/ miércoles 13 de febrero de 2019

Centro de Barrio | La muerte de las políticas públicas

En las primeras semanas de la nueva administración del Gobierno Federal hemos presenciado el desmantelamiento de políticas públicas para convertirlas en gasto directo para apoyar a población en situación de desventaja.

En los últimos días se ha comentado sobre el programa de estancias infantiles, que terminará en un apoyo económico a sus beneficiarios. En términos generales, se percibe que el Ejecutivo apuesta a reducir al mínimo el gasto gubernamental, para que los excedentes se destinen a transferencias directas a la población. Esto representa la muerte de las políticas públicas.

Las políticas públicas tienen una serie de elementos que apuntan a atender o resolver en el largo plazo ciertas necesidades o problemáticas de la población. La conformación de estas políticas es, en buena medida, democrática, puesto que parte justo de necesidades reales, de discusiones y no decisiones unilaterales, de un aprendizaje de los usuarios, y conforma una serie de elementos institucionales y metódicos para alcanzar un objetivo público. Por el contrario, cuando se adopta el discurso tipo Pol Pot, en aras de un bien superior intangible, sin abrir la discusión y menospreciando la crítica, las políticas públicas desaparecen, como está sucediendo.

Desde hace meses, una serie de organizaciones sociales vienen preparando una iniciativa de Ley General de Seguridad Vial. Entre especialistas en la materia hay consenso en que es urgente la creación de una Agencia de Seguridad Vial de carácter nacional, que articule la política pública en la materia. Sin embargo, en diálogos con legisladores de la mayoría ha quedado claro que tienen la instrucción presidencial de no crear burocracia, por lo cual esta Agencia pierde viabilidad de corto plazo.

En aras de avanzar hacia una ley, un subgrupo de dichas organizaciones redactó su versión descafeinada de la iniciativa de Ley General de Seguridad Vial y la presentó ante integrantes del Senado. La iniciativa refleja esto que llamo “la muerte de las políticas públicas”: como la Agencia de Seguridad Vial va contra la agenda del presidente, presentar la ley que necesitamos la haría imposible de aprobación, entonces un grupo de activistas se autolimita y llega de capa caída ante los legisladores y les oculta que es fundamental crear la Agencia de Seguridad Vial, porque el presidente no da permiso de crear la “burocracia” que salvará vidas.

Pongo este ejemplo como sintomático de lo que estamos viviendo como sociedad. Para muchos el presidente será el gran transformador, pero en la práctica, con números, en los siguientes meses y años, se demostrará que el desmantelamiento de las políticas públicas tendrá impactos negativos en múltiples materias. En el ejemplo que pongo, costará vidas humanas; en otros casos minará la productividad de sectores económicos y creará desempleo.

Lo que en la manipulación política se ha llamado “neoliberalismo” es, en realidad, una estructuración gubernamental encaminada a construir políticas públicas de cada materia, y ello es lo único que nos puede sacar del subdesarrollo, aunque carezca de la bendición populista que hoy nos domina.

En las primeras semanas de la nueva administración del Gobierno Federal hemos presenciado el desmantelamiento de políticas públicas para convertirlas en gasto directo para apoyar a población en situación de desventaja.

En los últimos días se ha comentado sobre el programa de estancias infantiles, que terminará en un apoyo económico a sus beneficiarios. En términos generales, se percibe que el Ejecutivo apuesta a reducir al mínimo el gasto gubernamental, para que los excedentes se destinen a transferencias directas a la población. Esto representa la muerte de las políticas públicas.

Las políticas públicas tienen una serie de elementos que apuntan a atender o resolver en el largo plazo ciertas necesidades o problemáticas de la población. La conformación de estas políticas es, en buena medida, democrática, puesto que parte justo de necesidades reales, de discusiones y no decisiones unilaterales, de un aprendizaje de los usuarios, y conforma una serie de elementos institucionales y metódicos para alcanzar un objetivo público. Por el contrario, cuando se adopta el discurso tipo Pol Pot, en aras de un bien superior intangible, sin abrir la discusión y menospreciando la crítica, las políticas públicas desaparecen, como está sucediendo.

Desde hace meses, una serie de organizaciones sociales vienen preparando una iniciativa de Ley General de Seguridad Vial. Entre especialistas en la materia hay consenso en que es urgente la creación de una Agencia de Seguridad Vial de carácter nacional, que articule la política pública en la materia. Sin embargo, en diálogos con legisladores de la mayoría ha quedado claro que tienen la instrucción presidencial de no crear burocracia, por lo cual esta Agencia pierde viabilidad de corto plazo.

En aras de avanzar hacia una ley, un subgrupo de dichas organizaciones redactó su versión descafeinada de la iniciativa de Ley General de Seguridad Vial y la presentó ante integrantes del Senado. La iniciativa refleja esto que llamo “la muerte de las políticas públicas”: como la Agencia de Seguridad Vial va contra la agenda del presidente, presentar la ley que necesitamos la haría imposible de aprobación, entonces un grupo de activistas se autolimita y llega de capa caída ante los legisladores y les oculta que es fundamental crear la Agencia de Seguridad Vial, porque el presidente no da permiso de crear la “burocracia” que salvará vidas.

Pongo este ejemplo como sintomático de lo que estamos viviendo como sociedad. Para muchos el presidente será el gran transformador, pero en la práctica, con números, en los siguientes meses y años, se demostrará que el desmantelamiento de las políticas públicas tendrá impactos negativos en múltiples materias. En el ejemplo que pongo, costará vidas humanas; en otros casos minará la productividad de sectores económicos y creará desempleo.

Lo que en la manipulación política se ha llamado “neoliberalismo” es, en realidad, una estructuración gubernamental encaminada a construir políticas públicas de cada materia, y ello es lo único que nos puede sacar del subdesarrollo, aunque carezca de la bendición populista que hoy nos domina.

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