/ miércoles 22 de julio de 2020

Centro de Barrio | Adiós al Trevi

Parece que hoy todo el mundo extrañará al café Trevi de la Alameda Central, al que cada vez iba menos gente. Se ha anunciado su cierre, luego de un litigio y una negociación con los dueños del edificio Art Decó de Colón 1, el cual será remodelado y terminará teniendo los usos de moda: coworking, airbnb y algún restaurante “chic”.


La esquina no es nada mala, no sólo por la Alameda, sino por su cercanía con dos líneas del metro y tres de Metrobús. ¿Por qué tendría que preservarse el Trevi? Si se trata de cuidar los empleos, coincido totalmente: como sociedad debemos hacer el mayor esfuerzo, pero no podemos negar que las inversiones a un edificio patrimonial también detonarán empleos, temporales y permanentes, muchos más y mejor remunerados que una cafetería en decadencia.


Hace unos años, cuando el Gran Café de la Parroquia salió del local que estaba frente a la Catedral de Veracruz, el Puerto vivió la misma polémica, pero la tradición sigue en el local del Malecón. Los dueños entendieron su esencia y lograron preservarla.


Si lo que debemos conservar es el Restaurante Trevi en sí, por sus sabores, su decoración o algún platillo en especial, naturalmente el lugar debería abrir sus puertas lo más cerca posible del local original. Pero si es la esquina, con su Art Decó, el nombre “Trevi” enmarcado en un rombo rojo, el lugar tendría que restablecerse después de la remodelación del edificio, pero tendrían que ser instituciones públicas las que debieran ayudarnos a preservar los sitios tradicionales, no un particular que persigue sus legítimos intereses, fondeando la diferencia entre la renta comercial y la que pueda pagar el Trevi.


Hoy un inversionista decidió hacer negocio con un edificio catalogado en una ciudad en la que cientos de edificios patrimoniales están en abandono, eso hay que celebrarlo antes de ponerle piedritas, pero es probable que ahora algunos de sus anteriores inquilinos batallen para obtener una vista y una ubicación equivalentes.


El problema, a mi juicio, no está en el inversionista ni en el capitalismo voraz, sino en la falta de instituciones que preserven lo que haya que preservar. Si no queremos que los antiguos habitantes de Colón 1 sean expulsados del Centro, necesitamos más oferta de vivienda en el Centro, no que seamos Magdalenas llorando la gentrificación de una esquina que por sí misma era privilegiada. Si no queremos que un negocio como el Trevi desaparezca necesitamos políticas que hagan del comercio local algo que se actualice en el tiempo, en términos de marketing, de servicio, o si hay algo digno de preservarse en su cocina, por ejemplo, que existan apoyos oficiales. Si las rentas se encarecen, que exista el pago por sus servicios barriales.


La disyuntiva del Café Trevi no será la primera ni la única que se viva en esta ciudad, pero la respuesta podría cambiar. Si el lugar es malo, si el servicio ha decaído, tal vez necesiten capacitación, asesoría, créditos. Si es bueno, pero no pueden con las rentas, necesitarán recursos. No cuestionemos el cierre del Trevi culpando al capitalismo como marxistas trasnochados, sino a la falta de instituciones para proteger al pequeño comercio, en especial, al comercio tradicional.

Parece que hoy todo el mundo extrañará al café Trevi de la Alameda Central, al que cada vez iba menos gente. Se ha anunciado su cierre, luego de un litigio y una negociación con los dueños del edificio Art Decó de Colón 1, el cual será remodelado y terminará teniendo los usos de moda: coworking, airbnb y algún restaurante “chic”.


La esquina no es nada mala, no sólo por la Alameda, sino por su cercanía con dos líneas del metro y tres de Metrobús. ¿Por qué tendría que preservarse el Trevi? Si se trata de cuidar los empleos, coincido totalmente: como sociedad debemos hacer el mayor esfuerzo, pero no podemos negar que las inversiones a un edificio patrimonial también detonarán empleos, temporales y permanentes, muchos más y mejor remunerados que una cafetería en decadencia.


Hace unos años, cuando el Gran Café de la Parroquia salió del local que estaba frente a la Catedral de Veracruz, el Puerto vivió la misma polémica, pero la tradición sigue en el local del Malecón. Los dueños entendieron su esencia y lograron preservarla.


Si lo que debemos conservar es el Restaurante Trevi en sí, por sus sabores, su decoración o algún platillo en especial, naturalmente el lugar debería abrir sus puertas lo más cerca posible del local original. Pero si es la esquina, con su Art Decó, el nombre “Trevi” enmarcado en un rombo rojo, el lugar tendría que restablecerse después de la remodelación del edificio, pero tendrían que ser instituciones públicas las que debieran ayudarnos a preservar los sitios tradicionales, no un particular que persigue sus legítimos intereses, fondeando la diferencia entre la renta comercial y la que pueda pagar el Trevi.


Hoy un inversionista decidió hacer negocio con un edificio catalogado en una ciudad en la que cientos de edificios patrimoniales están en abandono, eso hay que celebrarlo antes de ponerle piedritas, pero es probable que ahora algunos de sus anteriores inquilinos batallen para obtener una vista y una ubicación equivalentes.


El problema, a mi juicio, no está en el inversionista ni en el capitalismo voraz, sino en la falta de instituciones que preserven lo que haya que preservar. Si no queremos que los antiguos habitantes de Colón 1 sean expulsados del Centro, necesitamos más oferta de vivienda en el Centro, no que seamos Magdalenas llorando la gentrificación de una esquina que por sí misma era privilegiada. Si no queremos que un negocio como el Trevi desaparezca necesitamos políticas que hagan del comercio local algo que se actualice en el tiempo, en términos de marketing, de servicio, o si hay algo digno de preservarse en su cocina, por ejemplo, que existan apoyos oficiales. Si las rentas se encarecen, que exista el pago por sus servicios barriales.


La disyuntiva del Café Trevi no será la primera ni la única que se viva en esta ciudad, pero la respuesta podría cambiar. Si el lugar es malo, si el servicio ha decaído, tal vez necesiten capacitación, asesoría, créditos. Si es bueno, pero no pueden con las rentas, necesitarán recursos. No cuestionemos el cierre del Trevi culpando al capitalismo como marxistas trasnochados, sino a la falta de instituciones para proteger al pequeño comercio, en especial, al comercio tradicional.

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