/ miércoles 24 de febrero de 2021

Centro de Barrio | Enseres y activación del espacio público

Llevamos un mes probando un modelo de operación de los restaurantes basado en la colocación de mesas en el espacio público. El esquema está ayudando a frenar el cierre de este tipo de establecimientos y tiene como beneficio un uso más flexible de la calle.

Podemos preguntarnos por la relación entre peatones y enseres, pero la reflexión que invito a hacer es sobre una relación de persona a persona. Es decir, personas que se desplazan en el espacio público y personas que lo disfrutan, donde no tendríamos por qué ponderar una preferencia, salvo en puntos estratégicos de la ciudad como en la colindancia con estaciones del metro y sitios muy concurridos. Esto marca una diferencia con los obstáculos en el espacio público basados en objetos, como jardineras, macetones, muros y autos sobre la banqueta, esto sí se repudia porque no aporta al disfrute ni a la movilidad de las personas.

La clave en la permisividad de los enseres fuera de restaurantes, cafeterías, heladerías, entre otros negocios, está en el espacio que queda a los peatones. Hay restaurantes que han sido muy abusivos, desde antes de la pandemia, al dejar sus enseres en forma permanente y reduciendo al mínimo la franja peatonal.

La Ley de Establecimientos Mercantiles de la Ciudad de México (LEM) establece una serie de reglas que dejan de lado la principal preocupación: el respeto a una franja de circulación peatonal. Así, la LEM dice que los enseres deben colocarse de manera contigua con el establecimiento, lo que en muchos casos es el acomodo que más perjudica a transeúntes; no permite utilizar la superficie de rodamiento, algo que ahora en pandemia está siendo una buena solución; pide que los enseres no se utilicen para preparar alimentos, así que la costumbre de cocinar la Ensalada César o las crepas al lado del comensal está, por el momento, prohibida. La LEM también pide que los enseres no se coloquen en zonas preponderantemente habitacionales, lo que resulta subjetivo. Añado una más, todas las referencias a los enseres se basan en calles con circulación vehicular, por lo que calles peatonales como Génova, Copenhague, Gante, Motolinía y el Jardín Centenario de Coyoacán no quedan definidas por la legislación, y están llenas de restaurantes con terrazas.

Tras la pandemia, la operación de los enseres debería flexibilizarse en función del interés público, defender las franjas peatonales de circulación, pero modificar la Ley de Establecimientos Mercantiles para facilitar la presencia de enseres en alineamientos distintos a los que hoy establece el artículo 15. Incluso, hoy día está prohibido que los enseres permanezcan después del horario de operación, sin embargo, algunos de éstos podrían dar servicio a la comunidad, generando mobiliarios de estancia en el espacio público cuando el establecimiento no esté en operación. Este sería el momento idóneo de abrir la discusión en el Congreso de la Ciudad de México, antes de que termine la legislatura.

Llevamos un mes probando un modelo de operación de los restaurantes basado en la colocación de mesas en el espacio público. El esquema está ayudando a frenar el cierre de este tipo de establecimientos y tiene como beneficio un uso más flexible de la calle.

Podemos preguntarnos por la relación entre peatones y enseres, pero la reflexión que invito a hacer es sobre una relación de persona a persona. Es decir, personas que se desplazan en el espacio público y personas que lo disfrutan, donde no tendríamos por qué ponderar una preferencia, salvo en puntos estratégicos de la ciudad como en la colindancia con estaciones del metro y sitios muy concurridos. Esto marca una diferencia con los obstáculos en el espacio público basados en objetos, como jardineras, macetones, muros y autos sobre la banqueta, esto sí se repudia porque no aporta al disfrute ni a la movilidad de las personas.

La clave en la permisividad de los enseres fuera de restaurantes, cafeterías, heladerías, entre otros negocios, está en el espacio que queda a los peatones. Hay restaurantes que han sido muy abusivos, desde antes de la pandemia, al dejar sus enseres en forma permanente y reduciendo al mínimo la franja peatonal.

La Ley de Establecimientos Mercantiles de la Ciudad de México (LEM) establece una serie de reglas que dejan de lado la principal preocupación: el respeto a una franja de circulación peatonal. Así, la LEM dice que los enseres deben colocarse de manera contigua con el establecimiento, lo que en muchos casos es el acomodo que más perjudica a transeúntes; no permite utilizar la superficie de rodamiento, algo que ahora en pandemia está siendo una buena solución; pide que los enseres no se utilicen para preparar alimentos, así que la costumbre de cocinar la Ensalada César o las crepas al lado del comensal está, por el momento, prohibida. La LEM también pide que los enseres no se coloquen en zonas preponderantemente habitacionales, lo que resulta subjetivo. Añado una más, todas las referencias a los enseres se basan en calles con circulación vehicular, por lo que calles peatonales como Génova, Copenhague, Gante, Motolinía y el Jardín Centenario de Coyoacán no quedan definidas por la legislación, y están llenas de restaurantes con terrazas.

Tras la pandemia, la operación de los enseres debería flexibilizarse en función del interés público, defender las franjas peatonales de circulación, pero modificar la Ley de Establecimientos Mercantiles para facilitar la presencia de enseres en alineamientos distintos a los que hoy establece el artículo 15. Incluso, hoy día está prohibido que los enseres permanezcan después del horario de operación, sin embargo, algunos de éstos podrían dar servicio a la comunidad, generando mobiliarios de estancia en el espacio público cuando el establecimiento no esté en operación. Este sería el momento idóneo de abrir la discusión en el Congreso de la Ciudad de México, antes de que termine la legislatura.

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