos, por lo menos en los próximos 3 o lo peor en 7 años de la actual administración. Este tiempo debemos concretar acciones aparte, seguir en defensa de nuestros  intereses, pero no mantenernos en exclusiva en una pelea desgastante con quien nos detesta.

Ojalá que los pasos con el TPP 11 -Acuerdo que Asociación Transpacífico-que se firmará en marzo y los avances de la revisión de los acuerdos con la Unión Europea, representen una aproximación a una auténtica apertura. Otros acuerdos como estos ya están en marcha y deberán mantenerse.

Enfrascados como estamos en las encuestas y en las (pre) campañas electorales, se pasan por alto acontecimientos que son y seguirán siendo parte de nuestra cotidianidad en política exterior y que ya pudieran comenzar a tomar nota los presidenciables que estarán en las boletas electorales.

En los debates que se avecinan a muchos nos gustaría escuchar qué conocimientos tienen los candidatos del mundo que nos rodea, qué piensan de los principales problemas internacionales, cuál sería el papel de México en el exterior, cómo diversificar realmente nuestras relaciones, qué mecanismos proponen para recuperar nuestra imagen, y por supuesto cómo buscar revertir los daños causados por el odio de la Casa Blanca a México.

Pero no podemos únicamente concretarnos al último punto por prioritario que éste sea. Los candidatos deben ver más allá de Estados Unidos,  recoger verdaderamente esa demanda de apertura que se vislumbró como una necesidad desde el siglo pasado y que se volvió indispensable por lo menos desde hace 30 años.

En cada plan de Gobierno, la diversificación era planteada como una necesidad de concretarla sin que esto haya sido efectivo; sólo en el papel. Se ha avanzado muy poco comparado con lo que han hecho otros países, incluyendo a muchos que venían atrás de México.

Es evidente que el liderazgo mexicano se perdió. México ya poco marca pautas y caminos novedosos a seguir y en los logros alcanzados la política de comunicación no ha sido la más efectiva para difundir los alcances de ciertos éxitos alcanzados.

Hubo una época en que el partido en el poder lideraba y tenía la capacidad de convocatoria para manifestarse a favor de lo que consideraba que había que apoyar, o en contra de lo que agraviaba la convivencia pacífica, porque perseguía los mismos principios de una política exterior de Estado. Hoy, ante la pluralidad y los cambios mismos de intereses unilaterales, ningún partido político o algún personaje relevante ha mostrado la capacidad para hacerlo.

Y no es añoranza de tiempos pasados, sino de que al cambio de paradigmas globales y de nuevos problemas y actores, ningún gobierno por sí solo puede sin la participación de la sociedad  defender fuera los  intereses nacionales. A casi todos los que hoy están contendiendo por participar el 1 de julio, incluidos los independientes, no se les ve la fuerza como para dimensionar de nueva cuenta a México. Deben tomar en cuenta que la política exterior es la extensión de la política interna de los Estados.

Así es que si se quiere llegar a otros niveles  no debe desestimarse ningún país,  región, o continente que tenga el potencial para establecer alianzas, acuerdos; que sean la alternativa a Estados Unidos, por lo menos en los próximos 3 o lo peor en 7 años de la actual administración. Este tiempo debemos concretar acciones aparte, seguir en defensa de nuestros  intereses, pero no mantenernos en exclusiva en una pelea desgastante con quien nos detesta.

Ojalá que los pasos con el TPP 11 -Acuerdo que Asociación Transpacífico-que se firmará en marzo y los avances de la revisión de los acuerdos con la Unión Europea, representen una aproximación a una auténtica apertura. Otros acuerdos como estos ya están en marcha y deberán mantenerse.