/ miércoles 13 de noviembre de 2019

Centro de Barrio | Autocomplacencias magulladas

Hace unos días Javier Berain, Director General del Centro de Desarrollo Tecnológico de la Agencia Digital de Innovación Pública (ADIP), escribió en un tuit digno de enmarcar: “Hoy un idiota casi me atropella por dar vuelta a la derecha continua hecho madre. Encima me pita el HDLCH.” (sic)

Lo primero que tengo que celebrar es que Javier Berain no haya sido arrollado. Pero también tengo que celebrar que él nos haya compartido esta experiencia, sobre todo considerando que trabaja para la ADIP, una institución que ha ayudado a la Secretaría de Movilidad (Semovi) en la instrumentación del programa de fotocívicas, como una estrategia para mejorar el desempeño de los conductores en la ciudad.

Desde las campañas electorales, muchos hemos defendido que el uso de cámaras que detectan malas conductas de los automovilistas es una forma de que éstos se hagan responsables de sus excesos.

En un tuit del 8 de septiembre, el jefe de Javier Berain escribía: “Las fotocívicas han modificado comportamientos y tendencias de infracciones. Lo demás son intereses mayugados” (sic). Esto es falso. El rey del rigor en el manejo de estadísticas, José Merino, jamás lo aplica para sí mismo. Las fotocívicas han modificado comportamientos sólo en los puntos específicos donde se encuentran las cámaras y radares de velocidad, que además son públicos. La prueba está en el propio tuit de Javier Berain.

A lo largo de estos 11 meses de gobierno no hemos dejado de leer noticias sobre colisiones, atropellamientos, automovilistas violentos. El pasado 7 de noviembre, por ejemplo, en el paradero de Indios Verdes una pasajera fue atropellada y perdió la pierna al instante. Otros han perdido la vida. Otros hemos enfrentado agresiones y, en general, este reemplazo de las infracciones monetarias por la sanción cívica ha disminuido la probabilidad de ser sancionado y con ello han generado la sensación de que la ley no existe.

No puedo asegurar que la estrategia de cambiar multas en dinero por sanciones cívicas sea la adecuada, como argumentan el titular de la ADIP y el de la Semovi, Andrés Lajous, simplemente porque se ha desplomado la probabilidad de enfrentar una sanción. Discrepo de la difusión de las ubicaciones de las cámaras y del hecho de que todas ellas sean estáticas en vez de rotar su ubicación. Sostengo que de hecho han difundido las ubicaciones para incentivar el respeto en los puntos escogidos y reducir la cantidad de infractores por incapacidad institucional para atender cursos y trabajo social, a costa de minimizar la utilidad del programa. Es decir, estamos muy lejos de cambiar conductas como presume autoelogiosamente José Merino.

Los números no convencen. Al 7 de septiembre habían cumplido sus sanciones, o estaban en proceso de ello, 694 de 7,029 infractores. 7 mil infractores en una ciudad de millones de vehículos, entre los cuales hay decenas o cientos de miles que se comportan como el que pudo haber lesionado a Javier Berain, quien corrió con mayor suerte que el peatón que fue arrollado mientras trabajaba en este artículo: de la cuenta @C5_CDMX leo: “Servicios de emergencia laboran por persona atropellada sobre Eje 2 Norte y Eje Central, Col. UH Nonoalco Tlatelolco”.

Lamentablemente los autoelogios de este gobierno de Ciudad de México costarán decenas de vidas cada año.

Hace unos días Javier Berain, Director General del Centro de Desarrollo Tecnológico de la Agencia Digital de Innovación Pública (ADIP), escribió en un tuit digno de enmarcar: “Hoy un idiota casi me atropella por dar vuelta a la derecha continua hecho madre. Encima me pita el HDLCH.” (sic)

Lo primero que tengo que celebrar es que Javier Berain no haya sido arrollado. Pero también tengo que celebrar que él nos haya compartido esta experiencia, sobre todo considerando que trabaja para la ADIP, una institución que ha ayudado a la Secretaría de Movilidad (Semovi) en la instrumentación del programa de fotocívicas, como una estrategia para mejorar el desempeño de los conductores en la ciudad.

Desde las campañas electorales, muchos hemos defendido que el uso de cámaras que detectan malas conductas de los automovilistas es una forma de que éstos se hagan responsables de sus excesos.

En un tuit del 8 de septiembre, el jefe de Javier Berain escribía: “Las fotocívicas han modificado comportamientos y tendencias de infracciones. Lo demás son intereses mayugados” (sic). Esto es falso. El rey del rigor en el manejo de estadísticas, José Merino, jamás lo aplica para sí mismo. Las fotocívicas han modificado comportamientos sólo en los puntos específicos donde se encuentran las cámaras y radares de velocidad, que además son públicos. La prueba está en el propio tuit de Javier Berain.

A lo largo de estos 11 meses de gobierno no hemos dejado de leer noticias sobre colisiones, atropellamientos, automovilistas violentos. El pasado 7 de noviembre, por ejemplo, en el paradero de Indios Verdes una pasajera fue atropellada y perdió la pierna al instante. Otros han perdido la vida. Otros hemos enfrentado agresiones y, en general, este reemplazo de las infracciones monetarias por la sanción cívica ha disminuido la probabilidad de ser sancionado y con ello han generado la sensación de que la ley no existe.

No puedo asegurar que la estrategia de cambiar multas en dinero por sanciones cívicas sea la adecuada, como argumentan el titular de la ADIP y el de la Semovi, Andrés Lajous, simplemente porque se ha desplomado la probabilidad de enfrentar una sanción. Discrepo de la difusión de las ubicaciones de las cámaras y del hecho de que todas ellas sean estáticas en vez de rotar su ubicación. Sostengo que de hecho han difundido las ubicaciones para incentivar el respeto en los puntos escogidos y reducir la cantidad de infractores por incapacidad institucional para atender cursos y trabajo social, a costa de minimizar la utilidad del programa. Es decir, estamos muy lejos de cambiar conductas como presume autoelogiosamente José Merino.

Los números no convencen. Al 7 de septiembre habían cumplido sus sanciones, o estaban en proceso de ello, 694 de 7,029 infractores. 7 mil infractores en una ciudad de millones de vehículos, entre los cuales hay decenas o cientos de miles que se comportan como el que pudo haber lesionado a Javier Berain, quien corrió con mayor suerte que el peatón que fue arrollado mientras trabajaba en este artículo: de la cuenta @C5_CDMX leo: “Servicios de emergencia laboran por persona atropellada sobre Eje 2 Norte y Eje Central, Col. UH Nonoalco Tlatelolco”.

Lamentablemente los autoelogios de este gobierno de Ciudad de México costarán decenas de vidas cada año.

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