/ miércoles 13 de enero de 2021

Caos capitalino

Más de un millón y medio de capitalinos sufren la falta de Metro, mientras la pandemia se ceba sobre la CDMX. Empezamos el año con la “pata izquierda” y, a pesar del optimismo propio de las festividades, el futuro pinta morado.

La explosión e incendio en al Centro de Control 1 del Metro, obligó al cierre de las principales Líneas del mega utilizado transporte. Como hormiguero, las estaciones reciben cotidianamente a los hombres y mujeres que deben movilizarse. El accidente –si así puede llamársele- eléctrico era de esperarse. La falta de mantenimiento es notoria.

Lo que fue ejemplo mundial, fenece a causa de las innumerables corruptelas y la negligencia de los gobiernos de “Izquierda” capitalinos.

Un sindicato, en manos de un corruptísimo señor Espino, se llenó las bolsas de billetes, traficando con piezas, llantas y cuanto artefacto se podía esquilmar. Se multiplicaban las denuncias y no hubo autoridad alguna que pusiera orden. En el ínterin, las instalaciones sufrían el consabido desgaste.

Si Claudia Sheinbaum, la actual mandamás, se atreviera a culpar al pasado, estaría señalando a su actual gurú, López Obrador, a sus antecesores y predecesores. A todos les importó un bledo el mantener en óptimas condiciones a la columna vertebral del transporte público.

La puntilla fue la nominación de Florencia Serranía. No obstante su trayectoria oscura, la Sheinbaum la colocó en un cargo en el que urgía alguien con capacidad.

Con las ambiciones puestas en el 2024, solo le importa doblegarse ante el tlatoani, sabedora del afecto que le profesa. Ajena a su obligación de ejercer el puesto con el objetivo de cumplirle a la ciudadanía, su actividad se rige por la obediencia.

Así, el 30 por ciento del presupuesto de la megalópolis se va al clientelismo que fija el señor, mientras los recortes en áreas esenciales llegaron al extremo de desaparecer el área de mantenimiento del Metro.

Había tardado el que se diera un percance de semejante magnitud. El lunes, con el regreso al trabajo, se improvisó un servicio para auxiliar a los usuarios, que incluyó el uso de camionetas abiertas de la Secretaría de Seguridad, en las que se hacinaban quienes tenían la urgencia de llegar a sus centros laborales.

Con un número de contagios disparado, insuficiencia de camas hospitalarias y el mayor número de muertos en la República, la población se enfrentó a la necesidad de moverse en los vehículos oficiales, apretujados unos con otros, además de haber hecho largas filas –sin guardar la sana distancia-. Las consecuencias se verán en el incremento de cifras de las próximas semanas.

En su afán lacayuno, Sheinbaum retardó la entrada en vigor del semáforo rojo, por órdenes de AMLO. El retraso colocó a la CDMX en el primer lugar de la epidemia. Pareció, de entrada, que la jefa de gobierno se alejaba de las normas dictadas desde Palacio Nacional e incluso tuvo serias confrontaciones con el horror de López Gatell.

Sin embargo, la tardanza en su rasgo independentista, disparó los números, ahora imparables. Con la estulticia de que “a nadie se obliga, hay libertad”, se cerró de nuevo a establecimientos que ofertan medidas de higiene, mientras prolifera el comercio informal (Clientelismo electorero).

Entre el austericidio, la falta de autoridades competentes y la sumisión a la línea de Palacio, la Capital es un caos. Y a la Sheinbaum, por quedar bien con su gurú, le salen alas a sus ambiciones.

catalinanq@hotmail.com

@catalinanq

Más de un millón y medio de capitalinos sufren la falta de Metro, mientras la pandemia se ceba sobre la CDMX. Empezamos el año con la “pata izquierda” y, a pesar del optimismo propio de las festividades, el futuro pinta morado.

La explosión e incendio en al Centro de Control 1 del Metro, obligó al cierre de las principales Líneas del mega utilizado transporte. Como hormiguero, las estaciones reciben cotidianamente a los hombres y mujeres que deben movilizarse. El accidente –si así puede llamársele- eléctrico era de esperarse. La falta de mantenimiento es notoria.

Lo que fue ejemplo mundial, fenece a causa de las innumerables corruptelas y la negligencia de los gobiernos de “Izquierda” capitalinos.

Un sindicato, en manos de un corruptísimo señor Espino, se llenó las bolsas de billetes, traficando con piezas, llantas y cuanto artefacto se podía esquilmar. Se multiplicaban las denuncias y no hubo autoridad alguna que pusiera orden. En el ínterin, las instalaciones sufrían el consabido desgaste.

Si Claudia Sheinbaum, la actual mandamás, se atreviera a culpar al pasado, estaría señalando a su actual gurú, López Obrador, a sus antecesores y predecesores. A todos les importó un bledo el mantener en óptimas condiciones a la columna vertebral del transporte público.

La puntilla fue la nominación de Florencia Serranía. No obstante su trayectoria oscura, la Sheinbaum la colocó en un cargo en el que urgía alguien con capacidad.

Con las ambiciones puestas en el 2024, solo le importa doblegarse ante el tlatoani, sabedora del afecto que le profesa. Ajena a su obligación de ejercer el puesto con el objetivo de cumplirle a la ciudadanía, su actividad se rige por la obediencia.

Así, el 30 por ciento del presupuesto de la megalópolis se va al clientelismo que fija el señor, mientras los recortes en áreas esenciales llegaron al extremo de desaparecer el área de mantenimiento del Metro.

Había tardado el que se diera un percance de semejante magnitud. El lunes, con el regreso al trabajo, se improvisó un servicio para auxiliar a los usuarios, que incluyó el uso de camionetas abiertas de la Secretaría de Seguridad, en las que se hacinaban quienes tenían la urgencia de llegar a sus centros laborales.

Con un número de contagios disparado, insuficiencia de camas hospitalarias y el mayor número de muertos en la República, la población se enfrentó a la necesidad de moverse en los vehículos oficiales, apretujados unos con otros, además de haber hecho largas filas –sin guardar la sana distancia-. Las consecuencias se verán en el incremento de cifras de las próximas semanas.

En su afán lacayuno, Sheinbaum retardó la entrada en vigor del semáforo rojo, por órdenes de AMLO. El retraso colocó a la CDMX en el primer lugar de la epidemia. Pareció, de entrada, que la jefa de gobierno se alejaba de las normas dictadas desde Palacio Nacional e incluso tuvo serias confrontaciones con el horror de López Gatell.

Sin embargo, la tardanza en su rasgo independentista, disparó los números, ahora imparables. Con la estulticia de que “a nadie se obliga, hay libertad”, se cerró de nuevo a establecimientos que ofertan medidas de higiene, mientras prolifera el comercio informal (Clientelismo electorero).

Entre el austericidio, la falta de autoridades competentes y la sumisión a la línea de Palacio, la Capital es un caos. Y a la Sheinbaum, por quedar bien con su gurú, le salen alas a sus ambiciones.

catalinanq@hotmail.com

@catalinanq