/ miércoles 4 de marzo de 2020

Centro de Barrio | Ciudad Reversible

La Ciudad de México era un lago alimentado por ríos que hoy son ductos debajo de avenidas en las que el Gobierno está instrumentando carriles reversibles. Parece una buena idea, sólo puedo reconocer que son congruentes con la historia de esta urbe: deteriorar sin revertir.

Los carriles reversibles llevan la capacidad vial instalada hacia un uso más intenso. También ello significa un deterioro mayor y acortar ciclos de mantenimiento. Más autos los usarán y habrá mayores emisiones. No es, como suponen sus impulsores, que los autos de la fila congestionada ahora avanzan más rápido y con eso disminuyen las emisiones. Al desocupar espacios se atrae a otros usuarios, se modifican rutas y se incrementan kilómetros. Muchos no creen en el tráfico inducido, menos, si se sienten orgullosos de haber construido segundos pisos, pero es una realidad: más capacidad vial significa más coches, más kilómetros por coche, más dependencia del automóvil y menos posibilidades de revertir lo que ocurrió con el pasado hídrico de Ciudad de México.

Esta vez tocó el turno al Circuito Interior. Ya demolieron el muro de contención y adaptaron el espacio para poder crecer los carriles centrales desde Marina Nacional hasta la Raza. Poco más de 5 kilómetros. Según las imágenes difundidas la semana pasada, el delimitador entre uno y otro sentido de circulación serán simples conitos. Supongamos que dos coches van circulando a la velocidad límite, pero en sentido opuesto. De pronto uno de los conductores se distrae e invade el carril contrario. Nada evitará el choque ni reducirá impactos. Se impactarán de frente a 160 kilómetros por hora. Así de simple e irresponsable. ¿A quién culpamos, Secretaría de Movilidad, Secretaría de Seguridad Ciudadana? Si hay muertos ¿la Fiscalía General de Justicia investigará a los secretarios por homicidio culposo o echará la culpa a las víctimas?

En los Ejes 5 y 6 Sur hay carriles reversibles desde hace más de 10 años. Se instrumentaron de forma temporal so pretexto de obras en el Circuito Interior. “Funcionaron tan bien, que se volvieron permanentes”. Ironizo. Una cosa es que funcionen para los autos que los usan y otra que beneficien a la ciudad. Las calles paralelas a estos ejes se congestionan, las horas de transición son confusas, con autos para todos lados. Algunos conductores manejan en sentido contrario en tramos que no son reversibles. Ha habido accidentes, qué tantos y qué tan graves, no lo sabemos.

En Viveros de Coyoacán, sobre Progreso, los conductores revierten un carril de Melchor Ocampo a Universidad. No hay señalización. No hay nada que demuestre que está vigente, salvo la memoria. Quien cruza o conduce por ahí, corre peligro. A la ciudad no le importa. En Fray Servando también se instrumentan carriles reversibles desde hace años. Nadie ha pensado que sería una gran oportunidad instrumentar carriles de autobús en hora pico que descongestionen la saturada Línea 1 del Sistema de Transporte Colectivo Metro. Primero los coches.

¿Podríamos crear opciones colectivas reversibles? Ello tendría más sentido. Sin embargo, la capacidad institucional está volcada a resolver los problemas del coche. Mientras esto siga sucediendo, la ciudad será irreversible.

La Ciudad de México era un lago alimentado por ríos que hoy son ductos debajo de avenidas en las que el Gobierno está instrumentando carriles reversibles. Parece una buena idea, sólo puedo reconocer que son congruentes con la historia de esta urbe: deteriorar sin revertir.

Los carriles reversibles llevan la capacidad vial instalada hacia un uso más intenso. También ello significa un deterioro mayor y acortar ciclos de mantenimiento. Más autos los usarán y habrá mayores emisiones. No es, como suponen sus impulsores, que los autos de la fila congestionada ahora avanzan más rápido y con eso disminuyen las emisiones. Al desocupar espacios se atrae a otros usuarios, se modifican rutas y se incrementan kilómetros. Muchos no creen en el tráfico inducido, menos, si se sienten orgullosos de haber construido segundos pisos, pero es una realidad: más capacidad vial significa más coches, más kilómetros por coche, más dependencia del automóvil y menos posibilidades de revertir lo que ocurrió con el pasado hídrico de Ciudad de México.

Esta vez tocó el turno al Circuito Interior. Ya demolieron el muro de contención y adaptaron el espacio para poder crecer los carriles centrales desde Marina Nacional hasta la Raza. Poco más de 5 kilómetros. Según las imágenes difundidas la semana pasada, el delimitador entre uno y otro sentido de circulación serán simples conitos. Supongamos que dos coches van circulando a la velocidad límite, pero en sentido opuesto. De pronto uno de los conductores se distrae e invade el carril contrario. Nada evitará el choque ni reducirá impactos. Se impactarán de frente a 160 kilómetros por hora. Así de simple e irresponsable. ¿A quién culpamos, Secretaría de Movilidad, Secretaría de Seguridad Ciudadana? Si hay muertos ¿la Fiscalía General de Justicia investigará a los secretarios por homicidio culposo o echará la culpa a las víctimas?

En los Ejes 5 y 6 Sur hay carriles reversibles desde hace más de 10 años. Se instrumentaron de forma temporal so pretexto de obras en el Circuito Interior. “Funcionaron tan bien, que se volvieron permanentes”. Ironizo. Una cosa es que funcionen para los autos que los usan y otra que beneficien a la ciudad. Las calles paralelas a estos ejes se congestionan, las horas de transición son confusas, con autos para todos lados. Algunos conductores manejan en sentido contrario en tramos que no son reversibles. Ha habido accidentes, qué tantos y qué tan graves, no lo sabemos.

En Viveros de Coyoacán, sobre Progreso, los conductores revierten un carril de Melchor Ocampo a Universidad. No hay señalización. No hay nada que demuestre que está vigente, salvo la memoria. Quien cruza o conduce por ahí, corre peligro. A la ciudad no le importa. En Fray Servando también se instrumentan carriles reversibles desde hace años. Nadie ha pensado que sería una gran oportunidad instrumentar carriles de autobús en hora pico que descongestionen la saturada Línea 1 del Sistema de Transporte Colectivo Metro. Primero los coches.

¿Podríamos crear opciones colectivas reversibles? Ello tendría más sentido. Sin embargo, la capacidad institucional está volcada a resolver los problemas del coche. Mientras esto siga sucediendo, la ciudad será irreversible.

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