/ miércoles 20 de diciembre de 2017

Centro de barrio | Los fotomultados también lloran

Uno de los temas fáciles en campaña es el de las fotomultas. En días pasados se difundió la posible cancelación del contrato de fotomultas en caso de que ganen Claudia Sheinbaum o Mikel Arriola. Unos dicen que Sheinbaum no se refiere al uso de tecnología para sancionar violaciones al reglamento de tránsito, pero para su electorado potencial la posibilidad de cancelar las fotomultas genera adeptos.

En cualquier caso, una fotomulta tiene dos propósitos inmediatos: sancionar justo las violaciones al reglamento de tránsito y hacerlo de una forma despersonalizada para evitar la corrupción. Las fotomultas en el mundo se han ido sofisticando y prácticamente cualquier artículo del reglamento se puede convertir en un algoritmo para el sistema: excesos de velocidad, vueltas prohibidas, circulación en carriles prohibidos, paso con luz roja o amarilla, invasión del paso peatonal e incluso utilización del teléfono celular o el cinturón de seguridad.

En la medida que el conductor cumpla con el reglamento, las fotomultas le deberían ser ajenas. Se ha alegado contra éstas que una empresa privada sea la dueña de los equipos y que reciba una parte de los ingresos por multas, pero hay elementos que nos dicen que este es el mecanismo más adecuado de contratación: la empresa cuenta con incentivos para perfeccionar su tecnología, es la que realiza la inversión y la correspondencia.

Son muy pocos proveedores de la tecnología de fotomultas, en el sector se habla de sólo tres empresas, lo que hace pensar que el contrato con Autotraffic MX no es tan leonino como parece. Si hay fallas, las principales pudieran no estar en la contratación.

Hay dos procesos clave: por un lado, la dictaminación de las fotomultas debe ser hecha por un humano, servidor público y no privado, en una mesa de dictaminación donde acceda a las imágenes y datos sobre la infracción; por otro, debe existir una mesa de apelaciones en la que se garantice el derecho de audiencia. Estos dos eventos existen en el caso de la Ciudad de México, aunque tal vez uno de los retos sea facilitar las aclaraciones, auditar los procesos por entes externos y generar avalúos transparentes, pero al final de cuentas, quien no violente al reglamento de tránsito no tiene por qué ser sancionado. En el fondo, el rechazo a la fotomulta cae en un problema típico: no nos gusta cumplir reglas.

¿Por qué es importante que se mantengan las fotomultas? Porque un mayor apego al reglamento de tránsito salva vidas. El respeto a las velocidades límite es clave, en el nuevo reglamento se disminuyeron siguiendo criterios internacionales, particularmente la velocidad en vías primarias a 50 km/h (en vías no semaforizadas se mantuvo el límite de 80 km/h, cuando el criterio internacional es de 70; y en vías secundarias o residenciales, se mantuvo 40 km/h, cuando la recomendación es de 30).

La seguridad vial es un tema importante, de pronto se pueden perder más vidas en accidentes de tránsito que en cualquier otra circunstancia. Las cifras mexicanas pueden bajar en los próximos años si se toman las decisiones correctas, las cuales incluyen muchos más elementos que las fotomultas (urge una Ley General de Seguridad Vial, por ejemplo), pero la reducción de velocidades es uno de los principales pivotes al momento de salvar vidas.

Uno de los temas fáciles en campaña es el de las fotomultas. En días pasados se difundió la posible cancelación del contrato de fotomultas en caso de que ganen Claudia Sheinbaum o Mikel Arriola. Unos dicen que Sheinbaum no se refiere al uso de tecnología para sancionar violaciones al reglamento de tránsito, pero para su electorado potencial la posibilidad de cancelar las fotomultas genera adeptos.

En cualquier caso, una fotomulta tiene dos propósitos inmediatos: sancionar justo las violaciones al reglamento de tránsito y hacerlo de una forma despersonalizada para evitar la corrupción. Las fotomultas en el mundo se han ido sofisticando y prácticamente cualquier artículo del reglamento se puede convertir en un algoritmo para el sistema: excesos de velocidad, vueltas prohibidas, circulación en carriles prohibidos, paso con luz roja o amarilla, invasión del paso peatonal e incluso utilización del teléfono celular o el cinturón de seguridad.

En la medida que el conductor cumpla con el reglamento, las fotomultas le deberían ser ajenas. Se ha alegado contra éstas que una empresa privada sea la dueña de los equipos y que reciba una parte de los ingresos por multas, pero hay elementos que nos dicen que este es el mecanismo más adecuado de contratación: la empresa cuenta con incentivos para perfeccionar su tecnología, es la que realiza la inversión y la correspondencia.

Son muy pocos proveedores de la tecnología de fotomultas, en el sector se habla de sólo tres empresas, lo que hace pensar que el contrato con Autotraffic MX no es tan leonino como parece. Si hay fallas, las principales pudieran no estar en la contratación.

Hay dos procesos clave: por un lado, la dictaminación de las fotomultas debe ser hecha por un humano, servidor público y no privado, en una mesa de dictaminación donde acceda a las imágenes y datos sobre la infracción; por otro, debe existir una mesa de apelaciones en la que se garantice el derecho de audiencia. Estos dos eventos existen en el caso de la Ciudad de México, aunque tal vez uno de los retos sea facilitar las aclaraciones, auditar los procesos por entes externos y generar avalúos transparentes, pero al final de cuentas, quien no violente al reglamento de tránsito no tiene por qué ser sancionado. En el fondo, el rechazo a la fotomulta cae en un problema típico: no nos gusta cumplir reglas.

¿Por qué es importante que se mantengan las fotomultas? Porque un mayor apego al reglamento de tránsito salva vidas. El respeto a las velocidades límite es clave, en el nuevo reglamento se disminuyeron siguiendo criterios internacionales, particularmente la velocidad en vías primarias a 50 km/h (en vías no semaforizadas se mantuvo el límite de 80 km/h, cuando el criterio internacional es de 70; y en vías secundarias o residenciales, se mantuvo 40 km/h, cuando la recomendación es de 30).

La seguridad vial es un tema importante, de pronto se pueden perder más vidas en accidentes de tránsito que en cualquier otra circunstancia. Las cifras mexicanas pueden bajar en los próximos años si se toman las decisiones correctas, las cuales incluyen muchos más elementos que las fotomultas (urge una Ley General de Seguridad Vial, por ejemplo), pero la reducción de velocidades es uno de los principales pivotes al momento de salvar vidas.

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